Cuentan las crónicas que
celebramos la octava edición de los Premios
Diálogo. No es poca cosa en verdad, pues ésa es casi la misma edad que luce
quien lo convoca, el Ateneo Cultural
“Jesús Pereda” de CCOO de Castilla y León, uno más. Es decir, dos
existencias prácticamente a la par. Creo, por tanto, que podemos estar
orgullosos por el trayecto realizado, precisamente porque en cierto modo se
cierra aquí una etapa y está a punto de nacer otra nueva.
En
el acto del año pasado, explicaba María Vallejo, la Presidenta en ese momento
del Ateneo, que el Sindicato estaba por entonces de
aniversario al cumplirse los 40 años de su legalización. Lo que no se dijo –no
era pertinente, con toda seguridad– es que ese pasado año y sobre todo el
presente ha sido un tiempo de congresos, un tiempo de necesaria renovación. Ha
sido así, como todos ustedes conocerán ya, y es ésa la razón por la que soy yo
quien hoy se dirige a este auditorio, fruto de las decisiones que nuestros compañeros
y compañeras tomaron para elegir la dirección del Sindicato en esta Comunidad Autónoma. En consecuencia, resulta
obligado, antes de ninguna otra consideración, reconocer públicamente el
trabajo que María y su compañera Yolanda Rodríguez han llevado a cabo al frente
de esta empresa desde su nacimiento. Lo mismo que el impulso político que le
dio Ángel Hernández desde el seno sindical. Gracias a ellos hemos llegado hasta
aquí y el reto que enfrentamos ahora es notable: estar, como poco, a su altura.
Dicho
esto, la cita de hoy es así mismo una buena oportunidad para anunciar que
estamos mutando. El Ateneo
desaparece como tal casi en este acto y en su lugar, sin ruptura alguna,
presentaremos próximamente la Fundación
Jesús Pereda de CCOO de Castilla y León, en la que aquel se integrará junto
a otras áreas de trabajo. No dejamos de lado el compromiso con la cultura y sus
actores, pero a su lado queremos fortalecer nuestra presencia como sindicato en
los espacios de la memoria histórica interna y externa y en los de la difusión
del diálogo social. Ésas serán, tal y como informaremos no tardando mucho,
nuestras nuevas y ampliadas tareas. Y así sucederá que estos Premios Diálogo serán convocados en
próximas ediciones por la Fundación
Jesús Pereda. Porque de lo que no debemos tener duda es de que estas
convocatorias tendrán continuidad. E incluso un mayor eco, si posible nos
fuera.
Si
atendemos tan sólo a las disciplinas premiadas en lo que a la trayectoria
individual se refiere, observaremos que los premios han reconocido quehaceres
en los campos de la arqueología, de las fundaciones, del cine, de la pintura y
el diseño gráfico, del muralismo y el dibujo, del periodismo y de la
antropología. Son disciplinas que, unidas a las que protagonizan otras de las
personas premiadas en las demás modalidades, nos identifican y explican las
señas de identidad de este premio. Los premios, al fin y al cabo, son lo que
son y tienen el recorrido que tienen. Pero, aparte de cualquier circunstancia
que los envuelva, lo que más debe importar de ellos es su sentido pedagógico o
de muestra para terceros. Sus ganadores se convierten en modelo o en
referencia, como se dice ahora, pero además connotan. Esto es, sugieren o
añaden un alcance indirecto. En tal sentido, tal y como comprobaremos en este
acto, añadir al catálogo anterior un hueco importante para el teatro y para el
folclore no es detalle menor. Las tablas del Ateneo en Ávila han visto pasar por ellas en varias ocasiones al
Teatro del Barrio y numerosas son las músicas de todo tipo que han presidido o
acompañado nuestra programación. Pero cierto es también que requerían un mayor
énfasis y una ampliación del enfoque. Con toda sinceridad, creemos que el
jurado de esta edición así ha sabido verlo y con ello nos estimula para el
futuro.

Y,
como decía anteriormente, es nuestro propósito conquistar un eco para estos
premios. No debemos conformarnos con esta velada ni con la repercusión
mediática, mayor o menor, que haya tenido o vaya a tener. Reconocemos con
ellos, sí, una trayectoria, pero hemos de hacer que ese recorrido alcance
también a quienes son los destinatarios últimos de nuestro existir: el conjunto
de los trabajadores y trabajadoras que hoy no están aquí presentes, por razones
obvias. Por ese motivo, buscaremos fórmulas para que los premios y las personas
premiadas itineren por nuestra comunidad y que podamos nutrirnos en mayor
medida con cuanto sus protagonistas nos aportan. Haciendo honor a su
denominación, el diálogo, es preciso que éste se establezca entre sus emisores
y muchísimos más receptores.
Algo
así conseguimos en su día con la exposición “Humor gráfico en tiempos
revueltos” del artista Manuel Jular, premiado en 2013. También con las
colaboraciones dispersas que generosamente nos presta Manuel Sierra, premiado
en 2014. Pero apenas si supimos o pudimos extender más allá de sus ámbitos
habituales de trabajo a Carlos Sanz, a la Fundación Segundo y Santiago Montes,
a Chema Sarmiento, a Rosa María Mateo o a Luis Díaz de Viana. Pues bien, en el
marco de las mutaciones que vivimos, quede aquí expresada nuestra voluntad de
corregir ese rumbo y sepan los premiados y premiadas, los de esta convocatoria
y cuantos les precedieron, que pretendemos servirnos de ellos para extender
también nuestro campo de actuación.
En
fin, para acabar, algo más sobre el término diálogo que da nombre a nuestros
premios, una palabra que a fuerza de repetida últimamente, como tantas otras,
apenas significa nada. Cuando este premio nació, la idea original fue reconocer
a quienes transitan con su equipaje cultural de una a otra provincia dentro de
las vastas tierras de Castilla y de León. Esa idea primera creció porque no nos
era suficiente con reconocer el viaje, sino que debíamos atender sobre todo a
la comunicación que se establecía entre los peregrinos y quienes los acogían.
Demostrábamos con ello que, frente a posiciones turbias o interesadas, no
existía mejor útil para el entendimiento entre diversos que el de la cultura.
En suma, es el tránsito y la cultura los que favorecen el diálogo fecundo, lo
contrario que la parálisis y la necedad. Hoy, lo comprobarán acto seguido,
dialogarán y se entenderán en este escenario gentes del Bierzo, de Ciudad
Rodrigo y de Valladolid, teatreros, cantantes y bebedores de gin-tonic,
titiriteros todos, como nosotros mismos. Les invitamos a compartir su
conversación y a extenderla.

Texto leído en la entrega de los VIII Premios Diálogo de la Fundación Jesús Pereda, Valladolid 19 octubre 2017