La
edición 2011 del ciclo Pensar la Ciudad, organizado por el Ateneo Cultural “Jesús
Pereda” de Comisiones Obreras, ha tratado acerca de quienes, con toda
legitimidad, con toda urgencia ya, habrían de constituirse en sujetos activos
del diseño y desarrollo de las ciudades: sus vecinos y vecinas. Lo cual no es
aún posible en León por cuanto los gobiernos municipales de nuestros dos
partidos políticos gemelos – rivales se han resistido a abrir cauces efectivos de participación
ciudadana en todos estos años de pretendida democracia.
¿Comenzamos
este artículo de conclusiones con excesiva dureza? La participación ciudadana
es un asunto más serio de lo que a algunos les puede parecer. Dice el filósofo
italiano Giorgio Agamben que el paradigma político de Occidente no es ya la
ciudad, sino el campo de concentración, y que hemos pasado de Atenas a
Auschwitz. Para comprender su tesis, aconseja distanciarse del horror que
supuso aquella anomalía histórica y centrarse en la estructura jurídico –
política en la que se produjo.
Cuando
Heinrich Himmler creó el campo de Dachau lo hizo fuera de las reglas del
derecho penal y del derecho carcelario, desde un estado de excepción que
sin embargo devino en regla. Y,
¿no vivimos hoy en un estado de excepción que se ha estabilizado y en el que
cada vez más ciudadanos y ciudadanas son desposeídos de sus derechos, en el que
los gobiernos nacionales que votamos se pliegan obedientes a poderes
financieros que nadie vota, en el que día a día cada uno de nosotros es menos ciudadano y más, en la
expresión de Agamben, homo sacer o
persona desechable, que no cuenta?
¿No
es hoy la ciudad, también la nación, un espacio permanente de excepción (como
fueron los campos), una localización sin ordenamiento, en el que hasta la intocable Constitución Española puede
ser modificada para favorecer a los mercados, por vía de urgencia y a espaldas
de quienes no contamos, de quienes tan sólo votamos gobiernos vicarios a golpe
de campaña de marketing?
Entrando
en lo que fue el ciclo de conferencias, la primera ponente, Isabela
Velázquez,
hablando del urbanismo sensato para tiempos difíciles, se preguntaba si nuestras
ciudades van a servir para un futuro escenario de cambio climático y carencia
de petróleo y si no será hora ya de plantear el urbanismo teniendo en cuenta la
coherencia ambiental y la responsabilidad respecto a la equidad social. Y
defendió la necesidad de crear un nuevo modelo en el que es necesaria la
participación de la ciudadanía.
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Cuadro de César Bobis |
Inés
Sánchez de Madariaga
habló de la organización del espacio suburbano que se produjo en Estados Unidos
en los años 50 y que fue importada en España en los años 80, de cómo una gran
coalición de industrias, petrolíferas y automovilísticas (para imponer el uso
del vehículo privado), inmobiliarias y financieras (para vender viviendas
unifamiliares), etc., produjo un nuevo modelo de vida y relegó a las mujeres al
papel de misses consumers, apartadas de la vida laboral y centradas en su papel
de amas de casa.
”Construyamos las viviendas unifamiliares para que sean el espacio de las
mujeres”,
dijo el artífice del Estado del Bienestar británico, William Beveridge. Éste ha sido el modelo de
urbanismo socialmente segregador y sexista que se nos ha impuesto en los
últimos 20 años en España.
Los
participantes en la mesa redonda sobre presupuestos participativos, Pedro
Chaves, Miguel Ángel Carbajo y Gregorio López, hablaron de la necesidad de la
participación ciudadana para contrarrestar la evidente desafección hacia la
política, que
se observa en especial entre las y los jóvenes. Es necesario, oímos entonces,
que se genere un empoderamiento por parte de la sociedad, concepto éste con gran
arraigo y que ha surgido de las ideas feministas.
Las
prácticas locales de participación ciudadana avanzan poco a poco: están
implantadas en algo más de 50 ciudades europeas, de las que 22 son españolas,
con gobiernos IU, PSOE, CiU, PP y otros. De hecho, la ponente Rosa Martínez expuso una interesante
experiencia participativa, la Iniciativa Urbana del Barrio del Espíritu Santo
de Murcia, sustentada por un gobierno local del Partido Popular y con
financiación europea.
Es
decir, que pese a que las tesis de Agamben son reconocibles en muchos aspectos,
también constatamos resistencias, sobre todo en el ámbito local.
El
penúltimo ponente del ciclo, el eurodiputado Francisco Sosa Wagner, aludió al clamor
generalizado que pide una reforma del sistema electoral español, “absolutamente
pervertido”
en su opinión y causa del desentendimiento de los ciudadanos de las exigencias
políticas que todos tenemos en un sistema democrático; un sistema que lejos de
ser cerrado y rígido como el de las dictaduras (y como el de los campos de
concentración, por cierto), ha de ser ventilado, abierto, “esponjoso”, capaz de ir incorporando a
las instituciones políticas todo lo que late en la sociedad, incluso a quienes
están en desacuerdo con el sistema.
Confiemos
en que el nuevo gobierno de España no se comporte como un factor antisistema,
degradando aún más nuestra maltrecha democracia y comprenda que abrir las
instancias públicas a la participación de ciudadanos y ciudadanas es la más
acertada de las políticas, en especial en estos tiempos supuestamente
excepcionales.
Publicado en El Mundo de León, 23 noviembre 2011