 |
Taller Material Móvil 1940 |
Lo
malo de no haber alcanzado las disneylandias prometidas no es que ese fracaso
nos devuelva al estadio inmediatamente anterior y en él nos deposite sine die.
No, lo verdaderamente terrible es que frustra el futuro, disuelve el presente e
incluso perturba el pasado. Se observa así mes a mes con la venta de
automóviles, por ejemplo: no sólo desciende el número de nuevos modelos en las
calles, sino que ni siquiera es posible sostener en ciertos casos el de
vehículos usados a medida que empiezan a faltar piezas de repuesto en los
desguaces.
Algo
parecido ocurre en esta ciudad y en esta provincia. Lo malo de no haber
rematado la red de autovías no radica en resignarse a las carreteras de
siempre, sino en aguantar su deterioro progresivo e irremediable a falta de
presupuestos para el mantenimiento. Lo malo de no haber conquistado la alta
velocidad ferroviaria, suponiendo su bondad, no consiste en conformarse con
transportes menos competitivos, que por otra parte son bastante dignos, sino en
constatar que ese efecto regresivo se lleva también por delante otras
instalaciones que parecían consolidadas: no tendremos nueva estación por muchos
años, no tendremos ni estación pues en su lugar se construyó un apeadero
provisional, no habrá integración urbana del trazado sino la perpetuación de un
vacío que mutará poco a poco en un vertedero integrado en nosotros mismos. Y
esto sucede así porque el futuro, ese cuento de la lechera, no se quiso ni se
quiere construir sobre un presente confirmado sino sobre su hipoteca, y cuándo
aquél falla éste también se derrumba sin remisión y reescribe incluso el
pasado.

Ocurrió
así con el desmantelamiento agrícola de la provincia tras la sumisión a las
políticas europeas, lo cual menguó el sector y generó despoblación y abandono.
Viene ocurriendo igualmente con la minería, otro sector en constante
reconversión sin alternativas, que acabará desembocando en una nueva nada. Y le toca el turno ahora al
sector ferroviario, el tercer vértice sobre el que se asentó durante mucho
tiempo el desarrollo provincial. Su merma ha sido paulatina y ha afectado por
igual a plantillas, frecuencias, destinos, entes directivos, mercado y
relevancia del conjunto en el mapa general ferroviario. La muerte más o menos
anunciada de sus últimos talleres, los de material móvil y eléctrico, será muy
pronto su corolario.
La
ausencia de voluntad política demostrada durante al menos el último trienio y
confirmada en los Presupuestos del Estado para 2012 así lo sentencian. Porque
podría comprenderse el aplazamiento para tiempos mejores del soterramiento del
tren a su paso por la ciudad, pero lo que no es de recibo es ignorar el
traslado previsto de los talleres a su nuevo emplazamiento en el polígono de
Torneros; salvo que con esta omisión intencionada se persiga otro objetivo: su
liquidación e impulso alternativo de las nuevas instalaciones de Redondela, en
consonancia curiosamente con el fomento del trazado gallego de alta velocidad
frente al retraso de la opción leonesa. Un proceso todavía menos comprensible
si tenemos en cuenta el proyecto de ejes de trasporte europeo, que por lo que
hace al del noroeste de España pasaría de ser sólo una línea dibujada en un
plano a contar con una referencia sólida y física real: el citado polo
logístico de Torneros. Así pues, podrán invocarse el déficit, la austeridad y
los ajustes, pero resulta evidente que detrás de muchas decisiones vuelve a
pesar más el componente localista que la racionalidad de las mismas.

Estamos ante
otra muestra de cómo el futuro se nos presenta aún mucho más precario que el
pasado: no tendremos nuevos talleres ferroviarios, es cierto, pero es que no
tendremos ni talleres. Mas no queda ahí el asunto, pues la pérdida de esa
estampa histórica puede ser sólo el prólogo de una decrepitud mayor: ¿cuánto
tardarán algunos trenes Alvia que unen
Asturias con Madrid en dejar de lado la operación de entrada y salida en el
apeadero leonés con el fin de ganarle tiempo a los kilómetros? ¿por qué hay
quien habla ya de un nuevo intercambiador de ejes precisamente en Torneros?
¿qué plazo de vida puede tener el control del AVE en el edificio que hoy se
construye si, paradójicamente, vamos a quedar para largo al margen de los
trayectos AVE? ¿cuándo advertirá el lado gallego de nuestra existencia este
sinsentido y reclamará para sí lo que ya ha consumado en lo relativo a talleres
y preeminencia de su recorrido?
La ofuscación
popular por arrasar los proyectos del anterior Presidente del Gobierno (en
parte ya se encargaron de hacerlo unas urnas cainitas en la ciudad de León)
hace que no se repare en detalles ni en consecuencias. Cierto que tiempo
tuvieron Rodríguez Zapatero y sus gobiernos para rematar la faena en lugar de
dejarse ir en la desidia y el caos de su segunda legislatura. Cierto que las
circunstancias económicas han cambiado también severamente y ello hace
necesaria una nueva agenda. Pero lo que se descubre en el fondo, a la hora de
continuar o laminar ideas, es que unos apostamos por talleres, es decir,
trabajo clásico y productivo, y otros se conforman con palacios de congresos,
esto es, desfiles de moda y cónclaves nupciales. Son estilos.
.jpg) |
Estación de León 1883 (Foto Laurent) |
Publicado en Diario de León, 18 abril 2012