Fue
el dibujante Romeu el que inventó, en los tiempos de la dichosa transición, la
liga de los sin bata. Era una metáfora de
la rebeldía contra la uniformidad y su cabecilla, Miguelito, lo mismo que sus
amigos, hablaban sin cortarse un pelo sobre política, sexo o lo que se les
pusiera por delante. Salvando distancias, podríamos decir que aquella liga se
extinguió cuando muchos de sus protagonistas adoptaron un nuevo estilismo: el
del traje y la corbata. Era otra metáfora de la toma del poder.
Ahora,
en estos tiempos revueltos en los que muchos tratamos de resistir, lo que
parece imponerse es algo así como la liga de los sin corbata. No está nada claro si su líder es un tal Iglesias o
un tal Tsipras, quizá ese tal Varoufakis que rompe casi todos los moldes;
incluso un tal Sánchez se postula también según en qué circunstancias. El caso
es que pronto será un plaga, máxime si se tienen en cuenta las convocatorias
electorales que se avecinan, donde se cuidará especialmente la imagen de
candidatos y candidatas, y, no cabe duda, la corbata será la gran sacrificada.
La
leve corbata, quién lo diría, convertida en símbolo de la casta. Aunque no es
la primera vez que su significado cobra tintes políticos: en la época de la
revolución francesa, el revolucionario la llevaba
negra, mientras que el contrarrevolucionario se la ponía blanca. Hasta el
belicoso Napoleón, que siempre llevaba corbata negra con borde blanco, decidió
cambiársela el 18 de junio de 1815 y el resultado es que ese día perdió la
batalla de Waterloo.
El caso es que los sin corbata acabarán
imponiendo necesariamente otras modas que señalarán a otros linajes. Así ha
sucedido, por ejemplo, con las camisas y camisetas oscuras de Steve Jobs,
heredadas por su heredero, Tim Cook, y por todo Silicon Valley y sus muchos
anexos. Y tal vez ocurra con los pantalones pitillo de Yanis Varoufakis, que
arrasan en las redes, o con las gafas de Monedero. Porque está claro que los
mercados y el capitalismo no entienden sólo de corbatas.
Publicado en La Nueva Crónica, 10 febrero 2015
Los mercados y el capitalismo ni entienden de corbatas ni son el futuro
ResponderEliminar