Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

lunes, 28 de marzo de 2016

Cocinillas

     Observado el asunto con la mirada que se lleva en esta época, los datos resultan bastante elocuentes. Veamos algunos de aquí y de allá: la restauración movió en España 38.300 millones de euros en 2014; en Méjico, los negocios gastronómicos generan el 13% del PIB turístico; la gastronomía creará este año en Perú 320.000 empleos; el 36% de los visitantes que llegan al País Vasco lo hacen expresamente para degustar su cocina… En suma, no es el estómago lo que anda detrás del auge cocinero en estos tiempos, sino que, como diría aquél, una vez más es la economía, estúpido.

     Estúpidos somos, sí, si no entendemos lo que anida en esta burbuja flambeada que, al lado de los datos económicos, se manifiesta con hartazgo en, por ejemplo, la invasión de programas de televisión con la cocina como protagonista, la dieta más que excesiva de los llamados cuisine realitys, los muy diversos y abundantes formatos de foodzines (publicaciones exclusivas o separatas y secciones de otras consagradas a ello), el desmadre de las herramientas tecnológicas para frikis del oficio culinario, las ferias de exquisiteces y rarezas o los 15 millones de resultados con los que uno se encuentra cuando teclea en Google el término “recetas de cocina”. Es economía, claro, más que incentivada, pero también espectáculo, que al cabo es otro de los elementos básicos de las sociedades poscontemporáneas. El alimento sustituido por el show, con la mayor carga de efectos sensoriales posibles para sentir lo menos posible y con una buena dosis de ingeniería para convertir a los maestros-cocineros no ya en artistas, sino en verdaderos protagonistas de la I+D+i.

     No es fácil identificar cuándo estalló en verdad este fenómeno. Los muy iletrados, como quien esto firma, recuerdan todavía algunos hitos culturales en el sendero gastronómico que, al menos, modificaron nuestra percepción sobre el cocinar y el deglutir. Mucho daño nos hizo Simone Ortega con sus 1.080 recetas de cocina, dos millones de ejemplares vendidos a lo largo de treinta años; mucho daño nos hicieron también Marco Ferreri con La grande bouffe y Gabriel Axel con El festín de Babette; y mucho, muchísimo daño nos causaron las novelas protagonizadas por el detective Pepe Carvalho. Sí, sobre todo este último, cuyo autor, el añorado Manuel Vázquez Montalbán, solía decir que en España la única revolución cultural seria tras la muerte de Franco había sido la gastronómica. ¡Qué gran equivocación! A pesar de la altura intelectual del creador de Carvalho, la realidad cruda de lo que nos ocurrió entonces la explica como nadie Rafael Chirbes en su novela En la orilla: “…Eso fue a fines de los ochenta, cuando una revista de gastronomía ya no era un boletín para uso interno de brigadas de restaurante, ni un recetario para amas de casa (…) sino un producto para uso de varones que habían triunfado y buscaban información sobre las mesas caras que aparecían en sus páginas, sobre las etiquetas de vino de prestigio y las delicatessen cuyas catas reseñaban para ellos…” Varones que habían triunfado, he ahí una de las claves de este montaje.

     Y así estamos y así seguimos, inquietos porque ahora llega la temporada de los insectos crujientes y la fiebre de la cocina molecular. Entre lo popular y lo sublime, entre la necesidad y la virtud, hemos vuelto a construir una nueva religión y un nuevo sacerdocio que reinarán por mucho tiempo en esta edad. Tanto como beneficios proporcione a la economía y no tanto como los que hayan de recaer sobre la alimentación propiamente dicha. Prepárense, pues, los cocinillas y otras víctimas de los triglicéridos porque producido se ha el advenimiento de la food culture.

Publicado en Tam Tam Press, 28 marzo 2016

martes, 22 de marzo de 2016

Tablas

     Se llevan las tablas allá donde miremos y no parecen flor de temporada. Ocurrió hace unos meses en las cataluñas con dos episodios más que curiosos: el de su resultado electoral propiamente dicho, cegado por las apostillas sobre la mayoría conforme a escaños o a tantos por ciento, y el de los escrutinios inverosímiles de la CUP. Sucedió a continuación con las elecciones generales y su irresoluble empate entre lo viejo y lo nuevo, incluso entre lo de izquierdas y lo de derechas si es que son conceptos todavía sostenibles. También se ha producido casi una equis en la elección del Rector de la Universidad de León, aunque la ponderación del voto todo lo perturba en este caso. Y, finalmente, ha vuelto a pasar con la elección del Secretario General de la UGT, con un nuevo resultado más que apurado. Es la tendencia, ya nadie arrasa ni se impone con solvencia en casi ningún ámbito. Hasta la París-Niza se resolvió hace una semana a favor del galés Geraint Thomas con un escaso margen de cuatro segundos sobre Alberto Contador.

     Esta solución del juego, el empate, debería enseñarnos en primer lugar que no hay ni vencedores ni vencidos y que, por lo tanto, sobra toda esa retórica competitiva que ha sido superada por la suma final. En segundo lugar nos debería iluminar acerca de la no preponderancia de unas tesis sobre otras, así como sobre la imprescindible síntesis como posible salida del impasse. Por último, si así se quiere, los reglamentos prevén las prórrogas, que en algunos deportes incluso son obligatorias, lo cual permite dar continuidad al torneo de un modo más que natural y bien ordenado. Ahora bien, para asumir y llevar a la práctica cualquiera de estas tres realidades se necesita eliminar del tablero todo afán hegemonista, que suele ser bastante incompatible con lo que llaman fair play. Sobre todo entre las izquierdas que, como se sabe, son mucho más dadas a las disputas fratricidas que las derechas, donde el poder cuenta siempre con caminos verdaderamente inescrutables.

Publicado en La Nueva Crónica, 22 marzo 2016

lunes, 21 de marzo de 2016

JAVIER DÁMASO: Incluso sin palabras

EL AUTOR
     Jurista y escritor y profesor en la Universidad de Valladolid, Dámaso es un eslabón más en la cadena que desde Quevedo estrecha vínculos entre la Literatura y el Derecho. Surrealista también, al menos en este libro, y devoto en parte de cierta poesía visual y de otros formatos estilísticos que, posiblemente, bebió en la escritura de Francisco Pino. Y vallisoletano, cosa que también se advierte en estos textos, en el lado más primaveral de estos textos.

EL LIBRO
     Libro juvenil, donde se recogen poemas escritos entre 1986 y 2001, a pesar de ver la luz en este momento. Poesía aparcada, dice él, por causa del estudio y de la entrega académica. Un libro de amor, declara también, preñado de citas que componen un auténtico canon de lecturas casi obligatorias, Para devotos y para profanos.

EL TEXTO
Sus ojos
Quien esculpiera la horquilla
de sus ojos
acariciaba ingrávido
la eterna levedad
en un hechizo.

martes, 8 de marzo de 2016

Manos tendidas

     Turbios tiempos en los que las palabras son intercambiables y los mensajes cruzan de acera sin ni siquiera atender al código de la circulación. No diremos que todo es lo mismo, porque afortunadamente no es así, ni que todos son iguales, porque eso es precisamente lo que quieren que pensemos los opuestos a la diferencia. Sin embargo, dentro de la mejora observada en la retórica política (ha habido esfuerzo, no cabe duda), ciertos tópicos siguen enseñoreándose del lenguaje y estimulan nuestras alertas.

     Ocurrió con las líneas rojas, que ya merecieron aquí comentario, y ocurre ahora con las manos tendidas. Como aquellas líneas, también estas manos sirven para todo, que es como decir para nada. Y para todos, es decir, para nadie. Más aún si los hechos, los gestos y las posturas indican lo contrario. Por eso, cuando tanta mano hay tendida, lo que cabe pensar es que alguna no está a la obra. ¿Se tienden las manos para pedir o para trabajar, para saludar o para estrangular, para exhibir o para acariciar? De todo hay al cabo en este muestrario de manos: las hay que se ofrecen y las hay que se rechazan, las que van al pan, que señalan o que se envuelven en un puño, las hay que se llaman limpias pero que son más sucias que el color de sus togas, las hay firmes o temblorosas, las hay manchadas en cal viva y las hay expuestas al sol sin más miramientos. De manera que conviene tener cuidado y no conformarse con significados simples. Hay que desentrañar el sentido último de esas acciones y de sus referentes, no vaya a ser que el sentido amistoso no sea tal.

     Y algo más a tener en cuenta: hay manos pusilánimes y manos que aprietan cuando se estrechan, manos frías como un cuchillo y manos que abrigan, manos ensortijadas, manos con guantes, manos arriba, manitas y manazas. Porque, a pesar de los lugares comunes con que nos castigan, nada es por fortuna exactamente igual ni semejante es el tacto de quien nos palpa. Por eso mismo, tarea trascendente es saber en qué manos queremos estar.

Publicado en La Nueva Crónica, 8 marzo 2016

jueves, 3 de marzo de 2016

El Ateneo y Norberto

     Por segunda vez en dos años, el Ateneo Cultural Jesús Pereda de CCOO, junto a habituales e imprescindibles colaboradores como el Museo de León, organiza una exposición que desde lo local se cuelga con afán de conquistar espacios mucho más allá de la provincia. En 2014 fue el artista y compañero Manuel Jular el protagonista de aquella iniciativa; en 2016 nuestra atención se fija en otro artista y compañero, Norberto Cabezas, a quien mucho recordamos.

     De su obra fotográfica, tanto profesional como personal, podrían realizarse en verdad numerosas muestras, todas ellas de alto interés. Por nuestra parte, ante tan notable despliegue creativo, hemos seleccionado un asunto que resume bien todo el trabajo que Norberto llevó a cabo. Si retrató las tres marchas negras de la minería leonesa no lo hizo sólo por una cuestión periodística a la que se debía, sino también porque con ello daba luz a sus propios compromisos sociales. Unos compromisos que nunca estuvieron ausentes de su tarea, por más que la obligación laboral le exigiera atenciones de todo tipo y color. Sin embargo, la densidad productiva en el seguimiento de estas marchas nos descubre a un hombre que encarnaba a la vez unos ideales reconocibles posiblemente en esas manifestaciones de rebeldía y de resistencia.

     Por otro lado, el punto de vista de Norberto, capital en un fotógrafo, cuenta además con un componente narrativo que nos ayuda a observar y comprender mejor el relato de aquellas tres caminatas. No se trataba de exaltar valores épicos ni de acentuar melancólicos episodios de la lucha de clases. No, su ojo veía mejor que los nuestros –y la evolución de los tres episodios así lo demuestra- que la estirpe agonizaba y que lo hacía sin doblegarse, de un modo natural y llano. Como sucede en general con los trabajadores y trabajadoras, esa gente humilde pero importante.

Texto para el catálogo de la exposición Norberto en marcha, marzo 2016

martes, 1 de marzo de 2016

Vientos de marzo y otros meteoros

Cuentan que el viento es otro meteoro más, algo así como una corriente de aire producida en la atmósfera por causas naturales. Un asunto vulgar, como se ve. Y sin embargo, esa vulgaridad, ese meteoro molesto según su intensidad, ha generado un sinfín de expresiones, un sinnúmero de términos para describirlo, un puñado de refranes y dichos, y, desde luego, todo un baúl de canciones. Cuentan así mismo que marzo, el mes dedicado al dios de la guerra, es precisamente el mes de todos los vientos (al menos hasta que el clima empezó a trastornarse), y aunque muchas sean las otras festividades que en él se acomodan, desde el día de la mujer hasta el equinoccio de primavera, nadie podrá evitar en un primer momento pensar en marzo como un ser eminentemente ventoso. Ese matrimonio entre el tiempo cronológico y el meteorológico es lo que lleva a Moderato Cantábile a indagar por esa vía del cancionero.

Dos cantables nos parecen imprescindibles para abrir este capítulo: Blowin’ in the wind de Bob Dylan [https://www.youtube.com/watch?v=vWwgrjjIMXA] y Candle in the wind de Elton John [https://www.youtube.com/watch?v=-ohT6EBhh4o]. El primero es la cuna de todos los cantares, no importan su contenido o su firma, ningún otro como éste ocupa un lugar tan destacado en el cancionero colectivo desde que Dylan lo puso en el aire allá por 1962. Sobre ella indicó el propio artista: No hay mucho que decir sobre esta canción, excepto que la respuesta está soplando en el viento. No está en ningún libro o en una película o en un programa de televisión o en un grupo de discusión. Está en el viento, y está soplando en él. Muchas de estas personas me dicen donde está la respuesta pero no voy a creerme eso. Sigo diciendo que está en el viento y al igual que un trozo inquieto de papel tiene que bajar un poco… Pero el único problema es que nadie recoge la respuesta cuando baja, por lo que no mucha gente llega a ver y saber… y luego se va volando. Algo más de una década después, Elton John añadió un eslabón a ese vendaval para acercarlo a la llama de una vela, porque, como ella, ligera es y efímera no sólo la respuesta sino también la fama y la juventud, por cuya pervivencia y esplendor todos nos interrogamos en algún momento de nuestras vidas. Justo antes de que se nos lleve un viento.

En fin, bien decimos que soplan con fuerza los vientos en los campos anchos del cancionero. Pero al igual que ellos reciben nombres distintos según su orientación o su circunstancia, también el tema merece a los creadores enfoques diferentes. Así, nos encontramos con una actitud muy anglosajona en la que se asocia al meteoro con expresiones más que adversas, ya sea para afirmar que “todo lo que somos es polvo en el viento”, como hace Kansas en Dust in the wind [https://www.youtube.com/watch?v=tH2w6Oxx0kQ], ya sea para concluir, como le ocurre a David Bowie en Wild is the wind [https://www.youtube.com/watch?v=PkBZ7qpJxCI], que “mi amor es como el viento, salvaje es el viento”. Por el contrario, la sangre latina no resulta ser tan radical y prefiere hacerle guiños a ese mismo viento según convenga; así procede Violeta Parra en Según el favor del viento [https://www.youtube.com/watch?v=aXLO18OeYkQ] y así remata Bunbury en El viento a favor [https://www.youtube.com/watch?v=f_ri4CacNe0]: “Haz un último esfuerzo / espera que sople el viento a favor”. Pero, sea como fuere, el trío ventoso por excelencia, según nuestro gusto, lo forman Raimon, Kiko Veneno y Amparanoia. En Al vent [https://www.youtube.com/watch?v=b0wEzoEBFfk] el cantante de Xativa encontraba en el viento la metáfora de la vida y con él nos empujaba en los que fueron años y décadas de calma chicha. Después, el rumbero más venenoso nos señaló que el Viento de Poniente [https://www.youtube.com/watch?v=r6w3rafq4kw] “dobla los juncos por la ribera (…) dame un soplito, ponte a mi vera”. Y, por último, Amparo Sánchez nos convenció en Somos viento [https://www.youtube.com/watch?v=5AZR9UWArNk] de que “somos el viento que baila y que canta, / si estamos juntos somos huracán”. Aunque en verdad, para remate de la faena, ninguna banda ha sonado como Burning a la hora de soplar Como un huracán [https://www.youtube.com/watch?v=6ID7OrKHaXA].

Marzo, decíamos, y meteoros. Porque al cabo estamos ante un mes de tránsito entre estaciones, un mes mudable y caprichoso, tan pronto invernal como apuntando hacia las primaveras. Por ese motivo, conviene acompañar al viento con otras muestras meteorológicas que merecerían también una entrega en exclusiva: nieve y lluvia.

La memoria de la nieve es la reminiscencia del invierno que todavía colea por estas fechas y que nos adorna con dos joyas cantables: Tombe la neige del muy francés Adamo [https://www.youtube.com/watch?v=OQKSU6j1-8U] y Roses in the snow de la muy country Emmylou Harris [https://www.youtube.com/watch?v=RalmbOEN5FA]. La primera, melancólica y llorosa, nos invita a la búsqueda de abrigo porque no está el tiempo bueno todavía: “Cae la nieve, / tú no vendrás esta noche / y mi corazón se viste de negro”; mientras que la segunda, como un cascabel, parece arrojarnos al exterior para reanimarnos frente a los amores perdidos: “Hemos tenido sol en diciembre / y arrojó las rosas en la nieve”. Por el otro lado, la lluvia regresa ahora para regar los campos después de los fríos y de las heladas, para nutrirnos y limpiarnos, para esponjar la tierra y los corazones ateridos. Así lo cantan la más que italiana Gigliola Cinqueti en La pioggia [https://www.youtube.com/watch?v=AtiHniGIXfs]  y el más que americano profundo John Fogerty en Have you ever seen the rain [https://www.youtube.com/watch?v=JnuB_DjhC0M]. Cándida la una (“La lluvia no existe / si me miras tú”) y existencial el otro (“Quiero saber si alguna vez has visto la lluvia / caer en un día soleado”), coronan un mes que, junto al viento, barrerá las borrascas y nos situará en la temporada del renacimiento.


Y para concluir, antes de desconectar este dial y entregarnos a la levedad de nuestro ser, puesto que de meteoros hemos tratado, honremos al cancionero con una última cita musical más que recomendable: Los meteoros de Los Cardiacos [http://www.dailymotion.com/video/xw1c86_los-cardiacos-los-meteoros_music], un auténtico himno dedicado a las sensaciones atmosféricas. Salud.

NOTA: Texto destinado a la revista SABA, que ha dejado de publicarse. Con la misma regularidad bimensual, seguiremos publicando artículos no obstante hasta concluir la serie.