Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 2 de febrero de 2025

Odio

            El odio es gratuito en su doble sentido, es regalado y es arbitrario. Su opuesto, llamémosle amor, amistad, afecto, compañerismo, camaradería… es caro, supone esfuerzos, obliga, cansa. Cansa tanto como pensar. Para una sociedad como la actual, donde triunfa lo frívolo, lo superficial, lo espectacular y lo simpe, el odio es terreno abonado. Más todavía si el abono procede de los poderosos y se siembra mediante sus herramientas también poderosas. El odio es, de hecho, el principal instrumento para su dominio y perpetuación. También el miedo, que no deja de ser una consecuencia necesaria de aquel. Además, odio y miedo tienen la ventaja de lo maniqueo. Su contrario, en cambio, llamémosle como queramos, se despliega en una escala de grises, exige conocimiento, obliga a elegir, compromete, no se sujeta con fórmulas sencillas. Por eso mismo el odio es pueril, mientras que su antagonista es símbolo de madurez, exige crecimiento. Y de ahí que en esta sociedad nuestra, tan infantil, tan cándida a veces, tan trivial, encuentre fácil acomodo ese sentimiento de aversión y rechazo, una definición muy fina del odio, en tanto que su antítesis, lo que sea, decae, se precariza, tiende a licuarse. En suma, el odio vence porque en más vistoso que su oponente, mucho más llamativo, aunque solo sea epidérmico y no contenga sustancia, para qué, lo importante en esta sociedad descompuesta es que luzca, y vaya que si luce, por qué inquietarse por lo sustancial, que suele ser mucho menos brillante en sus apariencias, no es televisivo, apenas si es pantallable, es woke, como lo denominarían el Supremo Señor del Odio y toda su corte internacional, unos con disimulo, otros con desprecio absoluto.

 

            A mi parecer, sólo hay un odio respetable, el de aquella apolillada canción de Alaska y los Pegamoides ¡qué tiempos!, que repetía en su letra: “Tú me persigues por todo Madrid. / Veo tu cara acercarse hacia mí / y salgo corriendo, / eres algo horrendo. / Sólo siento por ti, oh sí, / odio, odio por ti”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 2 febrero 2025

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