Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 18 de agosto de 2024

Medallas

            Consumados y consumidos los fastos olímpicos, es posible extraer conclusiones de todo ello conforme a la devoción que a cada cual le merezcan. De todo ha habido y sobre todo hemos leído, pero si de algo conviene hacerse eco, a nuestro modo de ver, es de la observación que hizo el periodista Marc Bassets acerca del medallero. Recalcaba él, para combatir el chovinismo francés y de otros muchos, que no triunfaron en el ranking ni los Estados Unidos ni China, sino la Unión Europea tomada en su conjunto. Una entelequia quizá.

 

            O tal vez no. Se trata, evidentemente, de una nueva visión de la globalidad inevitable y de la federalidad deseable. Salta a la vista en lo que aquí comentamos y debiera hacerlo también en otros terrenos económicos, políticos, culturales… Es decir, sólo la suma conquista mientras que lo local resta. No supone eso olvidarse de que algunos deportistas son de nuestro pueblo y lo celebramos porque nos vemos retratados en ellos, al fin y al cabo vitorear a los supuestos héroes es algo atávico, pero no seremos competitivos si seguimos pensando que el triunfo llega sólo desde nuestra bandera y desde nuestro himno, generalmente menores frente a otros entes territoriales que nos abruman o nos achican.

 

            Es un suponer, claro, pero en tal caso, junto a los brincos de Jordan Díaz y la marcha de María Pérez y Álvaro Martín, celebraríamos como nuestros también los saltos de Armand Duplantis, las brazadas de Leon Marchand y los kilómetros interminables de Sifan Hassan. Y habría ocurrido que el oro, la plata y el bronce del torneo de balonmano hubieran ido a parar a un mismo destino, Europa, pues europeos son los equipos de Dinamarca, Alemania y España sin ningún distingo. Es más, sus jugadores disputan indistintamente las ligas de todos esos países sin otro tipo de fronteras que no sean las de sus contratos laborales. Que en nuestro supuesto tampoco tendrían que existir. Porque así se construye el mundo, sin chovinismos, sí, pero también sin nacionalismos excluyentes.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 agosto 2024

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