Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 23 de diciembre de 2018

Concordia

     Ahora se lleva la concordia. No se sabe bien si conformidad o unión, si ajuste o convenio, si acuerdo o consentimiento. El caso es que las factorías del pensamiento conservador se dieron cuenta hace tiempo de que era necesario vestir su lenguaje con términos aparentemente benévolos, aunque todo tenga sus vueltas. Como la concordia y sus explicaciones. Por eso el Partido Popular, frente a una adusta Ley de Memoria Histórica, ofrece su particular Ley de Concordia que acabe, dicen, con el sectarismo. Por lo mismo, los intelectuales indígenas de la moda del chaleco amarillo llaman a sus concentraciones, dicen también, con concordia, lo cual, según ellos, significa no significarse con símbolos de terceros, la desnudez ideológica. Viene de atrás este truco. El mismo partido en tiempos de gobierno llamaba a sus leyes educativas leyes de calidad porque, claro, quién iba a oponerse a semejante concepto. Todo lo contrario de lo que hacían los socialistas, que nombraban a esas mismas leyes mediante siglas impronunciable con las que era más bien difícil sentir una identificación sentimental. Pero el gran inventor del lenguaje positivo en nuestro entorno fue en realidad el Partido Comunista cuando en junio de 1956 llamó a la reconciliación nacional frente a la perpetuación del espíritu de la guerra civil. Lo que ocurre es que en la izquierda hace tiempo que perdimos el dominio del vocabulario y a la postre nos lo han usurpado las derechas. O no tanto, porque a veces se comparte, como ocurre con el sentido común, que era el comodín preferido de Rajoy para indicar que lo suyo era lo adecuado y que ahora empieza a formar parte también del ideario verbal de Sánchez. En verdad, si bien se entiende, bastaría actuar con sentido, porque lo de común tiene así mismo sus vueltas, como la concordia. Aunque desprenda emotividad constructiva. Y así es como llegamos a la Navidad, esas fechas cargadas de cordialidad y de condescendencia hasta que a alguien se le llene el gorro con los villancicos.

Publicado en La Nueva Crónica, 23 diciembre 2018

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