Frente
a un tercio de familias españolas que no se puede permitir ni unas mínimas
vacaciones, el resto, espoleado por la marabunta global, piensa, habla o
prepara sus viajes veraniegos. No es fácil escapar de esta expresión de
ansiedad propia de los tiempos poscontemporáneos, hasta el punto de que ese
creciente movimiento de masas se ha convertido en un elemento perturbador de
los ecosistemas sociales y ambientales nada despreciable. Por más que, a la
vez, sea un notable motor económico, como bien sabemos por estos pagos.
En 1950 había 25 millones de
turistas en el mundo. Hoy suman 1.100 millones y se prevé que en 2030 puedan
alcanzar los 1.800 millones. Así que no estamos ante la figura romántica del
viajero ni ante la épica del que se lanza a la aventura, aunque algunos se lo
continúen creyendo. No, el turista es precisamente la pantomima de aquellos. Y
el turista de masas, casi su histrión. El turista no viaja, consume. El turista
no observa, hace fotos. El turista no se mezcla, se exhibe. Y la democratización
del turismo, su universalidad en suma, lo que ha hecho es convertir el relato
de viajes en una tragicomedia. Al fin y al cabo, esa barahúnda humana acaba
llegando siempre al mismo párking, al mismo chiringuito y a la misma tienda de
productos autóctonos, diseminado todo ello en cualquier rincón del mundo como
verdaderas franquicias planetarias.
Tal
es así que hasta los ayuntamientos sin tradición en la materia disputan ahora
con otros más espabilados las migajas que se les caen a los peregrinos del Camino
de Santiago, como si de un maná generoso se tratara. Lo han hecho hace un mes
para impulsar el trazado por el Puerto del Manzanal, pero, francamente, flechas
amarillas es lo que sobra por todo el mapa y por todos los senderos de España.
Otra franquicia. Sin negar las cualidades de la nueva ruta ni las expectativas
del viaje, ¿no se podría inventar algo nuevo? Quedarse en casa, por ejemplo,
viendo en la televisión el Tour de Francia, que es mi viaje favorito.
Publicado en La Nueva Crónica, 1 julio 2018
Muy bueno. Fdo: Caminant@ y peregrina.
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