Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 6 de febrero de 2022

Números

            Esta semana falleció quien fuera mi suegro, un buen hombre. Se agotó. Con ello se ha sumado a mi lista de números de teléfono deshabitados, cada vez son más en la sección de contactos. Hace años tomé la decisión de mantenerlos a la vista, no borrarlos, no importa quién esté ahora detrás de ellos si es que alguien los ha reanimado. Su sola persistencia dentro del directorio es la supervivencia de sus almas en este mundo digital al que nos vamos acostumbrando. En algunos casos ni siquiera he borrado sus mensajes de WhatsApp y continúan alojados en la sección de favoritos. “E igualmente” fueron las últimas palabras escritas en uno de ellos. En otro, que acogía sólo mensajes orales, ya no es posible descargarlos. Inmóviles para siempre, eso sí, permanecen sus imágenes en los perfiles. Tal y como fueron y son aún en la memoria.

 

            También el móvil es un cementerio. Puesto que en él se contiene todo cuanto somos, no hay razón para que en él no permanezcan también nuestros muertos. Sin morbo alguno. Al fin y al cabo, pienso que continúan viajando conmigo en el bolsillo y que los acaricio cuando doy algún uso al aparato. Mucho peor empleo he observado que hacen con él algunas gentes. Transmitir odio, por ejemplo. Y si tenemos en cuenta que hoy debemos facilitar nuestro número para cualquier trámite, ¿por qué no conservarlo como guardamos fotografías, cartas u otros efectos personales de aquellos a quienes tanto hemos amado?

 

            Ignoro si existe una aplicación para estos menesteres de honrar a los muertos. Probablemente sí, hay aplicaciones para todo. O las habrá cuando yo mismo forme parte de la legión de los idos. Así como es un sueño recurrente, a veces un sueño despierto, imaginar cómo será nuestro funeral, cómo reaccionarán las personas que nos estiman, cómo y cuánto resistiremos en sus recuerdos, también cabe suponer que alguien decidirá no borrar nuestro número en su teléfono y nos ligará a su cotidianidad como quien lleva flores a una tumba. A mí me gustaría que así fuese.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 6 febrero 2022

No hay comentarios:

Publicar un comentario