Blog de Ignacio Fernández

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jueves, 8 de febrero de 2001

La sentencia

    Así como a determinadas castas se les presupone el valor, si una cualidad debe resultar absolutamente imprescindible en la acción sindical no es otra que la perseverancia. Teniendo en cuenta que los procesos históricos y las conquistas en las condiciones laborales son asuntos del largo plazo, que numerosos son los obstáculos que el pensamiento conservador dispone y que, en suma, la percepción social es amiga de lo inmediato, muy pocos retos pueden ser afrontados en el ámbito sindical con cierta perspectiva de éxito si no se cumple como condición necesaria e irrenunciable la constancia.
 
    La reciente sentencia de la Audiencia Nacional que anula la congelación salarial padecida por los empleados públicos en 1997, además de una demostración de eficacia de nuestros servicios jurídicos, pone de manifiesto la tenacidad de la Federación de Enseñanza de CCOO a la hora de perseguir a través de las más diversas formas cuanto es de justicia para los trabajadores y trabajadoras de este sector y, por extensión, de toda el área pública y de otras ramas. Porque es necesario combatir la fragilidad de la memoria y no olvidar que este desenlace judicial no surge de la nada ni puede entenderse sin un análisis más amplio del proceso que desembocó precisamente en las salas de justicia. Está claro que sólo en muy último término, al menos desde nuestros planteamientos, el arbitrio judicial se convierte en mecanismo al que recurrir, y ello sólo sucede cuando en verdad cualquier otra vía de entendimiento o de presión han resultado, no por nuestra parte, insuficientes.
 
    La estrategia que combina movilización y negociación cobró especial vitalidad en la primera mitad de los años 90 cuando, a consecuencia de otra congelación salarial caída sobre el sector público de este país, las medidas de presión promovidas por las organizaciones sindicales y secundadas por los trabajadores condujeron a un acuerdo, que aseguraba paz en ese ámbito y garantizaba un incremento digno en las retribuciones para el cuatrienio 1994-97. El desprecio por parte del Gobierno del Partido Popular de aquel pacto sostenido por la Ley 7/90 fue lo que, en un ejemplo de perseverancia, animó a la Federación de Enseñanza de CCOO a concentrar su esfuerzo en el laberinto de la justicia convencidos de la razón que nos asistía y reforzados por la doctrina de la Organización Internacional del Trabajo; y sólo ahora, cuando ya muchos no somos capaces de reconocer los lazos que unen a través de tan dilatado periodo de tiempo unos y otros hechos, se produce de nuevo la luz sobre una reivindicación luchada, conseguida, ignorada y, finalmente, resucitada por vía de una sentencia.
 
    Revisar en estos momentos ese recorrido no es una cuestión vana. Muy al contrario, asistimos a un segundo capítulo de desprecio, soberbia e insensatez protagonizado por el Gobierno, con su pirotecnia verbal y recursos improcedentes en lugar de acatar el fallo y negociar razonablemente el saldo de la deuda con sus empleados. Así que, frente a ello, una vez más la estrategia de movilización y negociación vuelve a retroalimentarse con mayor fundamento si cabe, desde luego en este caso sin ninguna excusa u olvido que maquille comportamientos abandonistas o desertores. En los meses finales del año 2000, los empleados públicos fuimos nuevamente convocados a defender el derecho a la negociación colectiva entre otros asuntos no menos importantes; en ese momento algunos compañeros y compañeras, comprensiblemente desfondados unos en cuanto a la eficacia de la huelga, simplemente olvidadizos o cómplices del poder otros, fueron derrotados por la duda o por la sumisión. Pues bien, refrescar ahora las claves que llevan de la movilización de 1993 a la sentencia de 2001 -ocho años que con toda seguridad nos han cambiado tanto- debe permitirnos recuperar la conciencia sobre el valor de las medidas que los trabajadores tenemos a mano para alcanzar mejoras en las condiciones de nuestro trabajo, aunque a veces sus efectos se cosechen con tanta tardanza; y debe convencernos además de que las acciones de presión que se anuncian para este año 2001 como prolongación de la huelga del pasado 14 de diciembre, puesto que acabarán dando fruto, han de ser secundadas por todos con la misma firmeza y tesón que la Federación de Enseñanza de CCOO ha demostrado durante la larga travesía y que, como decíamos al principio, evidencian que contamos con la cualidad fundamental para avanzar en las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras, ya en la consecución de acuerdos, ya en la gestión más discreta y tenaz.