Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 9 de octubre de 2022

Paradoja

            La paradoja, otra figura para definir esta edad. Al menos la mudanza entre edades históricas por donde aún atravesamos.

 

            Toda época de tránsito como la nuestra se nos aparece contradictoria en lo inmediato, posiblemente porque en ese trance conviven elementos extremos que pugnan por reinar en el futuro o por pervivir desde el pasado. Además, el presente actual es especialmente notable en materia de opuestos, en tanto que no se trata de un simple vaivén sino que, según palabras viejas de Juan Goytisolo, “estamos al cabo de un ciclo histórico y de una crisis de civilización”. No es extraño, por tanto, que convivan en nosotros y entre nosotros lo estable con lo voluble, lo pasajero con lo perdurable y la eventualidad con la sustancia. Es más, hasta que averigüemos en donde hemos desembocado a la postre, la paradoja será con toda seguridad la figura que ilustre este camino y sobrados andamos de ejemplos en tal sentido.

 

            Seguramente, esta convivencia entre extraños, este matrimonio sin lógica explica en parte la gran desorientación que nos domina y que, en el peor de los casos, nos paraliza. Pero eso tampoco impide que unos y otros extremos se manifiesten con rotundidad incluso en los hábitos más cotidianos: lo individual narcisista se mezcla sin traumas con lo reticular y así nuestra sociedad no podría existir ya sin lo uno ni lo otro, pues al cabo son cara y cruz de una misma moneda. Tejemos redes con la misma facilidad que nos replegamos sobre nuestros capullos. Voceamos la indignación con el mismo repertorio argumental con el que abrigamos la resignación. Nos manifestamos o nos aislamos, tanto da, sin aparente incoherencia.

 

            Si al menos, de un modo cabal, fuésemos conscientes de nuestras contradicciones, otro gallo nos cantaría y no seríamos nosotros mismos quienes presumiésemos del canto, como si fuese el canto único. Esa actitud nos aleja de la paradoja literaria y nos acerca al dogmatismo insoportable. No hacemos literatura, sino religión. No convivimos, nos repelemos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 9 octubre 2022

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