Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 26 de febrero de 2023

Autonomía

            Hace cuarenta años de aquello. La que era entonces Consejería de Educación y Cultura de Castilla y León nació a la autonomía animada por un grupo de sorianos y de leoneses: Justino Burgos, Ernesto Escapa, Concha Láez, Pepe Mancebo, Enrique Baquedano y otros. Tan ligero era su aparato en aquellos años fundacionales que apenas ocupaba un pequeño pabellón anexo al Colegio de la Asunción, en la carretera de Valladolid a Rueda. Luego se mudó al interior de la ciudad, a la calle Nicolás Salmerón, pero aún así en nada podría compararse aquella sede con la que hoy ocupan dos consejerías ya por separado en el Monasterio de Nuestra Señora del Prado. Por el medio, evidentemente, llegaron las competencias educativas, que dispararon todo el montaje burocrático y algunos vicios.

 

            Aquel grupo de personas que provenían, no creo que casualmente, de los extremos de la nueva Comunidad fueron pioneras en la construcción no de una cultura identitaria, lo cual era imposible ayer como lo es hoy, sino en la construcción de la cultura a secas en estos páramos nuestros. Es decir, su promoción y extensión en un territorio inabarcable, la recuperación de un patrimonio casi dejado a su suerte y el impulso de sectores nunca bien tratados, como la juventud o el deporte de base. Duró poco más de tres años la experiencia porque la dimisión de Demetrio Madrid como Presidente de la Junta deshizo también aquel equipo. Justino regresó a sus clases en la universidad, Ernesto desembarcó en la Editorial Ámbito, Pepe se enredó en las administraciones hasta volar al extranjero, Concha se buscó la vida y Enrique dirigió por un tiempo el Salón de las Artes en la ciudad de León (¡qué cosas: un soriano en León!). Otros hicimos también lo que pudimos.

 

            No había internet, lo más moderno era el fax, así que no quedan al alcance muchos testimonios de cuanto fuimos. Por eso conviene contarlo, más aún en estos tiempos de enorme segmentación local y distanciamiento casi cantonal. No éramos mejores, simplemente soñábamos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 26 febrero 2023

domingo, 19 de febrero de 2023

Ceniza

            La expresión más afinada de nuestra finitud es la ceniza, no hay nada más allá. Frente a ella, los carnavales no son más que mera irrealidad, evasión, distanciamiento falso de cuanto somos. Nos abandonamos a la burla, pero al cabo siempre llega ese memento mori democrático que, curiosamente, nos devuelve a la vida tal cual es, sin disimulos. En el fondo esos despojos ardientes son mucho más carne que polvo: la auténtica corporeidad sin disfraces.

 

            El calendario, pagano o religioso tanto da, sitúa en una misma semana este contraste y acierta siempre, aunque los usos presentes anulen una visión y carguen las tintas sobre lo banal: fiestas, concursos, cabalgatas, programaciones municipales, jolgorio en los colegios… Pero nadie programa nada, en cambio, con la ceniza por norte, salvo los cenizos que rezan en acto de desagravio contra lo bufo, que tampoco es eso. Si fuésemos cabales, cosa que se lleva poco ahora, colocaríamos los desechos del fuego en el centro de las conversaciones y lo utilizaríamos como una mirada hacia dentro eternamente postergada. Es decir, una actitud decididamente abierta, sin máscaras ni artificios. No se opone lo serio a lo jocoso, lo que nos fastidia es ser sensatos porque el desenfado y la informalidad son sencillamente mucho más divertidos y no exigen compromisos.

 

            Pensémoslo un poco: salvo en el plano infantil, donde es puro juego, y salvo en lugares donde la farsa ha conquistado una personalidad auténtica admirable, todo lo demás es pura imitación, por lo general de mal gusto, simples redundancias de otros simulacros que sólo se sostienen por la juerga y nunca por lo creativo. La ceniza, en cambio, nos hace ser como somos y habría que celebrarlo, aunque no nos gustemos ante el espejo. En muchos casos, lo que hay detrás de la máscara tampoco nos produce entusiasmo, así que elijamos el original. Reivindicar la ceniza en este contexto es una temeridad necesaria y objetar la mascarada, toda una postura vital a la ofensiva contra lo establecido.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 19 febrero 2023

domingo, 12 de febrero de 2023

Consentimiento

            No es posible consentir si antes no existe un sentir. Al fin y al cabo, lo primero se viste con un prefijo precisamente para resaltar el sentido de lo segundo: sentir con. Y si el consentimiento se hace condición, incluso como una categoría, eso quiere decir que no hay sentimiento compartido, posiblemente ni sentimiento a secas. Es una lástima que un término tan nutritivo como consentimiento se vaya a acabar desnudando de significado a fuerza de repetido y de sobado, tal y como sucede con todas las palabras tópicas, y es una lástima también que una ley que debiera haber sido pedagógica se haya enturbiado de tal modo que ya ni se reconozca en ella la bondad del con sentir. Al margen de cuanto hay de fondo, que no es poco.

 

            Y es que si nadie nos educó en el sentimiento, cómo iban a hacerlo en el consentimiento. Aprendimos sobre lo primero a base de ensayo y error, como casi todo en la vida, y de lo segundo merced a desengaños y a soportar atropellos de todo tipo, no sólo sexuales. ¿Qué podría esperarse de un mundo donde la expresión sentimental produce pudor? Dice Bella Freud, bisnieta del padre del psicoanálisis: “en mi familia no se hablaba de sentimientos”. Claro, quizá por ello le produjo tanto rendimiento el método al bisabuelo. Como para meterse en terapias…

 

            Enamorarse, sucedidos aparte, es en gran medida un compendio de consentimientos hasta que las almas se serenan. Luego sigue el existir. En la medida en que se trata de una enajenación general, no faltan en ello los desafueros ni sobran los asentimientos pactados. En eso consiste la construcción sentimental elevada sobre un terreno siempre pantanoso, pues fáciles son los deslices y torpes las maneras, hasta el punto de llegar a “creer que un cielo en un infierno cabe”. Solo el respeto nos salva.

 

            Sea sí cuando sea sí y sea no cuando sea no. Y seamos, en suma, cuanto el amor quiera de nosotros que sea. Es cuanto se puede concluir, creo yo, en estas fechas de febrero con tráfico comercial y barbaridades semánticas.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 12 febrero 2023

domingo, 5 de febrero de 2023

Matanza

    Regresé a Soria por una matanza.

 

           Engañan los títulos o los titulares. Es común y es lamentable si atendemos a quienes se quedan sin más en esos enunciados y con ellos construyen todo el cosmos. Y es a la vez algo seductor: supongo que si algún soriano o soriana se asoma hoy a esta columna, continuará su lectura al menos por curiosidad. Pero no, ni hay morbo en el relato ni nos referiremos a la exaltación del cerdo en El Burgo de Osma.

 

          Regresé a Soria para presentar allí el libro “La matanza de Atocha y otros crímenes de Estado”, cuyo autor es Carlos Portomeñe. Se trata de un libro que contribuye, claro, a los objetivos de justicia, verdad y reparación en lo que hace a los episodios de terrorismo ultraderechista ocurridos a finales del franquismo y se centra, naturalmente, en la masacre de los abogados del despacho laboralista de Atocha 55 en enero de 1977. No entraré en detalles, pero lo traigo a colación para resaltar el caudal inagotable de publicaciones y otras expresiones artísticas nacidas a partir de aquellos hechos terribles. No deja de asombrarme esa abundancia y debemos reconocer, en consecuencia, que se trata de uno de los acontecimientos más trascendentales en la historia reciente de este país. Cuarenta y seis años después, conviene hacer recuento de todo ello.

 

          Al libro de Portomeñe, se suman al menos los ensayos “Los abogados de Atocha. La masacre que marcó la transición” de Manuel Gallego López y “La matanza de Atocha. 24 de enero de 1977” de Jorge e Isabel M. Reverte. Las novelas “Atocha 55” de Joaquín Pérez Azústre y “Matanza de Atocha 1977: caso abierto” de Alejandro M. Gallo. También la crónica “A finales de enero” de Javier Padilla y la obra de teatro “El revés de la luz” de Javier Durán. Y, por supuesto, aún sin agotar el catálogo, la película “Siete días de enero” de Juan Antonio Bardem. En fin, formas diversas y todas notables con que adentrarse en nuestras miserias nacionales para rendir homenaje a quienes las sufrieron directamente y no olvidar.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 5 febrero 2023

viernes, 3 de febrero de 2023

CARLOS PORTOMEÑE: La matanza de Atocha y...

 


EL AUTOR

     Lucense, estudió Ciencias Políticas, es escritor y artesano. Pertenece al Comité Central del PCE desde 2002, fue Secretario General del Partido Comunista de Galicia y miembro del Consejo Político Federal de IU. También ha sido concejal en la ciudad de Lugo. Es colaborador habitual de Mundo Obrero.

EL LIBRO

     Este libro contribuye a la necesidad de verdad, justicia y reparación acerca de los episodios de terrorismo ultraderechista, oficial y extraoficial, que se sucedieron a finales del franquismo y en los primeros años hacia la democracia: la masacre de los abogados de Atocha o lo que se conoce como la semana negra de enero de 1977, que comenzó el día 23 de ese mes con el asesinato de Arturo Ruiz por un miembro de los Guerrilleros de Cristo Rey. Pero hubo más.

EL TEXTO

     "Es conocido que una parte de la historiografía ha venido centrando su atención en las instituciones y en la élite que las conformaba, por lo que sus investigaciones nunca incorporaron la lucha colectiva que tuvo comienzo a mediados de los años sesenta, en las calles, en las fábricas, en las asociaciones vecinales, y cuyo elevado nivel de conflictividad fue el detonante para que los dirigentes, casi obligadamente, se percataran de la necesidad de avanzar hacia una democracia, no pudiendo mirar hacia otro lado".