No
es la primera vez que genétika destaca
la estrecha relación entre la música y el cine, ya sea a través de las bandas
sonoras, ya sea por las melodías o canciones que crecen ligadas a las imágenes,
o a la inversa. El caso es que también ésta, como la de las versiones, es una
fuente inagotable. Cowboy de medianoche es la muestra que asoma en esta ocasión a la pantalla y a los
altavoces.
Harry
Nilsson fue un cantante estadounidense más bien melódico, a medio camino entre
el pop y la balada, que nos rompió definitivamente el corazón con una
composición estremecedora, Without you, allá por 1972. Fue un éxito en todos los sentidos,
especialmente para los que gustaban de bailar bien amarrados. Pero el
reconocimiento le venía de antes, al menos en USA, donde la película Cowboy
de medianoche se había estrenado en 1969
con una canción suya por bandera. No así en España, donde por aquellas cosas de
la moral y las buenas costumbres no nos llegó hasta mediada la década de los
setenta. Así fue como, por caprichos de la censura, después del baile nos llegó
el rimo, es decir, que aquella canción que envolvía los rótulos y las primeras
imágenes de la película, Everybody’s talkin, nos pilló ya bailados y
acomodados a los gorgoritos del bueno de Nilsson. Desde entonces, la verdad es
que no sabe uno con cuál de las dos canciones inmolarse, aunque desde luego ha
acabado siendo mayor el recorrido de la segunda.
Es
inevitable tatarearla ligada a la imagen del gigantón Jon Voigt, perfecto
prototipo del tejano bruto, con aquella maleta de piel de choto subiendo a un
autobús camino de Nueva York y del triunfo. Como lo es también unirla a la del
menguado Dustin Hoffman, enfermo y estafador de poca monta, encarnando el
rostro del fracaso. En suma, una canción de amistad, que acaba siendo el
auténtico mensaje de la película.
Sin
embargo, merece la pena resaltar dos recreaciones muy posteriores de esa
canción que la alejan claramente del espacio cinematográfico inicial, sobre
todo porque sus propuestas sonoras tienen unas bases diferentes y exploran
otros estilos personales. Nadie dudará de que Iggy Pop y Madeleine Peyroux
tienen muy poco que ver con la figura del cowboy de medianoche. Peyroux incluyó
su propia mutación de Everybody’s talkin en el álbum «Half the perfect world» en 2006 y la
aposentó sobre la partitura del jazz suave que ella frecuenta; por su lado,
Iggy hizo lo propio en el disco «Après» en 2012, una colección de versiones de
lo más variopinta, y le confirió el tono de esa voz suya tan apocalíptica.
Cuatro décadas tuvieron que pasar para que el original de Nilsson se reviviera
a sí mismo con otros ropajes y otros arreglos, probablemente cuando pocos se
acordaban ya del famoso cowboy, como si la canción nos viniera de la nada y nos
permitiera ahora una audición con otras sugerencias. Tomar las tres unidas, tal
y como proponemos aquí, es un ejercicio estilístico con bastante jugo para
quienes profesan la religión de la música sin prejuicios ni sectarismo. Si de
paso revisamos la película nos haremos un gran favor.
HARRY NILSSON: http://www.youtube.com/watch?v=2AzEY6ZqkuE
MADELEINE PEYROUX: http://www.youtube.com/watch?v=RkWOxSyD6bI
Publicado en genetikarockradio.com, 9 diciembre 2014
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