Pirro,
rey de Epiro, derrotó en dos ocasiones a la República Romana, pero a costa de
tales pérdidas que al final de una de aquellas batallas llegó a reconocer que
“otra victoria como ésta y volveré solo a casa”. Salvando las distancias, del
conflicto laboral y sentimental de Elmar también se pueden extraer lecciones
tácticas y estratégicas que en algún sentido tienen mucho que ver con las
famosas victorias pírricas.
Cuando
en el pasado verano se empezó a visualizar la agonía de esta factoría leonesa
de productos congelados, el horizonte que se abrió para sus trabajadores y
trabajadoras así como para sus representantes fue doble: sostener el empleo o,
en el peor de los casos, reducir lo más posible el daño que podría causar un fatal
desenlace. En uno y en otro sentido todas las posibilidades fueron exploradas y
aprovechadas. Lo que ya se presentaba entonces como un expediente de
liquidación fue reconvertido, no gentilmente por cierto, en un expediente de
suspensión por seis meses, que permitió un margen de tiempo para apurar el
resto de posibilidades sin efectos colaterales sobre las economías. En ese
momento UGT y CCOO, que gobernaban el comité de empresa, iniciaron acciones
movilizadoras y negociadoras en varios sentidos: con la empresa, por un lado, y
con las administraciones, por otro. Con la primera pudimos confirmar realidades
e intenciones; con las segundas, el posible recorrido incentivador o
resolutivo. Uno y otro frente sumados nos dibujaron los posibles márgenes de
maniobra. En aquellos episodios hemos de reconocer y agradecer el papel jugado
por el ayuntamiento de León, con su Alcalde a la cabeza, y por la Delegación
Territorial de la Junta de Castilla y León.
En
el pasado mes de diciembre se renovó el comité de empresa, pero el final estaba
ya escrito. Con un mensaje típicamente populista, de esos que cuajan fácilmente
en tiempos y situaciones de crisis, USO recibió el apoyo mayoritario de un
colectivo desesperado que podía haberse apuntado por igual a un bombardeo, como
cualquiera puede comprender. Dos meses después la travesía ha terminado en el
mismo punto en que se encontraba antes de que los advenedizos prometieran
empleo a diestro y siniestro, líneas de producción a tutiplén o bien traslados
con dieta asegurada. Por el medio queda un sufrimiento estéril, una resistencia
numantina que no da ni para un relato menor, toda una colección de aves de
rapiña que vinieron a escarbar en un cuerpo muerto, unas asambleas a la iraní
donde sólo se admitía una única voz, un ERE rechazado como mandan los cánones
sin mayores adornos, una manifestación con un coro final de voces pintorescas
sin que ninguna fuera de los afectados, una negociación con la inclusión de un
asesor externo –abogado él- que sacará sus beneficios (innecesarios, por otra
parte), unas actas que lo dicen todo mejor que un portavoz palabrero y
(finalmente) una votación secreta (al fin) donde trabajadores y trabajadoras
pudieron (por fin) expresarse libremente y decir que ya valía, que lo que
querían era terminar de una vez y empezar a pensar en otro porvenir. Eso sí,
como corolario habrá que indicar también que todo ese proceder puso en jaque no
sólo a la factoría leonesa sino al conjunto de todas sus sedes y empleados, que
en un tris estuvieron de desaparecer; que son hoy menos los recolocados que los
que pudieron serlo dos meses atrás y en condiciones mejor negociadas; y que a
punto estuvo de aplicarse a todos el hachazo de la nueva reforma laboral y
santas pascuas.

Es
lo que tiene el arribismo y los arribistas, que no valoran si los medios son
éticos o no con tal de llegar a la cumbre. CCOO y UGT quizá cometieron errores
en el gobierno del conflicto y merecieron por ello un papel secundario, pero en
ningún momento, cuando les correspondió, generaron dolores o ansiedades
inútiles, no despreciaron ni retaron con bravuconería a terceros y, en cambio,
habían alcanzado ya en la mesa lo que al final los hechos impusieron. Tampoco
hubo lucro, por más que la mala fe lo pregone sin pruebas, ni nadie podrá decir
que se fue desleal en público con quien le tocó a la postre gestionar,
erróneamente a nuestro parecer, el remate del asunto y presumir todavía de
ello. Consumado éste, aunque mucho más podría decirse al respecto, bueno es
aportar estas otras visiones para que la sociedad leonesa se haga una más
adecuada composición de lugar.
Por
último, en lo estrictamente sindical, lo primero que debería tenerse presente,
para no caer en demagogias, es saber cuándo merece la pena inmolarse porque a
nadie afecta el fuego amigo o cuándo lo oportuno es conseguir un digno funeral
para nuestros muertos. Habrá quien prefiera las victorias pírricas o las fosas
comunes, pues en eso consiste también la pluralidad, pero a nuestro juicio los
dos últimos meses de vida de Elmar, tal y como lo hemos visto, son un mal
ejemplo de práctica sindical. Tal vez por ese motivo, conforme al último
computo electoral en esta materia certificado por la autoridad laboral, UGT y
CCOO obtuvieron en la provincia de León un total de 2.308 delegados o delegadas
entre las dos organizaciones (el 76% de la representación total), frente a los
223 de la tercera, que resultó ser USO. Por cierto, acerca de la unidad que su
líder local reclama frente a las agresiones contra la clase trabajadora, ¿no
cabe preguntarse dónde estaban él y su guardia pretoriana mientras 20.000
personas se manifestaban en la ciudad de León contra la insufrible reforma
laboral?

Publicado en Diario de León, 9 marzo 2012