Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 31 de agosto de 2025

Voyage

            No hay duda, es salir a la calle, sentir el calor, subir al coche y escuchar la voz de Desireless entonar Voyage, voyage: “viaje más allá de la noche y el día (…) en el increíble espacio del amor…” Así es, ha sido, este tiempo de verano que tiende a consumirse, este año casi de un modo literal, y esparce sus huellas sobre un mapa afectivo que permanece más allá del calendario.

 

No, no fueron destinos elegidos ninguno de esos nombres que parecen de comunión obligatoria, aunque no tengan por qué serlo, no lo fueron ni las aguas de Conil de la Frontera ni los desiertos de Namibia, tampoco el susurro clásico del teatro de Mérida, ni siquiera un festival de música de los que tanto abundan, ni una casa rural ni un parador ni una bodega donde ofrecen catas de vino. Todo lo contrario, Desireless, ella es así, quiso conducir el vehículo, en el increíble espacio del amor, hacia parajes menos selectos, mucho más humildes, seguramente fuera de toda guía turística porque el viaje siempre queda al margen de los espacios trillados, por más que sea difícil escapar de cuanto nos programan. Nos programamos. En ese plan voyage, voyage nos atardeció suavemente en Valderas o nos dio por sentarnos en el jardín de Borrenes antes de que lo rondara el fuego, nos acercamos una mañana al bar de Izagre o paseamos bajo un sol severo sobre las murallas de Urueña, nos acompañó la poesía en un patio de Gordoncillo o tomamos un café en la sombra de un callejón en Ponferrada, nos permitimos el lujo de saborear un fin de semana en Curueña o nos asomamos al concierto de Swing Combo en la Plaza de Santo Martino. Todo eso fue el verano, todo eso fue el voyage.

 

No sé, tal vez con otra música otro hubiera sido el resultado, su elección suele ser decisiva. Al cabo, son las canciones las que nos llevan allá donde acabamos yendo, su estribillo nos conduce y su melodía nos impulsa. Por eso es importante ser selectos con el cancionero y no abandonarse sin más a las músicas de ambiente cuyo rumbo apenas emociona.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 31 agosto 2025

domingo, 24 de agosto de 2025

Frases

            Vivimos de frases hechas, unas con mayor fortuna que otras, con más fundamento, con más pervivencia temporal. El verano, quizá por ser una estación de obligada ligereza, es una época ideal para este tipo de frases que se repiten alegremente o no, depende de lo que hablemos. Por ejemplo: tráfico denso pero fluido (si se trata de viajes por carretera), la mano del hombre (acerca del origen de los fuegos, tan repetida por Mañueco), en agosto frío al rostro (aunque ya no es verdad) o el nacionalismo se cura viajando (evidente gatillazo a estas alturas de la fiebre turística).

 

            A veces, también leemos en verano para encontrar frases con mayor sustancia que nos alimenten más allá de lo simple. Recomiendo Como el aire que respiramos de Antonio Monegal, un ensayo sobre el sentido de la cultura. Ése es precisamente su subtítulo. Observa el autor la “falta de correlación entre conocimiento y moral” al convenir, con el Holocausto como referencia, que la cultura no consiguió superar a la barbarie. Tampoco lo hace en la actualidad ante otros holocaustos, otros genocidios televisados, otros neo-feudalismos. Siguiendo a George Steiner, como hace en parte Monegal, también nosotros podríamos preguntarnos si tiene algún sentido escribir columnas como ésta, si se pueden escribir otras palabras que no sean Gaza, si las herramientas del conocimiento nos salvan en verdad del desastre. Y destaca el propio Monegal que en la actualidad las únicas utopías parecen proceder de la genética, de la tecnología y de la inteligencia artificial. Eso ocurre.

 

            Aún con todo, es verano y conviene detenerse en frases mucho más esperanzadoras que abundan en ese texto. Sin descubrir cuanto de interés habita en las páginas del libro, añadiremos una mención a la importancia de la cultura, ya sea por sus valores elevados, ya sea por su relevancia social: “involucra a todos los ciudadanos, porque es un bien común de primera necesidad, que forma parte indisoluble de la vida de todos, como el aire que respiramos”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 24 agosto 2025

domingo, 17 de agosto de 2025

Canibalismo

            En materia de nacionalismo y de tradiciones, en esa materia que algunos nombran con énfasis ¡España!, cabe preguntarse hasta dónde es posible remontar la idea de nación y el añadido de su tradición. Con gran frivolidad, por ejemplo, se habla de reyes católicos y de reconquista, como si aquella realidad fuese auténticamente española. Y con idéntica frivolidad se habla de tradición cristiana como si de una eternidad se tratara y no hubiese siglos en el territorio con otros credos.

 

            Si todo es distopía a la inversa, ¿por qué no ir entonces un poco más allá en la búsqueda de señales identitarias para mejor conocernos, mejor distinguirnos y mejor identificar a los contrarios? ¿Por qué no remontarse, por ejemplo, a Atapuerca, 5.500 años atrás, donde duermen los restos de los seres humanos más antiguos de la península ibérica y sus tradiciones? El canibalismo una de ellas. Por lo que dicen los arqueólogos, allí se encuentran restos de seres que fueron descuartizados, desollados, eviscerados, asados o cocidos y comidos con absoluta naturalidad. Una tradición culinaria, como quien come gambas al ajillo. Hasta que se deja de hacerlo, supuestamente porque se impone una cultura de la no brutalidad. ¿Es extraño, pues, que pensamos que así ocurrirá un día con la llamada fiesta nacional y que, en consecuencia, los arqueólogos de siglos futuros piensen en nosotros como los de hoy piensan en quienes practicaban el canibalismo? ¿Es extraño pensar que la exaltación de la sangre en semana santa será un día una reliquia como esos huesos violados por los carniceros?

 

            Se dirá que exagero y diré que es verdad. Pero no es menor exceso que el de todos esos hiperbólicos ultranacionalistas a los que soportamos estoicamente y que, además, pretenden gobernarnos. Manipular la historia a conveniencia, canibalizarla en suma, es un mecanismo de poder o una estrategia para conquistarlo. Eso es lo que hay detrás del odio a otras tribus, detrás de lo tradicional a ultranza y detrás de ciertas banderas.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 17 agosto 2025

domingo, 10 de agosto de 2025

Señores

A veces veo señores, muchos señores, demasiados señores. Me ocurre con algunas imágenes que ilustran ciertas noticias, pero también con las noticias en sí. Pondré algunos ejemplos con los que compartir mi inquietud por si alguien tuviera a bien explicarme el porqué de todo este señorío y su sentido. Tengo mis tesis al respecto, pero siempre está bien ser discreto y contrastarlas.

 

Observo las dos ruedas de prensa en las que se ha presentado el Día de León en la Feria de Muestras de Gijón: en León 7 señores y en Astorga sólo 4. Repaso la mesa redonda Claves del futuro, celebrada en Ponferrada, que se dedica en esta ocasión a la transición energética, industria y redes: 8 señores. Leo que en la Diputación Provincial de León dos alcaldes sustituyen a dos alcaldesas en virtud de un acuerdo interno del Partido Socialista, de tal manera que el cómputo total de diputados provinciales pasa a ser de 20 señores frente a 5 mujeres. Pocos, muy pocos, espacios institucionales escapan de esta tendencia varonil, tanto da cámaras de comercio, entes feriales, ayuntamientos, consejerías y delegaciones territoriales, diputaciones… Hay una especie de enseñoramiento general en todas ellas. Y eso se ve y se transmite en los medios y crea opinión y expresa dominio.

 

Es verdad que tampoco el mundo está para equilibrios. Pensemos que sólo von der Leyen y Meloni, ejemplos de vasallaje y sometimiento, comparten mesa y mantel con el catálogo de super-señores feudales, belicistas y machotes que maltratan el planeta y a quienes lo habitamos en cualquiera de sus dimensiones. Pensemos que no deja de ser un modelo medieval recreado, cuyo contenido ideológico se encarna, como debe de ser, en la figura de los señores y en cuanto ello significa. Pensemos que lo de León es anecdótico en relación con lo anterior, pero suficiente para reflejar idéntico mensaje en lo doméstico. Pensemos, en fin, que la reacción, cuando no directamente la caverna, es muy poderosa y que lo abarca casi todo. Pensemos y actuemos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 10 agosto 2025

domingo, 3 de agosto de 2025

Lenguas

            No se trata de que el Espíritu Santo nos conceda la facultad milagrosa del don de lenguas para conseguir hablar múltiples idiomas. Nos conformaríamos con hablar bien, con no someternos a ese disparate de lenguaje público, oral o escrito, que arruina la comunicación. Nos conformaríamos con superar ese límite de entre 1.000 y 1.500 palabras que solemos usar los hispanohablantes, sólo un 5% de las que presumiblemente conocemos. Nos conformaríamos con hablar o al menos comprender alguna lengua más que la materna. Nos conformaríamos con respetar y valorar el conjunto de lenguas que se hablan en España e incluso otras no propias.

 

            Esa actitud ante el uso de las lenguas, lamentablemente poco común, se podría fomentar de forma bien sencilla. Bastaría, por ejemplo, con que en la escuela se incluyeran unas mínimas nociones acerca de las otras lenguas de España, lo que permitiría familiarizarse con ellas desde edad temprana, combatir lugares comunes sobre su uso e incorporar a nuestra cultura términos básicos en esos registros, como el saludo, por ejemplo, los diez primeros números o alguna canción. Si, a continuación, los gobiernos acordaran que las diferentes cadenas televisivas autonómicas fuesen de acceso universal y abierto en todo el territorio, se mostraría un pasillo de conocimiento mucho más amplio, aunque sólo fuera para satisfacer un mínimo de curiosidad. Y, por último, si en todas las escuelas oficiales de idiomas se ofertase poco a poco la posibilidad de estudiar gallego, catalán o euskera, mucho cambiaría el paisaje general.

 

            En fin, la Filología hace mucho daño, como puede observarse. Incluso, llegados a una edad, produce delirios como los aquí comentados. Ello no impide reconocer que las lenguas están vivas y esa vida produce por lo general evoluciones hacia nuevas realidades lingüísticas. Si lo pensamos detenidamente, reconoceremos sin gran esfuerzo que al fin y al cabo en el conjunto de esta península y mucho más allá no hablamos otra cosa que un latín vulgar.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 3 agosto 2025