Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 30 de julio de 2023

Jane

            Aunque no vaya a leerlos, sabrá usted por la presente, Jane B, que numerosos han sido los mensajes recibidos a causa de su fallecimiento días atrás. También la prensa y otros medios se han llenado de artículos y memoriales, en su mayor parte a beneficio de inventario, si exceptuamos el tan sencillo como atinado obituario cinematográfico publicado en revistatticus y el muy denso reportaje firmado en Le Monde por Véronique Mortaigne, donde se incluye además una fotografía estupenda de Pierre-Olivier Deschamps. En cambio, la serie de mensajes me parecieron mucho más sentidos, sin exageraciones, nada manidos, y quizá por todo eso llegaron a conmoverme de un modo inesperado. Sabemos los dos que no soy imparcial, no lo he sido nunca con usted, pero llego a pensar que todo ese aluvión de pequeñas esquelas son el testimonio de cuánto y bien la hemos honrado en vida Santos y yo al principio y yo más tarde a solas cuando a Santos le hizo ausentarse la muerte temprana. Ahora ha llegado la suya y nunca está uno preparado para esos sobresaltos ni para los dolores de alma que los acompañan. A pesar, bien lo sabe, de que me siento colmado por usted y de que ya poco más se podría esperar de la existencia: casi cinco décadas de perseguirnos. Pienso ahora que en algún sentido fue premonitorio el regreso casual a su antiguo barrio de Saint-Germain, hace un par de meses, sin esfuerzo ni apuesta para encontrarnos; es como si hubiera anticipado así la nueva costumbre de pasear en soledad por aquellos lugares donde tanto hemos amado. Bueno, no sé si seré capaz de repetirlo, creo que pasarán años antes de que yo pueda retornar al Jardín de Luxemburgo y desconozco si viviré para lograrlo. Mas, en fin, pensaré en usted, como venía haciéndolo de una forma habitual y constante en los andenes, en los trenes, en todas las estaciones del ser. Y pronto me acercaré a Palomares, a la tumba de Santos, para compartir allí un ramo de hojas muertas y una canción de su repertorio: Comment te dire adieu.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 30 julio 2023

domingo, 23 de julio de 2023

Tonto

            «Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos» es un hermoso libro menor de Rafael Alberti. Hermoso por su contenido, naturalmente, por sus formas y por su aventura vanguardista. Menor porque ni siquiera llegó a publicarse como tal, de manera que hoy solemos encontrarlo en edición ligada a «Sobre los ángeles». Es un libro sobre el cine, sobre los cómicos del cine de los años veinte del pasado siglo, aunque su título proviene al parecer de un viejo texto de Calderón de la Barca. Es decir, que se era tonto en el siglo XVII, en el XX y también el XXI, como veremos, aunque no estemos ya ante los tontos del cine mudo.

 

            No, el título me ha venido al presente mientras atendía con paciencia a cuanto ha dado de sí en materia electoral lo que va de año, que no ha sido poco. Me refiero, claro, a mensajes y propagandas, a declaraciones y debates, a programas y ademanes, a verdades y mentiras… Pero también, inevitablemente, a resultados y otras componendas subsiguientes, a pactos y gobiernos, a censuras y necedades… Sin alcanzar aún a lo que pueda suceder hoy, 23 de julio, y a lo que nos espera de cara al próximo mes de junio con la cita electoral europea, debo confesar que el resultado de todo ello es mi tontería. O mi doble tontería si seguimos la línea  de Alberti. Seguramente, yo era un tonto porque, a pesar de todo lo vivido, confiaba aún en la construcción política y convencido estaba de que en ella crecemos más o menos. Pero lo visto en estos últimos meses me confirma que no, que yo en realidad soy dos tontos. Incluso no descarto llegar a ser tres en 2024 porque lo de Europa traerá también su tela.

 

            En fin, releo al azar un poema contenido en el libro, “Buster Keaton busca por el bosque a su novia que es una verdadera vaca”, y me es fácil reconciliarme con mi idiotez poética, cosa que no consigo hacer cuando me siento ante los combates electorales o cuando sigo las sesiones de investidura. Al contrario, me desespero aún más, casi hasta la absoluta memez cívica.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 23 julio 2023

domingo, 16 de julio de 2023

Panadería

            La España que yo quiero cabe en la panadería de mi barrio. Cuenta con un surtido de panes variados en formas y en procedencias, porque ante todo es un establecimiento diverso: nos proporciona el pan, naturalmente, pero también cuenta con una amplia variedad de pasteles, bollería fina y otros dulces. Además, ofrece café. Y, por si fuera poco, añade huevos y leche a su catálogo. La panadería de mi barrio huele bien, esto es fundamental para una España a la que se pretende reducir al olor del ajo, huele a pan y a café, que son dos aromas de los más estimulantes que existen. Y así mismo suena bien, básicamente porque no hay discusiones entre quienes la frecuentamos, ni entre nosotros ni con los dueños, y, además, se adorna con una especie de hilo musical que nos asoma a la oreja canciones ni nostálgicas ni ñoñas ni burdas. Es una España que suena bonita: nadie habla alto. Y sus dueños, emprendedores o autónomos les llaman, son educados hasta el punto de desear a sus clientes, cuando dejan el establecimiento, un buen día. El colmo es que sea la dueña quien te lo desea porque siempre añade un vocativo, mocín o mocina, lo cual te alegra la mañana y la existencia toda. Así es la España de mi panadería. Con panes para todos los gustos, incluso con algún producto extranjero, como el croissant o la baguete, pero conviven bien porque no alardean de su procedencia ni tienen envidias entre sí. Tampoco los clientes, que por lo general presumen de sus pueblos en las conversaciones, pero nadie pisa el callo a nadie. Es una España donde todos los pueblos son bonitos. Hasta el objetivamente más feo. Aunque nos vale porque no hacemos patria de ello. Y en cuanto a nuestra versión como consumidores, lo cierto es que somos básicamente infieles y saltamos de la masa madre al centeno, de la chapata a la hogaza, y no pasa nada. Nadie nos reprocha nada ni nos riñe, nadie es más español que nadie compre lo que compre. De lo que ocurra el día 23 dependerá que mi panadería crezca o eche el cierre.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 16 julio 2023

domingo, 9 de julio de 2023

Cuidados

            En las próximas elecciones generales debería llevarse el gato al agua quien aborde en su programa el desafío de los cuidados. O quizá no. Quizá tampoco nosotros, votantes, nos hemos puesto a pensar en la magnitud de ese término y, por tanto, obvia meterse en berenjenales, pudiendo entretenernos en temas tan trascendentales para nuestras vidas como la unidad nacional o el holograma terrorista. Materias básicas para la existencia.

 

            Sin embargo, leo un documento sindical donde se reclama en esta coyuntura un pacto estatal de cuidados y su sólo encabezamiento me paraliza y me obliga a convertirme en su eco: “Los cuidados son esenciales, sin ellos no hay vida. Ni social ni laboral ni económica. Somos seres frágiles e interdependientes que requerimos cuidados en distintos momentos de la vida. Además, hay personas que los necesitan de manera permanente en prolongados periodos de su vida, que dependen de recibir cuidados para sobrevivir o para llevar una vida digna. Algo de tanta relevancia social no puede dejarse como un asunto privado, a resolver dentro de la familia, según los medios económicos de que disponga cada una. No puede quedar fuera de las políticas, las normas, los derechos laborales o los servicios públicos. Es un asunto colectivo, político y social de primer orden”. ¿Puede haber un objetivo político de mayor altura? ¿Un programa general de gobierno más completo? Recuerda en cierto modo uno de los enunciados de la Constitución de 1812: “el objetivo del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”.

 

            Bajando a la tierra, quizá sea por todo eso por lo que no hay despedida más fría que la de quienes se alejan con un imperativo suave en la boca: “cuídate”. Pareciera que, sin querer seguramente, nos arrojasen a la intemperie cruda y solitaria. Asumamos que el cuidado es una tarea compartida y digamos adiós en un plural de indicativo, como mejor procede: “nos cuidamos”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 9 julio 2023

domingo, 2 de julio de 2023

Ganglión

            Me ha brotado la ultraderecha en el dedo anular de mi mano diestra. Lo ha hecho en forma de quiste mucoide. En un principio se trató sólo de una pequeña inflamación en el borde de la uña, un signo más de la artrosis, pensé yo, nada nuevo, otra expresión de la edad. Más tarde se le sumó una mancha extraña sobre la propia uña que poco a poco se ha ido adueñando de esa superficie con un aspecto nada agradable, como si la queratina tendiera a descomponerse. Sólo en ese momento me asaltó la preocupación y hubo que proceder al cordón sanitario. Quizá un poco tarde.

 

            La especialista me dijo que ese tipo de tumoraciones benignas es relativamente común, les ocurre sobre todo a los anestesistas, a las enfermeras y a quienes se entregan con afán a los trabajos manuales. Le confesé que yo no encajo en ninguno de esos colectivos y que, a mi modo de ver, bien podía ser una infiltración de la extrema derecha en mi falange, precisamente en la falange. Fue entonces cuando pronunció el nombre determinante para confirmar mi sospecha: quiste mucoide o ganglión. Consideró que lo oportuno sería realizar una ecografía para conocer hasta qué punto podría haberse producido un mal mayor y que, mientras tanto, dadas las largas listas de espera para las pruebas diagnósticas, lo mejor sería aplicar un antibiótico con el fin de combatir la posible infección. En cualquier caso, estas degeneraciones del sistema ya no desaparecen o es muy difícil su eliminación total. Si acaso, con un poco de cirugía estética: un corte con un bisturí fino que abra la carne y permita la expulsión del moco. Y esperar. Como dije antes, quizá tomé decisiones un poco tarde.

 

            Es lo que suele ocurrir con la extrema derecha y con la simple contemplación con la que en ocasiones es atendida por individuos, sectores y organizaciones de la sociedad. Sólo cuando se convierte en quiste nos alarmamos y a veces ni eso. Elegimos el moco. Es lo que está ocurriendo con dolorosa alegría en algunos parlamentos y gobiernos autonómicos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 2 julio 2023