Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 28 de mayo de 2017

Lobbys

     Cuando pensamos en un lobby, lo hacemos, de acuerdo con su definición, en un grupo de presión formado por personas con gran influencia y poder, sobre todo político o económico. Pensamos en las empresas eléctricas, en las entidades financieras, en grandes multinacionales o en industrias farmacéuticas; quizá también, aunque menos, en organizaciones de naturaleza ideológica, desde las iglesias y sus satélites hasta medios de comunicación, o en comunidades y países que influyen sobre otros, como se suele pensar de la comunidad judía o de Israel sobre los Estados Unidos. Pero rara vez se nos ocurre considerar de tal forma a la alianza de cofradías y mesoneros o a ciertas asociaciones de madres y padres, que se han revuelto y tratan de influir a beneficio de parte sobre el calendario escolar. De momento, ya la Consejería concernida ha templado gaitas y permitirá comulgar con ruedas de molino.

     Y es que ha vuelto a suscitarse por enésima vez la controversia en lo que se refiere a las vacaciones escolares previstas para el año 2018 en la llamada semana santa. Ignorantes del sentido que tienen los periodos de descanso académico, el único que debiera contemplarse si de academia hablamos, pretenden de nuevo que a toda costa ese periodo coincida con la semana de penitencia, bien para garantizar público y consumidores a sus negocios, bien para facilitar la conciliación familiar. Sus razones tienen, aunque yerran en el destinatario y en la formalidad de sus demandas. ¿Por qué no dirigirse al Vaticano o a quien proceda de la curia para que se acomoden los ritos pasionales a un calendario estable? ¿Por qué no reclamar  a administración y empresas las condiciones necesarias para la efectiva conciliación, así en esa dichosa semana como en el resto del año? ¿Por qué ha de someterse el universo ciudadano todo a las costumbres de una fe única, a la voracidad del sector hostelero o a la conveniencia de asociaciones confesionales? ¿Por qué no se piensa más en la escuela y menos en lo mundano?

Publicado en La Nueva Crónica, 28 mayo 2017

domingo, 21 de mayo de 2017

Animales

     Es suficiente una ligera ojeada al informe del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) correspondiente al año 2016 para darse cuenta de la animalada: más de 12.400 actuaciones en ese año contra el maltrato animal. Entre ellas, se constataron 783 infracciones penales por ese maltrato o abandono de animales domésticos.

     Quiere ello decir que, a pesar de ciertas políticas aún incipientes y de un progreso en la conciencia animalista, éste sigue siendo un país de bichos de la peor especie. Al menos 783 alimañas andan sueltas si atendemos solo a quienes se encarnizan con los más débiles, los más confiados en el ser humano que los ha integrado en su entorno cotidiano. De ellos cabe sospechar que son individuos hechos a la violencia, pues al cabo bien parece que sus comportamientos no habrán de limitarse a las mascotas. Por el contrario, será probablemente un modo de ser y de actuar. Sujetos peligrosos por tanto.

     Ahora bien, la tensión entre contrarios, tan propia de esta época, nos descubre así mismo aspectos pintorescos, como poco, en lo que al trato con los animales se refiere. No comparables evidentemente con los anteriores, pero así mismo extremados en un sentido inverso: se peca por defecto y por exceso. Es así como interpretamos señales, entre otras, que producen estupefacción. Dice un letrero que nos asalta en la calle: “Ciclo de cocina para animales”; y añade tres fechas para seleccionar: cocina para tu perro, cocina para tu gato y premios (postres) para perros y gatos.

     En fin, si a esto le añadimos el despliegue de alimentos para animales que puebla los lineales de los supermercados, con colores y reclamos tan vistosos que ganas dan de echarlos al carrito si no fuera por sus precios las más de las veces prohibitivos, descubriremos que hay otro tipo de conciencias animalistas que se nos han desbocado ligeramente o que se acercan ya al paroxismo. Porque la doctrina de lo mercantil y de las necesidades creadas pervierte también las actitudes más respetuosas.

Publicado en La Nueva Crónica, 21 mayo 2017

domingo, 14 de mayo de 2017

Fumar

     Entre las imágenes y mensajes educativos que últimamente decoran los paquetes de tabaco, uno no menor es el que advierte de que fumar aumenta el riesgo de ceguera. Aunque, dependiendo de lo fumado, convendría añadir que a tal riesgo se le suma el de sufrir alucinaciones, que es bastante más común que el primero pero igual de nocivo. Por último, entre tanta humareda, no estaría de más avisar de que el tabaco nubla la razón y lleva en numerosas ocasiones a confundir lo que se ve con lo que en realidad se quiere ver. Cosas de las drogas.

     Por ejemplo, según el último barómetro del CIS, más de un tercio de españoles y españolas no reconoce todavía en el partido gobernante el monstruo de la corrupción y continúa depositando en él su confianza. Así mismo, el Partido Socialista califica la subida de poco más de un punto en el ranking electoral como una remontada clara. Con todo, peor es aún el caso de los franceses, que castigan al Presidente Hollande dándole la Presidencia al principal responsable de las medidas económicas y laborales que hunden a aquel en el pozo de la impopularidad más absoluta. Cosas del tabaco, sin duda, ya se trate de fumadores activos o pasivos.

     A juzgar por los comportamientos políticos, este país y el mundo entero siguen siendo un espacio abonado para el vicio de fumar y para el consiguiente riesgo severo de ceguera, muy a pesar de lo que señalen las estadísticas oficiales. Lo que no está nada claro, sin embargo, es la sustancia aspirada: pitillos, brotes verdes, demagogias, té británico, muros mejicanos, griales leoneses, glifosato, opiáceos diversos, reggaetón, ballenas azules y todo un sinfín de genéricos acerca de los cuales no se pronuncian las autoridades sanitarias. Cosas del consumo, de la manipulación y de las falsas verdades que tanto bien hacen a la humanidad.

     Eso sí, nada hay peor que un fumador clásico debidamente estigmatizado, con sus ojos turbios, su ceniza a cuestas, su aroma ahumado y las diez plagas bíblicas sobre su existencia.

Publicado en La Nueva Crónica, 14 mayo 2017

domingo, 7 de mayo de 2017

Planes

     Por enésima vez, una administración recurre a una empresa privada para diseñar sus principales proyectos. Ante tal decisión, lo mínimo es formularse algunas preguntas: ¿con qué rigor se elaboraron entonces las propuestas realizadas en campaña electoral? ¿no dispone esa administración en su plantilla del personal técnico adecuado para estas tareas? ¿no hay geógrafos, economistas, ingenieros y filósofos en la universidad vecina de esa administración como para encargar al ámbito investigador público la elaboración de este trabajo? ¿a qué dedica el pensamiento en tal caso el gobierno de esa administración? ¿cuántos estudios similares se han encargado a lo largo de los últimos treinta años por parte de esa o de administraciones complementarias? ¿qué fue de ellos, que beneficios produjeron y para quién, además de para las empresas redactoras?

     En fin, esto es lo que propone el Ayuntamiento de León, un Plan Estratégico para el periodo 2018-2027, ofertado por concurso a la iniciativa privada y decorado con una referencia a la “imprescindible participación ciudadana y la implicación de los agentes económicos y sociales del municipio”. No se cita, sin embargo, qué papel juega la política en esta iniciativa que compromete, además, el gobierno de la ciudad para más de una legislatura. Da la impresión de que semejante decisión no es otra cosa en realidad que la abdicación del trabajo político propiamente dicho para ser sustituido por una labor técnica de la que aquél es subsidiario.

     Con toda seguridad, un plan de este tipo, pensado para el medio y el largo plazo, es más que necesario en esta ciudad apolillada. Lo que no parece tan claro es que el camino para su elaboración se inicie con el pago de 140.000 euros a terceros para su redacción. Tampoco lo está que hayan de ser, como se señala, el Alcalde y su Junta de Gobierno quienes velen por el proyecto. Y menos aún que se afirme que “los ayuntamientos ya no pueden ser los únicos impulsores de los planes”. ¿Impulsores o beneficiarios?

Publicado en La Nueva Crónica, 7 mayo 2017