Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 27 de diciembre de 2022

A propósito de la investigación sobre el franquismo


      Las investigaciones sobre el franquismo y su entorno político, social y cultural constituyen uno de los principales campos de trabajo para los historiadores e historiadoras en la España actual. Cerca de cincuenta años después de la muerte del dictador y más de ochenta años después de la guerra española, esto sigue siendo así. Quizá porque se trata de una etapa de nuestra historia sobre la que menos luz se ha arrojado desde numerosos ángulos (sobre todo desde el educativo), con la clara intención de llevar a cabo algo así como un borrón y cuenta nueva. Desde luego, el compromiso de la Historia no puede ser ése.

      Así lo han venido a demostrar las más de doscientas personas asistentes y las ciento cincuenta y cinco comunicaciones presentadas en el XI Encuentro Internacional de Investigaciones sobre el Franquismo, que tuvo lugar en la ciudad de León el pasado mes de noviembre. Esas comunicaciones procedían de ochenta universidades, quince de las cuales eran extranjeras. Y de todo ello da testimonio así mismo el manifiesto titulado “El conocimiento de la historia del siglo XX es imprescindible para comprender y mejorar el presente”, que fue corroborado por todas aquellas personas asistentes al Encuentro que plasmaron con su firma el apoyo a su contenido.

 

     No se trata aquí de repetir el catálogo de asuntos abordados, todos ellos más que jugosos y que iluminan sendas futuras para el trabajo, sino de lanzar una onda al aire que prolongue como un eco la importancia del Encuentro. Las citas pasan, pero las sustancias permanecen. Pronto llegará otro eco más: a principios del año 2023 se podrá acceder de un modo universal y abierto a las actas de todos los encuentros anteriores, los diez encuentros que se extienden a lo largo de treinta años. Esto es más que relevante. Y pronto también podrán leerse las comunicaciones que en el Encuentro de León se presentaron. El conocimiento al alcance de todos y de todas. Ese es en verdad el objetivo último de una reunión científica como la que se vivió en nuestra ciudad.

 

     Una reunión que por primera vez llegaba a nuestra geografía, a la geografía toda de esta Comunidad Autónoma. La Universidad de León y la Fundación Jesús Pereda de CCOO, sus organizadores, no son, pues, circunstanciales en la materia, sino núcleo de la misma, y han convertido a la ciudad de León en eje nacional de todo ello. También esto es más que notable. Es el trabajo el que nos hace sustanciales. A esa cualidad contribuyeron, no lo olvidemos, terceros que colaboraron para extender en el tiempo y en el espacio el espíritu del Encuentro. Nos referimos al Ayuntamiento de León, al Área de Actividades Culturales de la ULE y al Museo de León. Su abrazo cultural nos dio aún mayor empaque y acercó el saber a toda la ciudadanía leonesa sin que fuera necesario aventurarse en el campus. No ignoramos tampoco la colaboración imprescindible prestada por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.

 

 

     No pecamos de falta de modestia si afirmamos que ha sido una tarea no menor. Así por la magnitud de la empresa como por el momento en que se ha llevado a cabo. Asumimos esta responsabilidad a finales de 2019, al clausurarse el Encuentro precedente celebrado en Valencia. A esa fecha le siguieron acontecimientos y sucesos absolutamente imprevisibles: una pandemia, una guerra en Europa y la entrada de la extrema derecha en el Gobierno de Castilla y León, entre otros. Nada nos detuvo y supimos hacer frente a los elementos. En particular al último de los citados, que supone un reto decisivo para nuestra democracia. Frente a quienes pretenden callar o reescribir la historia a su favor, nada hay más importante que la investigación y el estudio riguroso. No fueron sólo Madrid o Barcelona como grandes urbes las que sufrieron la guerra, la dictadura y todas sus consecuencias, tal y como de una forma simplificada se hace ver en algunas ocasiones. No, también el dolor y la represión llegó hasta los últimos confines de nuestra tierra más cercana, esa que ahora vuelve a padecer el discurso rancio de quienes resurgen del pasado para impedir el progreso. También en ello hemos hecho hincapié en nuestro Encuentro y lo seguiremos haciendo en cuantos otros ecos del mismo nos nazcan.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 27 diciembre 2022

domingo, 18 de diciembre de 2022

Cuento

            Tengo un problema: soy un inadaptado social. Y lo soy más en este mes de diciembre, cuando las costumbres sociales, más o menos mediatizadas, agudizan mi incomodidad. Confesaré, para empezar, que durante esa montaña rusa de principios de mes no me moví del barrio. Es decir, no aparecí en ningún telediario porque no me humillé en ningún aeropuerto, porque no me sumé al trajín de las estaciones ni formé parte de esas caravanas de vehículos que van y vienen de forma escalonada, según repite año tras año la misma periodista de siempre situada en el mismo puente de siempre sobre la misma autovía de siempre. Tampoco fui a esquiar, ni me hospedé en una casa rural en crisis ni anticipé ninguna compra que llaman navideña. Por no viajar, no fui ni tan siquiera a Hungría para pasar unos días con mi hijo. No, me quedé en el barrio como un yonqui de los años ochenta deambulando por esas calles hasta perderse en la niebla. Soy un Albert Pla de andar por casa, un excéntrico. A saber cómo reaccionaré cuando lleguen las navidades.

 

            Un año se me ocurrió viajar hasta el Monte Perdido y descubrí que era más bien un monte hallado y hollado por una inmensa multitud de la que también yo formaba parte. Me sentí incómodo, un intruso, ahí empezó uno de mis procesos de inadaptación social. Hay otros. Desde entonces, miro a los destinos que se me dibujan en el mapa con sumo respeto. Tanto que por lo general ni me muevo del barrio. Este último verano, tomando un café con un buen amigo en una terraza, me preguntó si tenía algún plan estival. Le respondí que no, que no hacía planes, que ya había ido a todos los lugares que alguna vez deseé visitar. ¡Ah! -replicó- ¿Entonces habrás estado en los cinco continentes? No dije nada, me di cuenta de que para muchas otras personas como yo lo normal es viajar de continente en continente hasta agotar el catálogo. O ir a Vigo para ver lucecitas, sin ir más lejos. Pero no, di la vuelta para regresar a casa y en el camino me encontré con un yonqui. Era yo mismo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 diciembre 2022

domingo, 11 de diciembre de 2022

Boca

            Hubo un tiempo dichoso en que todas las imágenes de la boca se resumían en un poema firmado por Miguel Hernández: “Boca que arrastra mi boca, boca que me has arrastrado”. Fue largo ese tiempo y provechoso. A él vino a sumarse después, para prolongarlo, una melodía también jugosa de David Broza: “Yo no quiero más equipaje que el misterio de estar en tu boca”. Y éramos felices ingenuamente.

 

            De súbito, toda esa lírica se ha desvanecido ante el estallido de la salud, cuya efervescencia corre en paralelo curiosamente a la merma de la sanidad que nos atiende. Hasta un joven danés, biólogo molecular él, acaba de publicar un libro que se resume en la siguiente sentencia: “Mantener tu boca limpia es de las pocas cosas fáciles que puedes hacer para alargar la vida”. Y, a su lado, todos los mecanismos abundantísimos de la publicidad llevan de hecho una larga temporada haciéndose eco de ese tipo de mensajes sin permitirnos ninguna escapatoria. ¿Qué puede hacernos sentir más culpables que leer un titular como el que sigue: “Infarto, cáncer, alzhéimer… Así aumenta la mala salud de sus encías el riesgo de sufrir otras enfermedades”? Ese doloroso empeño por convertir todo lo placentero en arriesgado o dañino directamente es viejo y perenne, pero nunca lo habíamos sentido con efectos retroactivos hasta el punto de derrumbar nuestras devociones.

 

            Si uno se para a pensar, casi dan asco los besos que fueron, las salivas que se compartieron y los labios que apenas se rozaron. Como si el amor fuese un intercambio de bacterias y un matrimonio de infecciones. Incluso he descubierto en mi última visita al odontólogo que acaba de fundarse la Casa de las Encías, definida como la casa de todos los implicados y preocupados por la salud bucodental. No hay escape, pues, ni hay mares del sur donde soñar ni poesía donde esconderse. Sólo nos queda encontrarnos en la consulta para hablar de nuestras gingivitis y descubrir la complicidad en el sarro y en las endodoncias hasta que la muerte nos separe.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 11 diciembre 2022

domingo, 4 de diciembre de 2022

Canciones

            El fallecimiento de Pablo Milanés ha recuperado el valor de las canciones y el de sus compositores. Cuando es suficiente con una máquina, ciertos mecanismos de inteligencia artificial y una imagen para triunfar en el confuso comercio musical, la reivindicación del cancionero resulta más pertinente que nunca. Al fin y al cabo, adocenadas por el mercado, las audiencias consumen en lugar de escuchar, reproducen en lugar de emocionarse y desechan en lugar de conservar en su acervo cultural cuanto la música es capaz de aportarnos. La canción, en cambio, conmueve y se liga a la vida para siempre. En palabras de Luis García Montero: “Las letras de canción salen / de unos labios, se extienden por las salas / de conciertos, por las alas inmensas de / las grabaciones, por la cultura y las inquietudes / de un país, y luego se quedan flotando en la memoria, / hasta que vuelven a unos oídos o unos ojos, / convertidas en asunto personal, en viva voz callada / del recuerdo. La memoria vive en las huellas / que deja el tiempo sobre la arena, o en los estribillos / que dejan las canciones sobre la historia”.

 

            Lo cierto es que, desde la cuna a la tumba, el itinerario vital se escribe también con canciones: nanas, espirituales, cantos de trabajo, de amor, baladas, cantos litúrgicos, himnos, villancicos… Hay canciones de arte y ensayo, hay canciones de redención y de combate y hay, por supuesto, canciones de vida y de muerte. Podríamos parafrasear al mismísimo Aristóteles y concluir que el ser humano, además de ser un animal que habla, es con casi la misma intensidad un animal que canta. Diríamos más, cuántas de nuestras experiencias fundamentales no incorporan la melodía de una canción que las identifica con una marca indeleble. El recuerdo, de hecho, nos funciona con canciones que nos permiten revivir lo que fuimos en otros tiempos. Incluso hasta dolernos, como bien apunta Benjamín Prado: “todas las canciones terminan por ser tristes, por ser la banda sonora de algo que has perdido”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 4 diciembre 2022

jueves, 1 de diciembre de 2022

RAÚL GARCÍA: El sindicalista infiltrado

EL AUTOR

      Raúl es Ingeniero Superior de Informática especializado en Big Data y Data Science. Ha trabajado en Telefónica I+D y en INDRA ISTI en proyectos de Big Data. Luchador incansable en contra de la precariedad laboral con CCOO, ha sido presidente del Comité de Empresa en Telefónica I+D y en Indra. Durante los últimos años fue responsable de CCOO Servicios Valladolid y actualmente Delegado provincial de CCOO Valladolid.

EL LIBRO

      En julio de 2019, Raúl García Agudo, responsable de la sectorial de servicios de Comisiones Obreras en Valladolid en aquel momento, irrumpía en las redes sociales y los medios de comunicación con su infiltración en el proceso de selección de Glovo. Compartió por redes sociales los abusos y la precariedad laboral de los nuevos trabajos de la economía de plataformas. Las noticias que se hicieron eco de la actuación sindical de Raúl y de su denuncia de las condiciones de esclavitud de los riders de Glovo se refirieron a él como “El sindicalista infiltrado”. Este ensayo nos muestra las condiciones extenuantes e indignas de trabajo, y lo que ocurre en este tipo de empresas para que la próxima vez que abramos la puerta a uno de estos riders sepamos perfectamente a la explotación a la que está sometido diariamente.

EL TEXTO

     "El reconocimiento laboral de los riders como trabajadores implica, entre otros muchos aspectos, el derecho de representación sindical y esto abre un fundamental espacio de representación, reclamación y defensa de los trabajadores ante la dirección de Glovo que conseguirá torcer el brazo al gran unicornio español en todos sus frentes. Esta vez también desde dentro".


 

domingo, 27 de noviembre de 2022

Indiferencia

Un riesgo severo de estos tiempos extraños es la indiferencia. Ese término es en realidad la más fina expresión para definir una actitud que emparenta con apatía, indolencia o directamente desprecio. Nada efectivo, en suma, a la hora de valorar y hacer frente a una realidad abrumadora. Hacerle frente con afán audaz y transformador, quiero decir. Para abandonarse, en cambio, nada mejor que esa frialdad, esa displicencia, así en lo público como en lo íntimo.

 

Sobran causas y motivos para que la actitud fuese la contraria y asusta observar que no se responde en tal sentido. Tanto da la guerra que la tragedia climática, el pavoneo de la extrema derecha que el robo de nuestra privacidad. Mansamente, dejamos ir el rumbo de los sucesos como si se tratara de una fatalidad o de un designio inmutable y, si en muchos casos ya habíamos dimitido de nuestros deberes de ciudanía, sumamos ahora al paisaje esta pose individual que nos abisma en el pozo de la inacción.

 

Lo último, lo más pintoresco quizá, es lo de ese espectáculo comercial del fútbol: el mundial de Qatar. Pensamos que no va con nosotros ese lío de derechos humanos tan distante en el mapa, que no está a nuestro alcance intervenir en ello. Pero olvidamos que no ha mucho hasta estos páramos leoneses se vino el embajador de ese emirato para recoger un premio concedido a una academia deportiva propietaria del equipo local, que fue recibido y agasajado por todas las autoridades locales y provinciales y que un medio de comunicación tituló sin empacho: “el deporte hermana a León y Qatar”. Bárbaro hermanamiento. Son comportamientos que solo se entienden desde el provincianismo más arcaico.

 

Apenas nada se dijo entonces contra este bochorno. Hubo indiferencia. Y de la gala de los dichosos premios, celebrada en lo que fue campo de concentración, solo tres o cuatro personas se ausentaron mientras el emisario diplomático glosaba las glorias de su país y sus aportaciones a la humanidad. Dicho de otro modo: siempre se puede hacer algo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 27 noviembre 2022

domingo, 20 de noviembre de 2022

Cárcel

            Hace unas cuantas décadas, tal día como hoy moría ese hombre. Aquella mañana, en el internado, nos despertaron con esa noticia y con la buena nueva de que en unas horas nos devolverían en autobús a nuestras casas por un tiempo indefinido. Fue algo extraordinario.

 

            En otro internado no muy distante del mío, también en la ciudad de Zamora, otros permanecieron encerrados y no abandonarían su cárcel hasta pasados unos cuantos meses. Eran los curas presos del franquismo, de cuya represión, parafraseando a Blas de Otero, no se salvaba ni dios. Tampoco ellos, que estaban mucho más cerca de la divinidad que aquel puñado de adolescentes felices por regresar a sus casas e ignorantes en esos momentos de aquella historia carcelaria. Hace escasamente diez días abracé a Josu Naberan y a Juan Mari Arregui, dos de los protagonistas de aquel drama, apenas una pequeña parte del principal drama español del siglo XX, eso que algún desalmado, un sin-alma, trata de despachar como una pelea de abuelos. Los abracé y creo que me sentí redimido de mi ignorancia de entonces. Como ellos, yo también gustaba de asomarme al río Duero a su paso por la ciudad, aunque por fortuna para mí esa visión no era estorbada por ningún barrote. Como ellos y como muchos, también yo perseguía una libertad que, comparada con su encierro, era simple puerilidad. Por eso, al abrazarnos, recompusimos al fin el significado pleno de esa palabra. A continuación, como corresponde, compartimos con amigos vino y viandas.

 

            Josu estuvo encerrado siete años por mantener su compromiso más allá de la parroquia. Arregi, en cambio, sólo vivió por aquellas fechas el exilio y la clandestinidad a causa de motivos similares. Nada que ver con mis tres años de bachillerato en la Universidad Laboral de Zamora, adonde regresé pocos días después de la muerte de ese hombre para cerrar aquel ciclo académico. Y adonde regreso todavía regularmente para recuperar la visión del río al que persigo y que me persigue en todas las paradas de la vida.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 20 noviembre 2022

domingo, 13 de noviembre de 2022

Sal

            Días atrás asistimos, entre el asombro y la vergüenza ajena, a una disputa estéril entre dos alcaldes, el de Valladolid y el de León, acerca de quién suda o quién llora más. Como si sudar o llorar fuesen acciones opuestas. Si en un momento de lucidez les hubiese dado a ambos por leer, por ejemplo a Karen Blixen, sabrían que “la cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el agua del mar”. Sólo esto último está ausente del paisaje de esas dos ciudades que ellos gobiernan; por lo demás, de sudores y llantos saben bien desde antiguo las gentes todas de uno y otro lugar. Tampoco es cuestión de ver quién desagua más líquidos y a través de qué glándulas.

 

            Porque esas dos ciudades nunca han vivido de espaldas salvo en ciertos imaginarios y porque el supuesto enfrentamiento entre ellas es pura invención política interesada, de la que lo que ahora comentamos es solo un episodio más. Por el contrario, en muchos aspectos, particularmente en el cultural, son dos territorios que siempre se han alimentado mutuamente con gentes que iban y venían entre un lugar y otro y que en ese tránsito crecían. Exactamente igual que entre otros territorios, salvo que el punto de destino de uno de ellos sea Madrid, en cuyo caso todo acaba siendo fagocitado por la cuna de la libertad. Curiosamente, esto no genera controversias territoriales. Quiero decir que en esta Comunidad de identidades diversas -no otra es su identidad más que la diversidad- la cultura sí fue siempre nuclear, aunque las políticas no hayan querido verlo y hayan orillado esta realidad. Sucede del mismo modo en casi todos los mapas.

 

            Quizá esta sea la clave de la supuesta polémica, que la cultura, que es la sal, no forma parte de la vara de medir porque no la consideramos sustancial. También porque no vive buenos momentos, azotada bárbaramente por las crisis económicas y por la pandemia, y eso tiene su reflejo en todos los presupuestos y en el mantenimiento de la distancia social a la que nos han acostumbrado.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 13 noviembre 2022

domingo, 6 de noviembre de 2022

Índice

            Un índice es ante todo una señal de algo. Pero, conforme a lo que enseña la Academia, un índice es un libro u otra publicación, lista ordenada de los capítulos, artículos, materias, voces… en él contenidos; y también el catálogo de las obras conservadas en una biblioteca, archivo… clasificadas según diversos criterios. Un mundo, en suma.

 

            Y si eso es un índice, a qué puede llamarse entonces Índice de índices. Así nombró nuestro amigo Hilario Franco su libro, su único libro que eran todos los libros en uno y que se hizo materia no venal hace ahora dos años, justo cuando a él le dio por desaparecer. Un libro de libros. Una biblioteca de bibliotecas. Un sistema de sistemas de macrodatos, se diría ahora. Por eso mismo a nadie debería extrañar que esa obra magna contuviera, señalaba él de un modo enfático, tanta sabiduría como la del propio Quijote, tras cuya sombra se movía él casi desde el principio de sus tiempos y casi a cuya vera reposa. ¿Cómo llenar ahora todo ese inmenso vacío, toda esa conciencia cierta de que ya no caminaremos más por esa senda que él nos despejaba? ¿Cómo seguiremos aprendiendo si él no puede continuar con la escritura? ¿Y cómo aprehenderá el mundo todo ese conocimiento si no está él para predicarlo? El silencio de los muertos es larguísimo, aunque perdure su obra para mantenernos vivos. Eso sí, ninguna editorial vendrá ahora a hacerse cargo de una publicación cuyo autor ya no existe y no puede, por tanto, promocionarla. ¿A quién le interesa un autor muerto habiendo tantos vivos y coleando? ¡Ah, el comercio!

 

            El caso es que no son éstos bueno tiempos porque nuestro índice emocional se nos llena de más muertes de lo que somos capaces de soportar. Y si, como decíamos al principio, el índice es una señal de algo, parece claro que la indicación nos alerta sobre el final abrupto en muchos casos de aquellos con quienes hemos convivido y creado. Que es tanto como apuntar al fin paulatino de nosotros mismos. En fin, leamos, que no nos queda mucho tiempo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 6 noviembre 2022

domingo, 30 de octubre de 2022

Octobre

            Puestos a elegir, me quedo con este mes escrito en francés. En parte porque uno es un afrancesado y no lo oculta, pero también y sobre todo porque Octobres, en plural, era el título de una revista literaria que mi amigo Christophe Dubois me enviaba hace años por correo postal mientras la publicación tuvo vida. Es el sino doble de ese tipo de revistas: títulos evocadores y existencias efímeras.

 

            Posiblemente no añado nada nuevo si coloco Espadaña en la cima de ese poder sugerente. Lo mismo que si digo que en el polo opuesto se sitúa, a mi juicio, Cuadernos Leoneses de Poesía. La primera nos abre un horizonte; la segunda, apenas un pupitre o un sillón orejero. En medio se suceden otros nombres con una potencia más bien opinable: Claraboya, Yeldo, Alcance, Margen… Con todo, nada que ver con la deriva posterior de otros títulos urgidos por unos tiempos que reclamaban el impacto o la provocación: Vinalia Trippers, Azul eléctrico, The Children’s Book of American Birds, Meando contra viento o Fake, por ceñirme tan solo al trabajo que para el MUSAC elaboraron en 2014 Eloísa Otero, Vicente Muñoz y Víctor M. Díez. Y, por otro lado, precisamente ahora, cuando todos recordamos al “Ruinas”, Miguel Suárez, obligado resulta citar dos iniciativas en las que él tuvo un papel capital: El signo del gorrión y Un ángel mas. Las dos con una capacidad de fascinación inabarcable.

 

            No obstante todo lo anterior, el repertorio de títulos es inmenso y no siempre afortunado, a pesar de que las intenciones literarias se deben dar por supuestas. No pasaron a la historia, pero conviene recordar en este catálogo dos publicaciones menores (seguramente hubo más) que nacieron en el ámbito universitario a principios de los ochenta y que enseguida murieron: La estatura fundamental y El catre. No fueron muy certeros quienes decidieron sus nombres, la verdad, y quizá en ello vaya también su condena inmerecida. Comparadas con todo el elenco anterior, suenan a clandestinidad vocacional. Y así fueron, doy fe.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 30 octubre 2022

martes, 25 de octubre de 2022

ALBERTO GONZÁLEZ LLAMAS: Los días del carbón más brillante

EL AUTOR

     Alberto González Llamas fue minero y, por tanto, conoce de primera mano las historias que relata. Ha sido también sindicalista, desde representante de sus compañeros hasta dirigente en varias estructuras de Comisiones Obreras. Ha publicado otros relatos en diversas antologías y mereció el premio del Club Xeitu por su trabajo “Toponimia de Villaseca de Laciana” publicado en 2020.

 EL LIBRO

      Los días del carbón más brillante retrata en sus sesenta y dos historias los usos y modos de estar, la existencia frente a la mina y la presencia en calles y caminos de los pueblos carboneros. Los protagonistas son gentes en lucha por su dignidad dentro y fuera de la mina, que viven además las tragedias, mitos y supersticiones de su entorno. Por último, aparecen también referencias a ciertos acontecimientos reivindicativos como la Marcha Negra o la participación como mineros-actores en programas de televisión.

EL TEXTO

     "No hay pueblo minero que pueda seguir adelante con presencia de ánimo, mientras el cuerpo de un vecino permanece bajo cientos de metros, sin poder despedirse de él. No llegará el sosiego hasta ver a quién se ha llevado la mina, junto a todos los difuntos, bajo una cruz; de ahí ese afán en recuperarlo cuanto antes, a riesgo de quien lo intenta".



domingo, 23 de octubre de 2022

Cumpleaños

            Antes de que esta mañana se enciendan las redes delatoras con el on de nuestras pantallas y lo canten al mundo, lo confesaré yo mismo: sí, hoy es mi cumpleaños.

 

            El paso del tiempo, aparte de por otras muchas erosiones, se reconoce en las unidades de medida con las que la vida se va almacenando en nuestra memoria: primero lo hicimos en años, luego en lustros, hoy en décadas. Pronto la magnitud será única: la existencia toda. Y punto. Ese devenir ineludible puede ser mucho más amargo, imponderables al margen, si la actitud con la que se sobrelleva se reviene sobre sí misma y se aleja del propio fluir del mundo. Es lo que señalaba hace ya décadas Manuel Vicent: se envejece antes, venía a decir, cuantas más veces nos llevemos las manos a la cabeza y nos asombremos por cuanto ocurre en el entorno como algo extraño y ajeno a nosotros. Desconozco si ése seguirá siendo su pensamiento, dado el vértigo de cuanto ocurre: posiblemente el suyo fuera un pensar más bien del siglo XX. Porque lo difícil hoy, sinceramente, es no quedarse atónitos.

 

            Muy distinto es que ese quedarse pasmados se transforme en vinagre y se arroje sobre los demás en forma de palabras arbitrarias, algo que va siendo demasiado común en cualquier ámbito de nuestro entorno. En tal caso, el envejecer, se tenga la edad que se tenga en ese preciso instante, no tiene remedio. La sociedad española muestra ese perfil en la actualidad: una sociedad avejentada por la mala baba mucho más que por los datos demográficos. Años, lustros y décadas se amontonan de un modo desordenado en los discursos, en las tertulias y en las conversaciones, y, en lugar de ver con perspectiva de futuro, nos empeñamos en recuperar ideas y emblemas de un pasado muerto. Tampoco el mundo en general lleva una deriva diferente, lo cual, desde luego, no es ningún consuelo.

 

            Así pues, cumplo años, sí, pero en la medida en que lo hago sin participar de esa bilis tóxica que amenaza cuanto somos, creo que los cumplo bien. Es a lo que deberíamos aspirar.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 23 octubre 2022

domingo, 16 de octubre de 2022

Ricos

            Leo, y no me sorprendo, el siguiente titular en un medio de comunicación digital: “León es la novena capital de provincia del país con mayor número de ricos”. Otros medios, también éste, se hacen eco de la misma información, aunque con menor énfasis y con redacción más discreta: “León entre las provincias con renta neta media por habitante muy alta”. Finalmente, otros diarios, con o sin intención deliberada, ni reparan en ello. Los datos que habitan detrás de esos títulos proceden del Atlas de Distribución de Renta de los Hogares, elaborado por el INE; es decir, no son simples banalidades ni opiniones gratuitas en una tertulia.

 

            Conviene, a mi modo de ver, enfrentar este paisaje con el dibujado por todos los medios, esta vez sí, y portavoces acerca del negrísimo panorama de la provincia, evidenciado por el fracaso, dicen, de la llamada Mesa por León. En ese plato todo el mundo moja y remoja hasta desatar un fuego cruzado donde nadie se salva. O sí: se salvan precisamente esos ricos de los que nadie habla o de los que nada se espera. Todos son culpables de nuestra desdicha, todos: partidos, gobiernos, sindicatos, empresarios… Todos menos los ricos, quienes, según el INE, colocan a León incluso por delante de Valladolid en el ranking nacional.

 

            ¿Es, pues, un conflicto solo territorial el nuestro o es un conflicto de clase? Y si es de clase, como así parece también, ¿cuál es el papel que corresponde a las organizaciones de clase obrera? Porque el de las clases enriquecidas está muy claro: ausentarse. Para ellas ni hay problema territorial ni de otro tipo, salvo el fiscal. Aunque, ya puestos, también les encanta lucir banderas y pendones. Por la cosa tradicional, se supone, que es tan de su gusto. ¿Por qué se dice ahora que no hablemos de ricos y de pobres? Muy sencillo: porque aquí y en España toda se pretende obviar una vez más la dolorosa disputa entre capital y trabajo. Son ellos, los ricos, quienes sí tienen la conciencia de clase más que viva. Y en León ni te cuento.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 16 octubre 2022

domingo, 9 de octubre de 2022

Paradoja

            La paradoja, otra figura para definir esta edad. Al menos la mudanza entre edades históricas por donde aún atravesamos.

 

            Toda época de tránsito como la nuestra se nos aparece contradictoria en lo inmediato, posiblemente porque en ese trance conviven elementos extremos que pugnan por reinar en el futuro o por pervivir desde el pasado. Además, el presente actual es especialmente notable en materia de opuestos, en tanto que no se trata de un simple vaivén sino que, según palabras viejas de Juan Goytisolo, “estamos al cabo de un ciclo histórico y de una crisis de civilización”. No es extraño, por tanto, que convivan en nosotros y entre nosotros lo estable con lo voluble, lo pasajero con lo perdurable y la eventualidad con la sustancia. Es más, hasta que averigüemos en donde hemos desembocado a la postre, la paradoja será con toda seguridad la figura que ilustre este camino y sobrados andamos de ejemplos en tal sentido.

 

            Seguramente, esta convivencia entre extraños, este matrimonio sin lógica explica en parte la gran desorientación que nos domina y que, en el peor de los casos, nos paraliza. Pero eso tampoco impide que unos y otros extremos se manifiesten con rotundidad incluso en los hábitos más cotidianos: lo individual narcisista se mezcla sin traumas con lo reticular y así nuestra sociedad no podría existir ya sin lo uno ni lo otro, pues al cabo son cara y cruz de una misma moneda. Tejemos redes con la misma facilidad que nos replegamos sobre nuestros capullos. Voceamos la indignación con el mismo repertorio argumental con el que abrigamos la resignación. Nos manifestamos o nos aislamos, tanto da, sin aparente incoherencia.

 

            Si al menos, de un modo cabal, fuésemos conscientes de nuestras contradicciones, otro gallo nos cantaría y no seríamos nosotros mismos quienes presumiésemos del canto, como si fuese el canto único. Esa actitud nos aleja de la paradoja literaria y nos acerca al dogmatismo insoportable. No hacemos literatura, sino religión. No convivimos, nos repelemos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 9 octubre 2022

viernes, 7 de octubre de 2022

JULIÁN ARIZA: El precio de la libertad

EL AUTOR

     Julián Ariza nace en el año 1934, en plena República, cuando faltaba poco para que se iniciase la Guerra Civil. Comenzó a trabajar en la fábrica Pérkins, donde conoció a Marcelino Camacho. Junto a él sería uno de los fundadores de Comisiones Obreras. Ha militado en el Partico Comunista de España, en el Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista y en el PSOE. Fue así mismo consejero y Vicepresidente del Consejo Económico y Social de España, adjunto a la Secretaría General de CCOO y Presidente de la Fundación 1º de Mayo.

EL LIBRO

      El precio de la libertad recoge los acontecimientos cruciales de la vida de Julián Ariza, que es tanto como decir acontecimientos cruciales en la reciente historia de España: la fundación de las Comisiones Obreras, la relación con Marcelino Camacho, su detención por la Brigada Político-Social y su paso por la cárcel de Carabanchel, su apoyo a Santiago Carrillo, la legalización de los partidos políticos durante la Transición y las grandes huelgas; en suma, su experiencia política y sindical, en la que va desgranando sus convicciones, lealtades y decepciones. Como dice Joaquín Estefanía en el prólogo: “Debemos mucho a este sindicalista español, que ha hecho historia. En todo momento, este libro activa la convicción de que no siempre es imprescindible subdividir entre lo grato y lo ingrato, y de que la disparidad de experiencias nos enriquece como seres humanos. Es decir, lo contrario del fanatismo".

EL TEXTO

     "Dicho todo esto, seguramente lo que perdurará en la memoria de futuras generaciones será la contribución de Carrillo y su partido a la Transición, que aquí se realizó de una dictadura a una democracia. Justo una de las páginas más gloriosas de aquel PCE, cuyos herederos han contribuido a enturbiarla y denostarla. Todo un ejercicio de estupidez e ignorancia, más que de mala fe".


 

domingo, 2 de octubre de 2022

Aliteración

            Aunque la retórica como disciplina sea despreciada en esta edad y permanezca ausente de las comunicaciones donde debiera servir de regla, triunfan sin embargo las figuras retóricas meramente enfáticas o decorativas. Si dijimos que es ésta una edad hiperbólica, diremos ahora que es también aliterativa, si se nos permite calificarla así.

 

            La aliteración es, como sabemos, la repetición de sonidos con fines expresivos. Es decir, una nueva figura retórica, cuyos resultados literarios son más que efectivos. No así en su uso corriente e impetuoso, que es a lo que aquí nos referimos. En el primer caso, ofrece ejemplos tan notables y conocidos como los versos de Garcilaso de la Vega -“en el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba”- o de Rubén Darío -“bajo el ala aleve del leve abanico”-. En el segundo, sólo hay sonido sin significado, estruendo la mayor parte de las veces, un alboroto general que atormenta y que es lo que, a la postre, define este tiempo.

 

            El mensaje es el ruido que llama nuestra atención, desde el sonido del claxon de tractores en una manifestación hasta el redoble de tambores en una procesión intempestiva, ambas cosas muy cercanas en el tiempo y en el espacio desde los que escribo. Pero también, si lo pensamos, la simple amenaza nuclear que resuena como un auténtico estallido. O, en fin, las palabras apenas masticadas a título de insulto por un vicepresidente de nada en un parlamento estilo granja. Cláxones, tambores, amenazas de dementes e insultos de señorito son, entre otras, las aliteraciones de esta época, donde apenas cabe la poesía o la verdadera retórica.

 

            No deja de ser paradójico, pues, este escenario (paradoja: otra figura también muy del ahora), donde los vacíos discursivos o su directa manipulación se llenan de recursos valiosos empleados sin valor pero sí con afán de impacto. Al cabo, es lo único que tienen en común los dos tipos de aliteración: nos impactan emocionalmente, ya sea para bien, ya sea para nuestra desdicha.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 2 octubre 2022

viernes, 30 de septiembre de 2022

XIII Premios Diálogo

 

       Vamos por la decimotercera edición de estos Premios Diálogo. Trece convocatorias que, en cierto modo, son trece anualidades en el haber de la Fundación. Ellos y ella nacieron con modestia y han crecido con humildad y constancia hasta llegar al día de hoy. Es importante reconocer el recorrido de cuanto hacemos, más aún en unos tiempos poco favorables, cuando menos, para las materias que nos han ocupado y ocupan. Ni siquiera la maldita pandemia evitó que en 2020, aquel año crítico en nuestras vidas, nos reuniéramos, con evidente emoción, para honrar entonces, si recordáis, a Jesús Anta, a la revista Átticus, al Centro Cultural El Casino de Santa Colomba de Somoza y al Ballet Contemporáneo de Burgos. No lo evitan hoy ni lo evitarán en el futuro ni los vientos reaccionarios, ni las guerras injustas ni las olas de calor, por citar solo algunos de los elementos contra los que estamos obligados a luchar. También y sobre todo desde la cultura.

 

       Los Premios Diálogo nacieron con modestia, como he dicho, y creo que hoy se pueden contar algunos detalles de aquel alumbramiento. Todo surgió en León -¡qué cosas!-, en una conversación que mantuvimos Kike Cardiaco y yo mismo. Decía él que el supuesto enfrentamiento entre las ciudades de León y de Valladolid era pura invención política interesada y que, muy al contrario, en el campo cultural eran dos territorios que siempre se habían alimentado mutuamente con gentes que iban y venían entre un lugar y otro y que en ese tránsito crecían. Esas gentes, según él, merecían un reconocimiento que nadie, si no éramos nosotros, es decir, el Sindicato, se lo daría nunca. Como podéis comprender, aquella idea primitiva también se vio obligada a crecer, pues, cuando hablamos de tránsitos, éstos bien pueden aplicarse del mismo modo a otros enclaves de Castilla y León. Quiero decir que en esta Comunidad de identidades diversas -no otra es su identidad más que la diversidad- la cultura sí fue siempre nuclear, aunque las políticas no hayan querido verlo y hayan orillado esta realidad incuestionable. Sucede del mismo modo en casi todos los mapas. Pues bien, así lo advirtieron entonces María Vallejo y quienes con ella dirigían y gestionaban el Ateneo Cultural. Y así procedemos ahora quienes dirigimos la actual Fundación.

 

       Diré más. Durante estos últimos cinco años, en los que nos ha correspondido impulsar este atrevido proyecto, a través de nuestros ires y venires no hemos hecho otra cosa más que constatar la evidencia: es la cultura, sin mayores discusiones, la que extiende en verdad un cordón umbilical entre todo el territorio vasto y casi inabarcable de León y de Castilla. No hay discusión al respecto, más allá de opiniones tópicas de algunos iluminados, que haberlos haylos. De ahí, por tanto, si alguien lo dudara, la relevancia de estos Premios en la construcción autonómica real, la que no es ficción ni es mito.

 


       En el día de hoy, como solo una pequeña muestra de nuestro acervo y como representación de las muchas personas y entidades del mundo de la cultura que han favorecido el avance social y cultural en nuestra Comunidad Autónoma, distinguiremos a quienes se dedican a la gestión cultural y son referentes para generaciones que les van sucediendo en esa senda; a quienes se entregan al mundo escénico con afán social; y a quienes, desde la acción en los barrios, generan compañía y sociedad. Como hemos comentado ya en otras ocasiones, no son actividades para el lucimiento, sino nutritivas para el conjunto de la ciudadanía. No despiertan el fervor de los titulares en los medios al uso, pero son el medio para el crecimiento de los individuos. No destacan en los anuarios de las glorias culturales, pero no hay mayor gloria que el producto de sus trabajos.

 

       A lo largo de las trece ediciones de los Premios que hoy culminan, estos galardones que, bien lo sabemos, son más simbólicos que materiales, se han adornado con una pieza con valor artístico o artesanal. De su elaboración se encargaron anteriormente Concha Gay, Jesús Manuel García y José Oré. A esa nómina notable se suma en este acto Luis Álvarez Blanco, quien, por mediación del Centro Regional de Artesanía de Castilla y León (CEARCAL), ha elaborado la obra que recibirán las personas premiadas. Nos sentimos agraciados por ello y confiamos en que así se sientan ellas.

 

       En fin, caminamos, mal que les pese a algunos. Y caminaremos, nadie lo dude. La Fundación tiene hoy una vida sólida y reconocida, una programación digna y un método de trabajo contrastado, un Patronato que no nos permite descarriarnos y unos contenidos de interés general que van más allá de las actividades vistosas y abiertas al público. No olvidemos que también son materias de nuestra incumbencia todo lo relacionado con los archivos del Sindicato y con la memoria democrática, en particular cuanto se refiere a memoria obrera y sindical. Nótese que con todo ello, durante el año 2021, estuvimos presentes en 18 localidades de la Comunidad a través de una cincuentena de actividades. No es ligero balance y aquí lo queremos compartir, precisamente en el que con toda seguridad es nuestro episodio más relumbrante.

 


Texto leído en la entrega de los XIII Premios Diálogo de la Fundación Jesús Pereda, 

Valladolid 30 septiembre 2022