A pesar de lo que pueda
parecer, no hablaremos de cine sino de Jean Paul Sartre. No nos viene de
Amenábar el título de este episodio para generar una lista de audición, sino
del escritor francés, para quien “el infierno son los otros”. Y añadía, con la
intención de explicarlo en parte: “Yo quiero decir que si nuestros vínculos con
el prójimo son retorcidos, viciados, el otro no puede ser otra cosa que el
infierno”.
Pues bien, pocos tiempos
tan retorcidos y viciados como los actuales, donde se mira a los otros, los no
nuestros, como los causantes de todos los males del infierno y son por ello
nombrados como el infierno mismo. De entre todo ese universo infernal, dos
colectivos parecen encarnar, según la retórica pueril que tanto se lleva ahora,
todos los males del averno: refugiados y emigrantes. Los que vienen de más
allá. Los otros. El infierno. Así que a ellos, se les considere como se les
considere, dirige su atención Moderato Cantábile para construir el
cancionero de la otredad, darle la vuelta a las noticias endiabladas de cada
día y descubrir en las canciones el antónimo de las xenofobias.
Para empezar, destacaremos una serie de cantables
más que comprensibles –van en lenguas romances-, que debieran sustituir de
forma paliativa a la sintonía de todos los telediarios. Nos iría mucho mejor.
Pablo Guerrero en El emigrante [https://www.youtube.com/watch?v=o4oUyeRj1Pc&list=PL8F790F6AB1E093C4&index=2],
Miguel Ríos en Al Sur, al Sur https://www.youtube.com/watch?v=9If5NwWo-DQ]
y Os Resentidos en Por Alí, por Alá [https://www.youtube.com/watch?v=mT0cFz3UZ2U]
nos descubren en carnes propias la experiencia de la emigración pasada,
presente y futura, los peligros de nuestra corta memoria y cómo al cabo todos
somos iguales ante el suceso de la emigración. Un mensaje que se puede reforzar
aún más con el relato en clave latina de Lila Downs en El bracero fracasado [https://www.youtube.com/watch?v=cBM-AYMsXzc]
o con el mucho más almibarado de Tam Tam Go en Espaldas mojadas [https://www.youtube.com/watch?v=f-rzq2PDcrc],
sirviéndose de una clave parecida a la anterior aunque en un plano sentimental. La lista, en fin,
podemos ir rematándola con un par de canciones que son una estremecedora
llamada a la igualdad frente a la insistencia en lo diferente y con otros dos
corolarios más que emotivos. Las dos primeras, casi dos manifiestos, las firman
Los Coyotes y Jorge Dréxler y se titulan 300 kilos [https://www.youtube.com/watch?v=R21d66HYGPw] y Milonga del moro judío [https://www.youtube.com/watch?v=myVi6pVYYb8]; las otras dos nos las ofrecen, de un lado, Luis Pastor con
África
en los ojos [https://www.youtube.com/watch?v=WbVfoEe4veo],
una delicia de convivencia musical entre culturas, y Bunbury con
El
extranjero [https://www.youtube.com/watch?v=g8gtVRhgnKo], por si a estas alturas estuviésemos todavía necesitados
de evidencias.
Pero los otros tienen también sus propios cantos y con ellos, cómo no,
nos cortejan, siempre y cuando no cerremos nuestras orejas para abrirlas sólo a
los grandes palabreros. Inmenso resulta el repertorio e inabarcable, más
todavía desde que la etiqueta étnica vino a ocupar su espacio en los anaqueles
del comercio musical y se popularizaron los festivales con ese acento, desde La Mar de Músicas hasta todos los Womad que en el mundo han sido. Por esa
razón, sin afán de ser exhaustivos, guiados sólo por nuestro gusto personal, lo
que proponemos es un sencillo viaje por otras geografías, otros compases, otros
conflictos donde el sufrimiento es eterno y verdadero.
Inevitablemente,
África aparece siempre en el núcleo de esas trashumancias y por ella abrimos el
catálogo. África negra como la Uganda de Geoffey Oryema, que suma al inglés los
idiomas de su juventud, el swhaili y el acholi, para describir su Land
of Anaka [https://www.youtube.com/watch?v=8whgLjMUBaE];
como las altas mesetas de Kenia, donde Isak Dinesen tuvo una granja y donde
resuena Nipelaki kwa baba del Doctor King’Esi [https://www.youtube.com/watch?v=GUEntsQdC6I];
o como la Burkina Faso y el Senegal de Cheikh Lô, grandioso ejemplo de fusión
entre ritmos y lenguas como se demuestra en Set [https://www.youtube.com/watch?v=7SqruB0MMlc].
Canciones norteafricanas mucho más próximas por razones más que obvias, que
suman a sus melodías tradicionales tonalidades e idiomas europeos, tal y como
ocurre con Khaleb, el gran exponente del raï argelino, y Aicha [https://www.youtube.com/watch?v=RvK19xgAxSU];
como las resonancias saharianas de Aziza Brahim al interpretar Julud
[https://www.youtube.com/watch?v=9SvfLB6bLHM]; o como la guitarra tuareg
del nigerino Omara Moctar, Bombino,
desplegándose en Agadez [https://www.youtube.com/watch?v=fzWBow0OAeA].
Pero
el cancionero de los refugiados recientes no estaría completo sin las melodías
del oriente más o menos próximo, de donde llegan a diario legiones de seres
desesperados y traficados. De Paquistán, de donde procede Must nazron se allah bachaye
[https://www.youtube.com/watch?v=B9lt-JI86k4]
a cargo de Nusrat Fateh Ali Khan, el maestro del Qawwali, la música devocional
de los sufís; de la desolada Siria, donde triunfaba Omar Souleyman, quien
interpretó en el concierto de entrega del Premio Nobel de la Paz en 2013 la
canción Salamat Galbi Bidek [https://www.youtube.com/watch?v=yGbThoV1E6g];
o del masacrado Irak, donde reinaba la más que eurovisiva (en lo visual) Klodia con su interpretación de Yehannen
[https://www.youtube.com/watch?v=ZsWgp0Ruoug].
En fin, tierras que fueron el origen de la civilización y que se nos aparecen
hoy injustamente condenadas a la guerra y al terror. El verdadero infierno.
De
modo que los otros no son tal cosa, salvo por efecto de la manipulación y de
los miedos occidentales, europeos muy en particular. Sobre todo, como hemos
dicho, en estos tiempos retorcidos y viciados. A saber lo que hubiera escrito
al respecto don Juan Pablo Sartre de haber asistido a este ejercicio de
cinismo.
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