Entre
las virtudes que el universo de las versiones nos ofrece, una no menor es la de
acomodar una canción que casi se consideraba inalterable –un clásico- a una
nueva horma por lo general inesperada. No siempre es una experiencia fácil, el
oído está tan hecho a las compases originales que obliga a realizar un esfuerzo
suplementario para no caer en prejuicios o en remilgos. Sobre todo cuando el
nuevo molde se sitúa en una posición estilística aparentemente enfrentada a la
primitiva. Los puristas se harán cruces entonces. Los que estimamos la música,
en cambio, nos solazaremos en el desafío.
Allá por 1969
Georges Moustaki grabó por vez primera Le métèque (El extranjero, en argot), posiblemente una de sus
principales señas de identidad como autor y como cantante. Tanto es así que en
buena medida su texto venía a ser una autobiografía aproximada (“Con mi jeta de
extranjero, / de judío errante, de pastor griego / y mis cabellos a los cuatro
vientos…”) que acababa convertida en una exaltación ilimitada del amor (“Y
haremos de cada día / toda una eternidad de amor / que viviremos hasta morir”).
De lo nómada a lo sentimental, la canción se abrigaba con sonidos mediterráneos
y con escasos arreglos, tal y como correspondía a una época de pureza y
sencillez en el gusto de la chanson
francesa.
La canción se
hizo muy popular y no ocurrió nada relevante durante años, salvo su adaptación
al griego y al catalán en las voces de Melina Mercouri y Marina Rossell, al fin
y al cabo dos lenguas y dos sensibilidades del mismo mar. Pero en 1992, un trío
asentado inicialmente en Stuttgart incluyó en su tercer disco, nombrado nada
más y nada menos que «Via Lacrimosa», una versión de aquella pieza que rompió
radicalmente el paisaje. Gracias al prisma musical de Printed at Bismack’ Death
los aires marineros se volvieron turbios y la atmósfera luminosa acabó por
oscurecerse hasta proporcionarnos una interpretación dura y desgarrada de lo
que antes había sido lírico y sensorial. Más o menos como ocurría con la visión
de lo extranjero en la vieja Europa, que mutaba desde el exotismo hasta la
xenofobia y que ha llevado al continente, de ser refugio de culturas, a una
locura de fronteras nacionalistas. Tal vez no existiera esa intención en lo
estrictamente musical, al fin y al cabo sólo se trataba de pasar por el tamiz
de los cánones góticos una melodía que permitía todavía ser evolucionada. Pero
lo cierto es que el entorno acompaña la audición y es difícil evitar la
percepción de una realidad cada vez más distante de la que se tenía en aquellos
felices años sesenta. En fin, la nueva obra se significó incluso con un nuevo
título, Le juif errant (El judío errante), esclarecedor en verdad.
Merece la pena
escuchar ambas propuestas para sacar conclusiones. Según nuestro modo de
sentir, aun tratándose de una misma canción, los resultados nos brindan, mutatis
mutandis, dos soluciones tan diferentes
como soberbias por igual.
GEORGES MOUSTAKI: http://www.youtube.com/watch?v=MV8fGf-N06A
Publicado en genetikarockradio.com, 19 enero 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario