Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 15 de octubre de 2023

Músicas

            Quiero hacerme eco de la entrevista que hace unos días firmó Beatriz G. Aranda con el músico Steven Wilson en un diario nacional. Dos o tres frases selectas de esta “megaestrella musical británica con menos estrellas”, como lo define The Guardian, son suficientes para describir, sin siquiera saber nada de música, este mundo nuestro tan intrincado.

 

            “A Spotify se suben 125.000 canciones cada día. Es absurdo”, señala Steven entre otras lindezas. Quiere eso decir que al menos hay 125.000 individuos que todos los días se sienten merecedores de ser escuchados. Sin pudor, sin más, porque lo valen. Y se supone que no son siempre los mismos todos los días, no, al día siguiente son otros nuevos 125.000 y así sucesivamente. Con toda franqueza, no es sólo absurdo, es insoportable. Porque esa magnitud creativa, supongamos que digna, es efímera por necesidad, no vive más allá de un tiempo leve, sólo genera ansiedad en uno y otro lado de la creación, no hay gozo, no hay posibilidad ni de realizar dos audiciones, es un soplo.

 

            ¿Imaginamos qué sucede con libros, pintura, fotografía o cualquier otra forma de expresión cultural? ¿Y lo que ocurre con los consumidores, llamémosles así, de esos productos?

 

            Y añade Wilson: “a menudo me pregunto cómo hacer canciones cuando hay una generación que sólo tiene una ventana de atención que dura 20 o 30 segundos”. Ésa es la pregunta, sí, y es a la vez la clave de lo efímero. No sólo naturalmente, pero con bastante protagonismo en el caos cultural. Si únicamente disponemos de medio minuto para degustar 125.000 propuestas musicales, cuál es el resultado, qué permanece y qué se evapora, con qué criterios.

 

            En fin, la vida digital democratiza en cierto modo el acceso a productos culturales, es cierto, pero no ofrece a cambio ni guía ni tiempo. Esos son dos conceptos analógicos perdidos para siempre en la historia e incompatibles con el reinado de lo pasajero, que es uno de los signos menos provechosos de esta edad. “Se te rompe el corazón”, concluye el músico.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 15 octubre 2023

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