Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 30 de junio de 2015

Inseguridad

     Se sabe que, por regla general, no hay mejor árbitro que el que pasa desapercibido durante el juego. Es decir, que ejerce su autoridad sin apenas hacerse notar, consciente de que el protagonismo es de otros y de que las reglas se aplican sin soberbias ni aspavientos.

     No piensa ni actúa así nuestro Gobierno, casi ninguno de nuestros gobiernos cuando se entretienen con el binomio libertad y seguridad. Para ellos lo que importa es la ostentación del poder y de las herramientas que lo sirven, el exhibicionismo desproporcionado frente a la evolución corriente y moderada de los acontecimientos, la notoriedad pretoriana ante la miseria doméstica de la ciudadanía. Nadie se podía esperar, más bien todo lo contrario, que con lo que ha caído y sigue cayendo el comportamiento de las gentes fuese tan ejemplar, tan democrático, tan débil incluso en sus formas. Tan pacífico. Por contra, nunca hubo, en tiempos digamos constitucionales, una conducta más altisonante por parte de quienes nos gobiernan y de todas sus tropas. Como si a falta de acción se necesitase provocación.

     El último eslabón de la cadena entrará en vigor mañana mismo: la Ley de Seguridad Ciudadana y la reforma del Código Penal. Como poco se trata de dos muestras de cómo el árbitro ha decidido enseñorearse del juego y otorgarle otros patrones bien diferentes a los que le son propios. Para empezar, violentándolo o dándole apariencia de violento, lo que acabará por desnaturalizarlo. Para seguir, exagerando las infracciones para hacer de todos los jugadores unos sospechosos a los que hay que someter, en lugar de garantizar sus buenas maneras o sus lícitas picardías. Para finalizar, blindándose a sí mismo y a sus centuriones, que al cabo parece ser lo único importante del torneo.

     Es lo típico de los malos jugadores y de los peores árbitros: combaten sus complejos a través del sometimiento de los otros. Se hacen notar sin necesidad. Humillan. No saben jugar y hacen del deporte de la vida el juego más aburrido e inseguro.

Publicado en La Nueva Crónica, 30 junio 2015

sábado, 27 de junio de 2015

Una apuesta decidida por la formación

     La formación no es para nosotros un asunto menor. Tal vez sea porque hay sindicatos y sindicatos, y aunque se hable de ellos de forma genérica, como si fueran una unidad, no todas las organizaciones sindicales tienes la misma ideología ni los mismos propósitos ni las mismas devociones. En el caso de Comisiones Obreras la dedicación, atención y capacidad de propuesta en materia formativa ha sido siempre un signo de identidad más. Tanto es así que hace años el Sindicato decidió gestionar todo lo relativo a la formación de trabajadores y trabajadoras a través de una fundación con personalidad propia: FOREM. También nuestra condición de sindicato más representativo nos ha permitido participar activamente en todos los foros de negociación, discusión y diseño de programaciones formativas. En suma, no es dudosa nuestra vocación en la materia.
     Esto es así porque entendemos que la formación es un elemento clave en un doble sentido. Por un lado, porque cualifica la mano de obra y permite a la clase trabajadora desarrollar una carrera profesional con mayores expectativas. Por otro, porque trabajadores y trabajadoras bien formados, con conocimientos actualizados permanentemente, son la principal garantía para un modelo productivo con valor, que es lo que requiere nuestro país para competir en el ámbito internacional.

     Estas convicciones nos han llevado a contemplar la formación como un todo, sin hacer distingos entre la reglada, la continua o la destinada a personas desempleadas. De ahí también que desde hace ya décadas defendiéramos la oportunidad de crear centros integrados donde convivieran todos esos subsistemas y que exigiéramos a las administraciones una mejor coordinación de los mismos, siempre sometidos lamentablemente a departamentos ministeriales o autonómicos distintos y con intereses a veces contrapuestos. Si no recuerdo mal, la primera jornada de trabajo que se llevó a cabo en la provincia de León sobre centros integrados la organizó precisamente CCOO a finales de los años noventa, cuando ese modelo era todavía bastante desconocido y sólo existía en el País Vasco. Había ya allí por entonces lo que se llamaba “los cuarenta principales”, es decir, un número notable de centros de formación profesional con las características de centros integrados, con la peculiaridad de que existía una apuesta compartida entre la administración autonómica, el sector empresarial y las organizaciones sindicales para su impulso. Tanto es así que las propias empresas vascas invertían en la dotación de esos centros a la vez que recogían de inmediato el producto de esa inversión en un proceso de alimentación constante. Basta observar el desarrollo industrial de ese territorio, incluso en estos tiempos de crisis, para entender el porqué de su éxito y el beneficio social que ello ha supuesto.

     Pues bien, tarde nos llegó ese modelo pero hemos saludado desde el principio su implantación y nos hemos implicado activamente en su promoción. No se puede decir lo mismo de todos los actores llamados a ese mismo objetivo. Sin ir más lejos, las organizaciones empresariales han remoloneado más de la cuenta para incorporarse a los consejos sociales, lo cual no deja de ser un simple acto de compromiso sin más, de tal manera que siguen estando a años luz de la implicación que demostraron sus homólogas vascas. Tampoco la administración regional ha sido especialmente espléndida, parapetada tras la excusa de la crisis, para potenciar la apuesta, como se puede observar por ejemplo en el muy mermado centro integrado de Ponferrada o en la mejora de algunos aspectos de los dos centros de la ciudad de León.

     Por lo que hace al CIFP Ciudad de León, quede aquí constancia de nuestro buen entendimiento con su equipo directivo y con todos sus trabajadores y trabajadoras. Desde su Consejo Social hemos sentido su latido, a la vez que hemos tratado de aportar sugerencias para su mayor promoción y vinculación con el entorno. Al fin y al cabo, la formación que en él se imparte nos parece que forma parte sustancial del mercado laboral leonés y nos interesa su fortalecimiento. También sindicalmente, puesto que sus familias profesionales nutren de un modo importante a la clase trabajadora local, para la cual deseamos la mejor inserción, capacitación y progreso.

Publicado (censurado) en Zona Centro 4, junio 2015
Revista del CIFP Ciudad de León

jueves, 18 de junio de 2015

Mutis por el foro


     Algo así hizo el Parlamento Europeo la semana pasada cuando su Presidente decidió retirar de la votación un primer informe sobre el Tratado de Comercio e Inversiones entre Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP). Cuentan que se debió al gran número de enmiendas presentadas a alguno de sus elementos más controvertidos, pero también hay quien señala como causa la división de opiniones en el seno de alguno de los grupos políticos y apuntan al de los socialistas. Finalmente, otros pensamos que en ello ha influido así mismo la creciente respuesta popular de rechazo a un tratado como poco oscuro, adverso y poco democrático.

     Desde que se inició la negociación del Tratado, en medio del silencio mediático y de una opacidad sospechosa, el asunto ha evolucionado entre dos polos más que evidentes: el de quienes arriman el agua a su molino, que pretenden que se hable de ello lo menos posible, y el de quienes lo rechazan, que se han empeñado en hacer luz sobre el mismo como quien ilumina a un vampiro. Y en medio los parlamentarios europeos, la Comisión Europea, los lobbys del entorno de decisión europea y los gobiernos europeos, un conglomerado que hace tiempo desistió del europeísmo en su sentido ético para colocarse al lado del poder posmoderno, es decir, multinacionales y grandes entidades financieras. Ese es el contexto de la negociación y del porqué del mutis en su primer examen.

     No es espacio esta columna para muchos detalles sobre el contenido del TTIP, que exceden con mucho nuestros límites. Pero sí quiere sumarse al conjunto de luminarias que buscan generar claridad para animar el conocimiento. Sólo así tendremos criterio para situarnos ante el asunto y valorar sus consecuencias sobre nuestras vidas de simples ciudadanos y ciudadanas. Muchas son las materias del mismo y todas nos afectan en mayor o menor medida. Asomémonos, pues, a alguna de las ventanas que nos informan de ello y reclamemos participación y transparencia. Es lo mínimo que debemos hacer frente al mutismo.

Publicado en La Nueva Crónica, 16 junio 2015

lunes, 15 de junio de 2015

Retos y posibilidades


(Solicitado a propósito de la nueva legislatura en el Ayuntamiento de León)
     Si somos realistas, poco margen hay de maniobra para tantos desafíos que  se nos pueden ocurrir. Salvo un cambio general en las políticas que se han venido aplicando, los próximos cuatro años seguirán teniendo un aire ceniciento de crisis o postcrisis que en nada favorecerá muchas de las iniciativas que plantearse pudieran. Además, la deuda acumulada por el consistorio será sin duda un segundo condicionante dramático que no permitirá alegrías fáciles. Y, por último, si tenemos en cuenta las enormes limitaciones que las reformas del Gobierno han diseñado para las administraciones locales, nos daremos cuenta de que el rumbo conduce casi de forma ineludible hacia el naufragio. Del Ayuntamiento y de la ciudad.

     Así pues, el principal reto económico y laboral en nuestro entorno para el próximo cuatrienio no es otro que evitar el naufragio y favorecer en lo posible la llegada a mejor puerto siempre un poco más allá.

     Dicho esto, se nos ocurre que la atención municipal debiera centrarse en los siguientes asuntos primordiales, que tal vez sí puedan estar a su alcance. Aunque mejor sin duda en compañía de otros: resto de administraciones, agentes sociales, asociaciones vecinales y ciudadanía en general.

     El orden interno y el adecuado dibujo de su plantilla permitirán asegurar en principio la continuidad de unos servicios públicos, que no sólo garantizan empleo en condiciones sino también prestaciones sociales de toda índole que la ciudadanía requiere y necesita. Es tiempo, seguramente, siempre es tiempo, de revisar concesiones caras y procurar el ahorro a través de una posible municipalización. Es el caso de los servicios del agua, de jardinería, de transporte urbano, de ayuda a domicilio, etc.

     En segundo lugar, el remate de infraestructuras eternamente pendientes permitirá a la ciudad situarse mucho mejor en las redes logísticas, por lo que hace tanto a personas como a mercancías, y así situarse mejor en el mapa general y en la competitividad de las empresas. Nos referimos sobre todo a las infraestructuras ferroviarias, no sólo a las más elitistas, al cierre de las rondas externas y a las autovías que aseguren comunicaciones trascendentales hacia Valladolid y hacia Braganza.

     Y puesto que no hay ya más remedio que comerse el Palacio de Congresos, poner en marcha de inmediato un gabinete de trabajo que garantice al menos a cinco o diez vista el adecuado aprovechamiento de ese espacio, de forma que no se convierta en un enorme continente vacío y en homenaje muerto a lo que pudo ser y no fue.

Publicado en Diario de León, 15 junio 2015

sábado, 13 de junio de 2015

JUAN ANTONIO DELGADO: Francisco García Salve. Preso político, cura obrero y sindicalista de CCOO

EL AUTOR
     Juan Antonio Delgado de la Rosa es un historiador y experto en estudios eclesiásticos. De esa combinación proceden abundantes publicaciones sobre curas heterodoxos, es decir, religiosos que abandonaron su tarea para comprometerse en labores bastante más humanas, en la solidaridad de clase y hasta en la militancia política. Por ejemplo, Mariano Gamo, José María Díez-Alegría y en este caso Francisco García Salve.

EL LIBRO
     El libro recoge, evidentemente, la biografía de Paco García Salve, pero también su pensamiento y otros testimonios documentales que explican mejor todavía el contexto y la situación en que actuó el "cura Paco". Desde los jesuitas y la Universidad de Deusto al trabajo en la construcción en Madrid; desde las Comisiones Obreras al Partido Comunista; desde el compromiso con los más desfavorecidos siempre. Un texto publicado por Ediciones Endymion.

EL TEXTO
     Dice Ignacio Fernández Toxo en el prólogo: "A lo largo del libro, a menudo resulta muy crítico con experiencias vividas, pero nunca, nunca, ataca a personas de la izquierda política o social. Aunque no estuviera de acuerdo con ellas, mantiene una actitud de digno respeto, reservando sus ataques exclusivamente para los que podíamos llamar los explotadores; algo a lo que no estamos muy acostumbrados cuando leemos biografías o memorias, pero Paco siempre ha sabido muy bien de qué lado está y no ofrece ningún titular a los que están enfrente de la clase trabajadora".

viernes, 5 de junio de 2015

Pacto de ciudad


     Pongamos por caso la radiografía de las ciudades españolas recientemente publicada por el diario Expansión. Se cuenta en él que el Ayuntamiento de León ha experimentado un aumento de su deuda en un 164% desde el año 2011, lo que sitúa a la ciudad en la posición previa a la antepenúltima del país entre las de más de 50.000 habitantes. Por otro lado, en materia de desempleo, la capital es la séptima que peores números registra, con un aumento del 11% en la tasa de paro desde diciembre. Con los datos registrados en abril, la cifra de personas paradas en la capital se acercaba a las 12.000.

     Poco nuevo se descubre en estos datos, la verdad. Nada que no tenga un reflejo amargo en nuestras vidas corrientes, a pesar de que los debates preelectorales apenas hayan abundado en ello salvo de forma más que genérica. Da la impresión de que tampoco ahora, ni en la construcción de pactos ni en las arquitecturas de gobierno municipal, se presta especial atención a estas cuestiones sustanciales. Sin embargo, el mapa es tan dramático que bien debiera merecer una actuación política novedosa y arriesgada. Lo mismo que reclaman otras materias cuya solución requiere mucho más que imaginación y tiempo. Porque éste es otro componente importante del panorama, la certeza de que para dar solución a los grandes problemas ciudadanos se ha de requerir mucho más que una legislatura y, por tanto, habrán de elaborarse políticas a medio y largo plazo que comprometerán necesariamente a más de una corporación. Y, en fin, si tenemos en cuenta también el férreo corsé establecido por las leyes locales del ministro Montoro, o de todo el Gobierno actual en suma, concluiremos que la capacidad de maniobra es escasa y que bien haríamos en sumar esfuerzos contra ese destino gris escrito en hojas de cálculo insensibles.

     Éstas y otras consideraciones parecidas nos llevaron a proponer, hace ahora tres años, un pacto de ciudad. La propuesta, hoy, sigue teniendo valor, como vemos, y sigue siendo necesaria. Muy por encima incluso de la geometría derivada de las últimas elecciones municipales y de esa fiebre pactista que en ocasiones parece más bien una rifa. No nos referimos a gobiernos de concentración o cosa parecida. No, que gobierne quien tenga que gobernar, pero que ese gobierno, en asuntos fundamentales, se acomode a acuerdos que vinculen a todas las fuerzas políticas, sociales o vecinales con un claro objetivo: que la ciudad abandone el pozo en el que hoy está sumida.
     Los retos a los que se enfrenta el municipio son mayúsculos y afrontarlos con el propósito de resolverlos requerirá algo más que aritmética electoral. Por eso mismo será bueno ampliar el diámetro del compromiso incluso más allá de los muros consistoriales. Es la ciudad en su conjunto la que debe asegurar ese proceso de un modo participativo, guiando el paso de sus representantes electos, a quienes corresponderá –y no es poco- la gestión más doméstica y corriente de los asuntos comunes. Pero los grandes objetivos urbanísticos, fiscales, sociales y culturales debieran ser causa de acuerdos más que generales para garantizar el éxito. Así lo hemos comprobado en legislaturas precedentes, cuando la acción parcial e interesada no ha hecho más que postergar soluciones y agravar en muchos casos los problemas. La nueva imagen, las nuevas caras y las nuevas ideas que han llegado ahora al Ayuntamiento son motivo suficiente para pensar que ha llegado así mismo el momento.

     El empleo, como hemos señalado al principio, es uno de esos problemas. Todos los grupos políticos lo han nombrado en campaña como una de sus intenciones prioritarias. Bienvenida sea esa declaración. Pero, seamos realistas, el margen de intervención desde este ámbito es limitado. Debe pasar, eso sí y en primer lugar, por ordenar el empleo propio, para lo que no se nos ocurre mejor herramienta que el impulso del Consejo Consultivo para la Mejora de los Servicios Públicos Municipales, creado con acuerdo general en el mandato que ahora concluye. Sobre todo porque ello redundará necesariamente en el fortalecimiento de dichos servicios, que es otro de los desafíos inmediatos irrenunciables, tal y como demandan nuestros ciudadanos y ciudadanas. Esa es la base sobre la que construir otras iniciativas relacionadas con la materia.

     Por último, la ciudad necesita no sólo resolver el déficit heredado sino tratar de proyectarse hacia el futuro. En tal sentido, hora es de que entremos de una vez en el siglo XXI. Poco nos resolvió en el pasado el León Real o la Cuna del Parlamentarismo; como poco nos resolverán las referencias a ese discutido cáliz que ahora se coloca en el escaparate de la imagen local. No se trata de que cada gobierno municipal invente un nuevo tótem, por lo general apolillado y fácilmente sustituible, sino de progresar de acuerdo con los tiempos que vivimos. Desde luego, éstos no pasan sólo por las piedras muertas, cuyo valor es el que es y reconocemos; más bien necesitamos con urgencia saber que nuestra ciudad habita en el porvenir y no en la eterna nostalgia.
Publicado en Diario de León, 4 junio 2015

martes, 2 de junio de 2015

La vida corriente


     Superada la tómbola electoral y en pleno rastro postelectoral, la vida corriente vuelve poco a poco a su ser. A su levedad del ser.

     Coincidiendo todavía con las últimas fechas de la rifa, se conocieron ya algunas evidencias nuevas de ese ser nuestro de cada día; y su fluir ha continuado con la cadencia habitual del martirio, acentuado aún más, naturalmente, por el contraste con las ilusiones vanas de ciertos discursos pueriles en pos del voto. Véanse las muestras.

     Dijo primero la OCDE, organización nada sospechosa de radicalismo de izquierdas, que la crisis ha disparado la desigualdad en España entre pobres y ricos a un nivel récord, de tal modo que el 10% de los españoles menos favorecidos perdieron un 13% anual de sus ingresos entre 2007 y 2011, mientras el 10% de los que más tenían solo perdieron un 1,5% anual de sus ganancias. Como causas concretas de ello se citaba la equivocada consolidación fiscal, el incremento del empleo temporal o las diferencias salariales entre hombres y mujeres.

     A continuación un informe sindical nos recordó otra cara dramática de esa desigualdad, la que nos descubre 771.000 hogares sin ingresos laborales en estos momentos, 40.000 más que a finales del año pasado. En ellos viven 1.600.000 personas, 330.000 de ellas niños o niñas. En paralelo se señalaba que la renta del 10% más rico de la población española fue 9’8 veces mayor que la obtenida por el 10% más pobre.

     Por último, el INE, es decir, un organismo gubernamental, nos confirmó que en España el 35% de los menores de 16 años se encuentra en riesgo de pobreza y que los hogares que no pueden afrontar gastos imprevistos escalan al 42’4%, su porcentaje más alto desde 2004. La encuesta revelaba también que el 16’1% de los hogares llegaba a final de mes con "mucha dificultad".

     Es la vida corriente. Y molinete, por supuesto: pregunten, si no les parece suficiente, por las dosis de suero glucosado con que cuentan los centros de salud de esta ciudad y luego crucen los dedos por si acaso.

Publicado en La Nueva Crónica, 2 junio 2015