Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 7 de febrero de 2021

Sobredosis


            A nadie extrañará esa pugna entre contrarios que consiste en enfrentar la dosis y la sobredosis. En tiempos de contrastes agudos como los nuestros es al fin y al cabo una muestra más, aunque tenga sus matices. Sobre todo porque no hay equilibrio entre las partes.

 

            Frente a la agonía de las dosis (en su cantidad, en su aplicación y en su efecto), sobresale el exceso de las sobredosis que abruman, irritan e incluso matan. Enero fue un mes de sobredosis en todos los sentidos (en cifras, en borrascas, en espectáculos bochornosos y bárbaros) y parece no querer quedarse atrás este febrero loco que nunca se puede aventurar por dónde sale. Vivimos instalados en la desmesura: lo es la pandemia, lo es la sobreinformación, lo es la temperatura, lo es el lenguaje con que se habla de esos mismos desafueros. Todo tiende a la exageración y empequeñece por el contrario cuanto habría de sernos natural en debidas dosis: el trabajo, la compañía, la vacuna, el calendario… Quien se exprese con templanza es condenado al ostracismo. Quien acentúe el histrionismo es elevado a los altares.

 

            Con todo, lo insoportable es la sobredosis de ídolos que nos construyen o construimos para combatir la calamidad y que, a la postre, avivan la depresión cuando inevitablemente se tambalean y caen. Así ha ocurrido a lo largo de la historia y a ello volvemos con necedad incurable. Ídolos como la propia vacuna, a la que se apuntan incluso los consejeros incrédulos. Ídolos como las navidades que había que salvar a toda costa. Ídolos como las terrazas madrileñas. Ídolos como la autodeterminación, como la patria o como el gin tonic. Todos producen resaca.

 

            Sociedad pagana ésta en la peor de sus acepciones, que necesita cada vez más de fetiches, por lo general irreales, para no reconocer las propias miserias y encararlas con sensatez y en la su justa proporción. Tal vez de ese modo no estaríamos mucho mejor de salud, pero nunca peor. Sabemos desde Paracelso que es la dosis lo que diferencia el veneno del remedio.


Publicado en La Nueva Crónica, 7 febrero 2021


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