Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 16 de febrero de 2025

Rehenes

            Son tantos y tan insólitos los aconteceres que nos aturden que no es fácil detenerse a reflexionar serenamente acerca de ellos. Tal es la celeridad en su sucesión que ni tiempo hay para interiorizarlos, analizarlos y enfrentarlos en su caso. Tampoco sabe uno, por otra parte, si merece la pena escribir algo al respecto por temor a convertirse en su eco.

 

            Comentaré uno de ellos, si se me permite, que me tiene absolutamente atónito: los rehenes. Al parecer, no basta con ser retenido y convertido con ello en mercancía para la presión y para el pacto si se llega a él. No basta con el secuestro, con la anulación personal, con el temor. Ahora lo que se lleva es la humillación y, una vez más, el espectáculo. Así se libera a los rehenes en Gaza, sometidos a una exhibición teatral bélica repugnante, que se retransmite al mundo casi como una celebración litúrgica de una fe abominable. Es otro signo más de la barbarie. No será el último. Sobrecoge.

 

            Y el caso es que, sin llegar a tal extremo, todos somos en mayor o menor medida rehenes. Mercancía de algo o para alguien. Yo mismo soy rehén posiblemente del tabaco y no sé si quiero liberarme. Casi todos lo somos del consumo y tampoco está claro que vayamos a liberarnos. Algunos son rehenes de los sentimientos, de las emociones o de vínculos familiares que no contemplan ni siquiera la opción del pacto. Una inmensa mayoría es rehén de las pantallas y de sus servidumbres. Ser rehenes es formar parte de la sociedad poscontemporánea.

 

            Ahora bien, lo mínimo que se puede exigir es no ser humillados, que parece que es hacia donde caminamos, tanto da que nos desprecie una soldadesca que un matón con poder y dinero. Son extremos que se tocan y que se necesitan el uno al otro para someternos. Por eso, entre otras razones, no sé si tengo ganas de dejar de fumar. En particular, si no estoy acatarrado. La enfermedad, todas las enfermedades también nos hacen prisioneros, algunas incluso con saña inmerecida. Y en muchos casos sin liberación posible.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 16 febrero 2025

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