Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 14 de enero de 2024

Ruta

            Regresé a Cáceres hace unos días después de un largo periodo de tiempo sin deambular por esas calles tan historiadas como amables. Viajé en automóvil, me llevaron. Antiguamente, solía viajar allí en un Tren Español Rápido (TER en acrónimo o el Ruta, según lo llamaban los trabajadores ferroviarios) que unía las ciudades de Gijón y de Sevilla; el trayecto duraba siete horas desde León poco más o menos, un tiempo en verdad suficiente para llegar al destino como un hombre nuevo, que al cabo era de lo que se trataba en aquellas peregrinaciones juveniles más penitenciales que turísticas. También echaba mano de ese mismo camino que nombran Ruta de la Plata para regresar a la Laboral de Zamora después de cortos fines de semana. En ese caso la peripecia era mayor: un expreso de madrugada hasta Astorga, hacer horas en la cantina de la estación y culminar la andanza en un ferrobús, algo así como el eslabón perdido en la historia del transporte de viajeros en ferrocarril. Quizá por todo eso y por su decadencia general, cuando se cerró la línea en beneficio de la carretera, autovías más tarde, apenas nadie rechistó. La velocidad y las urgencias comenzaban a gobernar una parte de nuestras vidas.

 

            Ahora, cuando ya no hay rutas sino corredores como corresponde a este tiempo de vértigos, cuando todo el mundo reclama un tren de alta velocidad a la puerta de casa sin importar su coste y condición elitista y cuando los mismos que anularon aquel trayecto, o sus herederos, defienden aún el enterramiento del ferrocarril para no estorbar a los vehículos en las ciudades, ahora, digo, resucita la reclamación de aquel trazado. No lo veremos, pero ya es una causa política más en disputa, un nuevo ruido, un motivo más de agravios. Es de lo que se trata, a pesar de las razones objetivas y bienintencionadas que animan su recuperación. A las mías se añade lo sentimental, como se deduce del principio, aunque no sé por qué pero intuyo que detrás de mí hay toda una legión de sentimentales podridos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 14 enero 2024

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