Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 11 de julio de 2021

Pensiones

 

            Del mismo modo que las olas de la enfermedad van y vienen y nunca parecen conformes con su destino ni nos permiten adivinar cómo será el nuestro en este entorno impreciso, así también, antes, ahora y después de la pandemia, casi todo tiende a la inestabilidad. No es ya que habitemos en una sociedad líquida con un pensamiento líquido, como describía Bauman, sino que más bien ese todo y las partes que lo conforman tienden a lo gaseoso. Al menos el estado líquido era susceptible de ser contenido en una vasija, en un embalse o en la boca de quien lo bebe. En cambio, lo propio de un gas inestable es su tendencia a la inflamación y a la explosión incluso en ausencia de oxígeno. Es decir, que no hay quien lo amanse de buenas a primeras.

 

            Por ejemplo, si lo pensamos bien, nada hay más inestable que un Ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Sobre todo delante de un micrófono. Parece el triyoduro de nitrógeno, tan reactivo que basta con una mínima presión o sacudida para hacerlo explotar. O para que haga explotar un acuerdo sobre pensiones largamente negociado apenas unas horas antes de ser suscrito entre otros por el Presidente del Gobierno del que él mismo forma parte. Sucedió hace unos días.

 

            Y lo que ocurre también es que un gas inflamable llama a otro por simpatía y se produce, claro, una reacción en cadena que no la para ni el más inspirado Unai Simón en una tanda de penaltis. Fue así como, agarrados a un clavo ardiendo, por si necesario fuera más combustible para el zambombazo, a la onda expansiva se sumaron de inmediato los portavoces más reaccionarios y sus ecos mediáticos (o a la inversa), las plataformas de pensionistas que dicen representarnos a todos sin que nadie los haya elegido para tal fin y los economistas más neoliberales que se estimulan cuando huelen la sangre de lo público. De tal forma que lo que era un pacto de estabilidad en materia de pensiones se revienta de inmediato porque en el fondo no sabemos ya vivir sin el vaivén de las olas.

 

Publicdo en La Nueva Crónica, 11 julio 2021

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