Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 27 de diciembre de 2020

Carta

 


            El presidente Mañueco le ha escrito una carta a mi padre. Le dice en ella que es su querido amigo, se despide con un fuerte abrazo y le anuncia que la teleasistencia ya es gratuita en Castilla y León.

 

            Todo eso está muy bien, más aún en estas bobas fechas navideñas, si no fuera porque mi padre falleció hace diez años y ya no podrá saber que tiene un nuevo querido amigo. Por otra parte, tampoco creo yo que le hiciera mucha ilusión. De cuanto aparecía depositado en su buzón, lo que en verdad agradecía era la carta anual de la Seguridad Social donde le anunciaban la actualización de su pensión por aquello del IPC, que era una nadería pero él lo consideraba casi como una extraordinaria. También solía celebrar las cartas electorales firmadas por Felipe González. Un día, de repente, se hizo profelipista y no había quien le tosiera con esa devoción. Lo mismo que otro día, también de repente, se hizo antiaznarista y luego antirajoy, todo ello, claro, con mayor vehemencia que la devoción primera. De modo que, siguiendo el rastro de los fervores paternos, podemos conocer, por si alguien no lo supiera a estas alturas, el momento histórico en que España mudó sus prefijos y se hundió en la rabia política.

 

            Pero, bueno, debo decir que he leído la carta del nuevo amigo de mi padre y no tengo nada claro que él la hubiera entendido. Aparte de errores sintácticos, defectos de puntuación y equivocaciones en la concordancia, todo bastante impresentable, no sé si el presidente Mañueco sabe a quién se dirige cuando escribe sus cartas: de los seis párrafos de pura retórica publicitaria sobran cinco y medio para decir lo que hay que decir. Sobre todo a un pensionista ferroviario de pocas letras aunque curtido en descarrilamientos.

 

            Así que, como eres amigo de mi padre, te tuteo y te recomiendo, Alfonso, que cuides esos detalles tan sin importancia y que tomes clases de refuerzo en escritura. Porque, de lo contrario,  mucho me temo que ni la Ley Celaá te librará de repetir curso. Atentamente.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 27 diciembre 2020

domingo, 20 de diciembre de 2020

Museos

 

 

            Leo en un diario local que Botines es el museo más popular de León. Me extraña la noticia, sobre todo porque la cualidad museística del edificio y su proyecto están todavía por demostrarse después de varios vaivenes, lo cual, bien es verdad, no le resta interés en este momento. Dice la información que es el único de la provincia en el ranking elaborado por la plataforma Musement, algo que acentúa mi estupor. Descubro más adelante que se trata de una plataforma de “reservas de actividades en destino según el número de reseñas recibidas en Google”, de modo que está claro que el gran ojo dirige nuestros gustos también en esto a partir del dichoso posicionamiento en su buscador, que es el argumento de autoridad por excelencia en estos tiempos superficiales. Detrás de Botines, cuatro propuestas de toda Castilla y León completan el mapa de recomendaciones: el Museo de la Evolución Humana en Burgos, la Casa Lis y el Museo de la Automoción, ambos en Salamanca, y el Museo Nacional de Escultura en Valladolid. En fin, sirva esta guía al menos para conocer que existe un Museo de la Automoción.

 

            Para un mayor rigor y mejor criterio recomiendo la lectura del informe Lo mejor de la cultura 2019, elaborado por el Observatorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea, hecho público a principio del año que ahora concluye, justo antes de la pandemia. En él se recogen las instituciones y acontecimientos culturales destacados en el ámbito nacional, donde sólo aparecen cinco menciones a Castilla y León de un total de 102: el MUSAC (León) aparece en el puesto 28, la SEMINCI (Valladolid) en el 53, el Festival de Teatro de Ciudad Rodrigo (Salamanca) en el 66, la Fundación Cerezales de Cerezales del Condado (León) en el 89 y el Museo Nacional de Escultura (Valladolid) en el 89. Sí, también hay museos en la lista, aunque sólo uno coincida con el examen de Google. Ello debería animarnos a mejorar nuestras fuentes de consulta cuando recuperemos eso que llaman turismo cultural. Tan necesario.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 20 diciembre 2020

domingo, 13 de diciembre de 2020

Premios

 

             Si se exceptúa el drama sanitario y el esperpento de la soldadesca, casi todo en este mes de diciembre progresa como si de un anuncio navideño se tratara. De hecho, da la sensación de que vivimos de día en día un adelanto del sorteo de la lotería o de la imposible cabalgata de reyes. Y, como en el sorteo o en la cabalgata, hay premios y hay chascos, hay regalos y hay carbón.

 

            La derrama de los presupuestos todos (del Estado, de la Junta e incluso de la Unión Europea), sumados al desatasco de los fondos europeos para la reactivación económica, a la garantía de financiación barata por parte del Banco Central Europeo y a los tipos de interés negativo de la deuda española anticipan quiénes serán los afortunados con el premio gordo. Mientras tanto, el brexit continúa mareándose en el interior del bombo, tal y como viene sucediendo desde la decisión inicial por parte del extinto imperio británico, y como mucho, de resolverse algún día, no pasará de un quinto premio. A nadie le va a arreglar la vida.

 

            También en estos páramos nuestros ha habido apuestas y resultados, no todos gloriosos, cartas a los reyes y decepciones. Todo con mucha ilusión, por supuesto, como cabe esperar en unas fiestas tan almibaradas. No quisieron sus majestades concedernos el Centro Europeo de Ciberseguridad, al que fiábamos buena parte del porvenir, y prefieren que nos conformemos con la reinauguración del Centro de Control y Regulación del tráfico ferroviario del noroeste, un tercer premio en el mejor de los casos, y con la declaración de El Bierzo como el mejor destino turístico con mascotas, una simple pedrea. Está por verse si aún nos agasajan con el reintegro de considerar a la ciudad de Astorga como la mejor iluminada gracias a una conocida marca de bombones.

 

            Con todo, el obsequio con más gusto nos lo ha hecho la Diputación Provincial con esa colección de vídeos musicales titulados “Son de León”. Se trata de folklore, pero hace años que no se veía algo tan moderno por estas tierras. Otro mundo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 13 diciembre 2020

domingo, 6 de diciembre de 2020

Deterioro

 


            Como consecuencia del crack financiero de 2008, las entidades bancarias se han sometido después a lo que llaman test de estrés para verificar su solidez ante nuevas posibles debacles. Bien está que así sea, aunque los legos no sepamos bien en qué consisten esos test ni casi ningún test y lo único que saquemos en limpio es que los peces grandes se han comido a los peces chicos, como siempre, que los beneficios de accionistas y otros poderes paralelos siguen creciendo, como siempre, y que las plantillas y usuarios salen bastante mal parados, como siempre. Sin olvidar, por lo que se refiere a lo más inmediato, la desaparición de las únicas entidades medianamente públicas y sociales, las cajas.

 

            Aquel deterioro económico y aquel estrés, una docena de años atrás, no es nada en comparación con cuanto se ha vivido en el año 2020 en todos los campos públicos y privados. Si atendemos a los servicios públicos en particular, es decir, a lo que nos es común, ese deterioro expresa tanto su debilidad ignorada como su necesidad más que evidente y afecta allá donde miremos: sanidad, enseñanza, justicia, policías, servicios de empleo… Pero los daños arrastrados y los provocados directamente por las crisis múltiples no están teniendo reflejo en las decisiones políticas para su enmienda. Al contrario, la multicrisis se aprovecha para decretar por vía de urgencia mermas en las condiciones de trabajo que tenderán a permanecer y repercutirán con gravedad en todos nosotros. Lo mismo que ocurrió con los bancos.

 

            Ello nos lleva de nuevo a la importancia de la defensa de lo público precisamente en estos instantes, cuando todo está ocurriendo: si ahora peregrinamos a la caza de un cajero o de una oficina bancaria o de una persona que nos atienda en ellas, pensemos qué puede suceder en todo lo antes citado cuando el mal pase, si es que pasa. El virus hace mucho daño, está claro, y no será menor el que arroje sobre el espacio público así en las formas de trabajo como en calidad para la ciudadanía.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 6 diciembre 2020