Una
canción acaba convertida en estándar cuando supera los límites de lo clásico y
su popularidad es tal que se somete a múltiples y variopintas interpretaciones.
Llegados a ese punto, no es fácil reconocer el original porque, al cabo, sus
virtudes son tales que viven en casi todas sus recreaciones, por más que los
estilos y los años abran abismos por el medio.
Louis
Armstrong, icono de la negritud trompetera y vocal, grabó What a
Wonderful World en
1967. Después de una carrera que se había iniciado nada menos que en 1923,
alcanzaba su último éxito comercial con esta canción destinada a alimentar el
optimismo a la manera yanqui y solapar así otras turbulencias de aquella
sociedad: “Los colores del arco iris, tan bonitos en el cielo, / también están
en las caras de la gente que pasa. / Veo amigos estrechando sus manos,
diciendo: ¿cómo te va? /
Realmente ellos dicen: Te quiero.
/ Y pienso para mi mismo: ¡qué mundo tan maravilloso!”. Al parecer, no había
guerra en Vietnam ni un tal Luther King iba a ser asesinado unos meses después.
De
cualquier modo, la canción creció, superó el fallecimiento del propio
Armstrong, se integró en bandas sonoras de películas y de series televisivas, y
alcanzó la altura de estándar a medida que iba siendo personalizada por otros
intérpretes: Engelbert Humperdinck, Natalie Cole, Tony Bennett… e incluso Rod
Stewart cuando a Rod le dio por ponerse mayor y pretencioso. En fin, toda una
nómina de cantantes poderosos de los de pajarita al cuello y dentadura
reluciente.
Pero,
¡oh, cielos!, todo un sacrilegio se produjo en el firmamento musical cuando el
bueno de Joey Ramone, al borde del colapso final, grabó el disco «Don’t worry
about me», que vería la luz unos meses después de su desaparición, y en él se
incluía una vez más, aunque no una vez cualquiera como las precedentes, What
a Wonderful World,
en este caso vestida con vaqueros y gafas oscuras.
Como
era de esperar Joey le metió velocidad y descaro, más todavía si tenemos en
cuenta la difícil conjunción entre el texto pueril y el currículum punk-rock
del neoyorkino. Había cofundado los Ramones en 1974 y en esa banda había
resistido hasta su disolución en 1996; luego continuó como solista hasta que un
linfoma lo devoró en 2001. Pero ahí estaba él, al borde de todos los
precipicios en aquellos años últimos de vida, haciendo un guiño final a la
historia de la música, tal y como había ocurrido con otros hitos del punk, que
también transgredieron canciones clásicas, himnos nacionales o lo que se les pusiera
por delante. Se puede pensar igualmente que ese regate lo era también para con
todo su entorno, un testamento sarcástico que no sabe uno si tomarlo en serio o
echarse a reír por no llorar.
En
fin, estos viajes de lo clásico a lo vanguardista tienen así mismo billete para
el trayecto inverso. Recorreremos en el próximo episodio el camino que va de la
vanguardia al clasicismo, un itinerario bastante más arriesgado e infrecuente.
LOUIS ARMSTRONG: http://www.youtube.com/watch?v=E2VCwBzGdPM
JOEY RAMONE: http://www.youtube.com/watch?v=8IoO5nkxT_4
Publicado en genetikarockradio.com, 20 marzo 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario