Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 19 de noviembre de 2023

Anacronía

            Durante el siglo XX, sobre todo en su segunda mitad, la utopía fue la seña que permitió el progreso ideológico y social en la civilización occidental, ésa que hoy ya casi ni existe. Hubo ideales. A lo largo de las dos primeras décadas del siglo XXI, quizá por la moda de las series de televisión o quizá por el desconcierto del nuevo siglo, lo que se impuso fue la distopía, algo puramente imaginario pero en sentido inverso a lo anterior. Había temores. En el presente, a punto de cerrarse el primer cuarto de este siglo raro, lo que prevalece es la anacronía, la discordancia cronológica en el discurrir del tiempo personal y de la historia en todas sus expresiones. Hay desbarajustes.

 

            La anacronía es, pues, el signo de la actualidad. Hay unos elementos que nos animan a pensar que vivimos ya en el futuro y hay otros que nos hunden en un pasado decididamente muerto. En cualquier caso, lo que no somos es ahora.

 

Hacia el porvenir nos lanzan la ciencia y la tecnología por encima de todo, nos privan de la sensación del límite y nos confunden hasta identificar lo virtual con lo puramente físico. Parece que los avances científicos nos convierten en inmortales y que el desarrollo tecnológico nos lo posibilita todo. Pero no es verdad, sabemos que no es verdad, aunque elijamos creer lo contrario. Seguimos siendo finitos y moriremos. Tal vez un jueves de otoño en París con aguacero, como auguraba Cesar Vallejo para sí.

 

Del pasado, casi del pasado medieval, provienen esas guerras que pugnan todavía por el territorio, cuando ya el territorio no es poder como lo fue centurias atrás. O por la religión, lo cual es mucho más inmaterial e inconsistente, a pesar de que triunfe el pop cristiano y haya peregrinaciones en Misuri para contemplar el cuerpo incorrupto de una monja. Y a cuento de qué esas banderas de los tercios de Flandes paseando por las calles de España o qué Constitución es ésa que se coloca de cara al sol. Huele a rancio todo ello y nos hunde de nuevo en la caverna de la grasa.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 19 noviembre 2023

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