Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 19 de mayo de 2024

Juventud

            Tengo la certeza ahora de que Trump ganará las elecciones en el mes de noviembre, salvo que lo evite una sentencia judicial, y que lo hará la derecha, la muy derecha, en las europeas del próximo junio. Lo enuncio como certeza a pesar de que quisiera errar en la predicción, pero la historia, como sabemos, tiende a repetirse y en este presente se dan las circunstancias para que el resultado sea el que digo si atendemos a los precedentes históricos.

 

            El hecho definitivo que me lleva a esa conclusión es la revuelta juvenil universitaria frente a la barbarie en Palestina. Ese movimiento contestatario que, por un lado, remueve conciencias y anima cierta fe perdida en la humanidad, impulsa, por otro, el malestar de los poderes eternos y consolida la reacción. Sucedió así en los años sesenta, en dos momentos concretos y en espacios diferentes: el rechazo a la guerra de Vietnam y el mayo francés. El resultado político de aquellos dos terremotos existenciales, protagonizados también y sobre todo por jóvenes, fue la elección de Nixon en Estados Unidos y de de Gaulle en Francia, es decir, los polos opuestos, y muy opuestos, a la rebelión. Mucho más cerca en el mapa y en el tiempo, la agitación de los indignados, aquel 15M, arrojó el resultado electoral que ya conocemos en 2011: Rajoy y mayoría absoluta. Hay más ejemplos de estas corrientes y contracorrientes perfectamente aplicables al caso actual, si bien hoy existe, además, una marejada de fondo en todo el mundo que cimenta las opciones más conservadoras frente a los progresos en derechos sociales conquistados en las últimas décadas, lo que hace más verosímil nuestro pronóstico.

 

            ¿Adónde quiero llegar? Muy sencillo: nunca la rebeldía juvenil produce el efecto político que se persigue. Quizá sí transforme la sociedad o algunos elementos de ella, sobre todo en el plano privado e íntimo, pero su balance político siempre es negativo en los términos que se persiguen. Porque la juventud no es un vector de cambio, sino de romanticismo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 19 mayo 2024

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