Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 24 de enero de 2021

Ocaso

 


            Aparte de la peripecia jurídica y de la esgrima política, nunca antes me había conmovido tanto el Vicepresidente Igea como cuando se refirió al ocaso para adelantar la hora de nuestro encierro. Tuvo su razonar algo de poético por servirse precisamente de ese lenguaje alejado de la prosa administrativa y de la letra de los decretos: “¿Qué buscas, poeta, en el ocaso?”, se preguntaba Antonio Machado. La noche, le respondía el Vicepresidente, adelantar la noche para apagar el día y a quienes en él habitan. Más tarde, leída la orden correspondiente en el boletín frío, toda referencia al crepúsculo se había desvanecido y a su ser tornaban las palabras crudas: limitación de la libertad de circulación de las personas, era lo que proclamaba.

 

            ¿Fue lo del ocaso una licencia lingüística pasajera entonces? Posiblemente. Lo sabremos cuando, avanzado el tiempo y atenuada quizá la enfermedad, se nos explique que el alba viene al fin a iluminar más pronto la jornada y a recobrar de paso la vida que el sol anima. También la noche y sus lunas.

 

            Porque de todo esto, poesía al margen, lo que vuelve a repetirse es el estigma nocturno. “Solo putas y borrachos hay a esas horas”, decía mi padre, horas condenadas y gentes prescindibles, por lo tanto, como quienes se dan al tabaco o a las letras, reliquias en una sociedad obsesionada por la salud, no por la enfermedad como sucede ahora, y por los algoritmos. En la noche anida el virus y en el alcohol y en el amor que se comparte. Esto es lo que quedará si no se explica, si sólo se redactan leyes y medidas restrictivas con lenguaje abstruso, sin ocasos y sin auroras.

 

            La pandemia necesita poesía. Más poesía cuanto más se prolonga y nos fatiga. Hemos escuchado a todos los epidemiólogos del mundo, a todos los expertos de los gobiernos y a todos los titulares de servicios esenciales. Nos queda ahora poner el oído atento a los versos y decorar con ellos los parlamentos: “No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas”, escribió Walt Withman.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 24 enero 2021

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