Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 27 de agosto de 2023

Frío

            Si la pugna entre contrarios tiene algo de benéfico, posiblemente nada nos redima mejor del calor sufrido que el recuerdo o la esperanza del frío. Luego, en unos meses, pensaremos lo contrario y obraremos a la inversa, pero ahora, culminada la canícula de agosto, el refresco nos llega de inmediato con sólo soñar la posibilidad de una temperatura que atempere: “Ma che fredo fa…” cantaba en el Festival de San Remo en 1969 la cantante italiana Nada Nalanima. Y escucharla reconforta.

 

            Lo clásico se alza siempre por encima de lo moderno y por eso mismo no se necesitan ni virtualidades ni avatares ni inteligencias artificiales ni meta-nada para aliviar sofocos y limpiar sudores. Basta con asomarse al cancionero y salir a pasear con un puñado de cantables en las orejas a modo de ventilador elemental. Aseguro que funciona.

 

            Al fin y al cabo, “in this life, coming in from the cold”, nos recordaría de inmediato Bob Marley desde su laberinto rítmico, a lo que habrían de replicar sin mayores aspavientos Manolo Tena y Enrique Urquijo al alimón, allá donde habiten: “Estoy ardiendo y siento frío…” Es de ahí de donde deriva el único inconveniente de ese campo semántico: que el frío cantado no es un fenómeno meteorológico sino una pose sentimental. A diferencia del calor, que es todo un mundo en sí dentro del repertorio musical, el frío pasa enseguida de lo externo a lo interno sin remedio y nos resfría el alma con extrema facilidad. Conviene, pues, tomarlo en pequeños sorbos. “La tentación de pecar me daba frío sin ti”, confiesan a dúo los muchachos de Navajita Plateá; y no se nos olvidé tampoco el martirio y la melopea de Jesús de la Rosa al frente de Triana: “porque a mí meatormenta en el alma tu frialdad”. Por cierto, salvo Nada, todo chicos quejosos.

 

            De una forma o de otra, pronto una corriente heladora enlazará las cumbres del Moncayo y de Peña Ubiña para coronar otras estaciones. Tornaremos entonces a entonar canciones cálidas y bailables y nos abrigaremos hasta un nuevo verano.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 27 agosto 2023

domingo, 20 de agosto de 2023

Climaterio

            Si de simples semejanzas formales se tratara, cualquiera podría concluir que hablamos del tránsito del clima no se sabe bien hacia dónde o de la pérdida de fertilidad del planeta precisamente por esos mismos motivos. Los falsos amigos del lenguaje se comportan así. Además, este tipo de desviaciones lingüísticas son más frecuentes cuanto más insólito nos resulta el asunto al que nos referimos, bien por puro exotismo en sí, bien por su rareza en las conversaciones. Quizá eso -lo extraño- explica en parte que un buen amigo me hable a veces de los gatos de angola o de chicas delgadas como sífilis. Con absoluta naturalidad.

 

            Lo del climaterio, en cambio, nada tiene que ver con exotismos puesto que es común, sino más bien con lo inusual en la conversación, ya sea por un falso pudor en algunos casos, ya sea porque hay asuntos de los que directamente no se habla. Salvando las distancias, yo mismo, sin ser una excepción, nunca hablé con nadie de mis transformaciones físicas o biológicas, salvo ahora que ironizo con las citas médicas. Y eso que entonces se producían en sentido de progreso, a diferencia de esta edad actual en la que uno va de caída. No es normal entre hombres, jóvenes o no, hablar de ello. ¿Es normal entre mujeres? Lo más raro en cualquier caso es que se produzca entre unas y otros cuando, en realidad, nos ayudaría bastante en el conocimiento que compartimos.

 

            Se trata de hablar y de escuchar, dos verbos de difícil conjugación en ciertas situaciones y según qué interlocución. Leo, en paralelo a la redacción de esta columna, un artículo en un diario nacional sobre la experiencia del posparto en varias mujeres. El denominador común de sus relatos es la soledad y el silencio. No suelen servir en esos casos ni las etimologías populares ni los eufemismos para hacer una gracia o una sugerencia por si alguien quisiera oír. Es lo que toca, parece ser el lema que nos rige en esos mundos tanto a hombres como a mujeres. O hablar del clima, que siempre es más que socorrido.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 20 agosto 2023

domingo, 13 de agosto de 2023

Beneficios

            En uno de los debates que integraron la quinta edición del Foro de la Cultura celebrado el pasado año, señalaba el periodista Santiago Segurola que “en algunas cadenas [de televisión] el 50% de las noticias son sucesos, la realidad política o cultural empieza a no valer nada para lograr audiencia. Cuanto más sensacionalismo, peor información”.

 

            Comento esto porque, ciertamente, hay noticias que nos saturan y noticias que requieren del buceo para dar con ellas. Entre las primeras se sitúan los sucesos, por supuesto, pero también los deportes (el fútbol en particular), el turismo y sus excesos y, en los últimos tiempos, todo lo que tenga que ver con la salud. Entre las segundas se colocan todos los análisis de fondo que requieren atención y esfuerzo de unas neuronas por lo general infrautilizadas. También las que cuestionan el status de los poderes establecidos. El valor entonces de los artículos de opinión para resaltar lo opaco es trascendental.

 

            Pongo de relieve hoy los datos que ofrece el Observatorio de Márgenes Empresariales, elaborado por el Ministerio de Asuntos Económicos con la colaboración de la Agencia Tributaria y del Banco de España. Merece la pena su lectura, pues no hay espacio en una columna para tanta y tan importante información, búsquenlo, es público. Una parte de ella nos confirma de modo oficial que el sector energético ha obtenido en los últimos 12 meses un margen de 97.805 millones de euros. También el turismo, la hostelería y la cadena alimentaria han ensanchado notablemente esos márgenes. En general, los márgenes empresariales han crecido el triple que los salarios desde 2019. En suma, los beneficios crecen a costa de la sociedad (inflación) y de sus trabajadores y trabajadoras (reparto del valor añadido).

 

            De esto apenas se habla en los informativos y, desde luego, tampoco en las campañas electorales, pero es nuestra realidad, la que condiciona en gran medida nuestras vidas y es importante. Mucho más que los sucesos, que el fútbol y que el SIBO.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 13 agosto 2023

domingo, 6 de agosto de 2023

Riego

            No quedó más remedio que desembocar en la consulta de asuntos vasculares para hablar de sequías y de regadíos y para rematar la faena con un par de recetas de esos medicamentos con los que, mucho antes de nosotros, había comulgado ya algún familiar cercano. Y menos química, claro, y menos tractor. Todo ello a causa del secano que se ha adueñado de algunas fincas de mi propiedad, cuyo remedio es muy dudoso por otras vías digamos más ecológicas. Máxime cuando ahora las huestes rancias y revenidas nos acusan de la demolición de presas en España, lo que añade a la enfermedad un inesperado dolor de conciencia. Al fin y al cabo, por unas razones o por otras, todos los enfermos somos responsables en mayor o menor medida de cuanto nos ocurre: se llama haber vivido.

 

            Son cosas del riego, se decía antiguamente, y todo el mundo parecía entender a qué se referían. Pero no estoy seguro de que sucediera igual si dijésemos, como se enuncia en la actualidad, claudicación gemelar y otros pormenores menos digeribles. No, lo del riego era infinitamente más preciso, por impreciso, y explicaba a la perfección casi todas las dificultades físicas del existir: tiene problemas de riego, y todas las gentes cabales sabían a qué atenerse. Sin embargo, sucede ahora que cuantos más severos son esos problemas más nos gustan el golf y los jardines con césped estilo inglés, más dalias y geranios plantamos y más plásticos instalamos a la vera de Doñana. Cómo vamos a proceder entonces los miserables enfermos si, además, prestamos atención a los predicadores de los efectos secundarios de las vacunas.

 

            En fin, lloverá y escampará y esas lluvias aportarán aguas para nuevos riegos. A la postre, sea por edad o por calendario, estamos casi al final del año hidrológico. Veremos pronto cómo los caudales vuelven a crecer y cómo, a la par, llegará el riego hasta los últimos confines del cuerpo en la medida que toca: tampoco estamos para competir en las olimpiadas del próximo año ni para cultivar nuevos jardines.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 6 agosto 2023