Diez y cinco años se cumplen
por estas fechas desde que los gobiernos (aquéllos, pero cualquier gobierno al
fin y al cabo) legislaron para reducir el espacio en el que los adictos al
tabaco podían expresar sus devociones en público. No se estrechó el mapa del
humo, pues humos sigue habiendo de las más diversas procedencias en nuestro
envoltorio cotidiano, incluso malos humos. No, lo que se determinó entonces fue
el ostracismo de los fumadores, resaltado especialmente con unas pancartas
equívocas que colgaron en las fachadas de las subdelegaciones de gobierno,
donde se identificaba a los fumadores como la causa de nuestros muchos males.
Nunca antes se había visto cosa igual; es más, nunca hubo otra pancarta, ya
podía haber habido guerra en cualquier lugar del mundo o epidemias de hambre,
que nadie reparó en problemas tan menores en comparación con el que entonces
nos ocupaba. Fue, en fin una pancarta de triunfo y de humillación. Como las
propias leyes.
Y ocurrió que por aquel
entonces, diez años atrás esta vez, Moderato Cantábile disponía de un
hueco sonoro en la parrilla de la Radio Universitaria y decidió, puesto que ni
entonces ni ahora ha ocultado sus vicios ni sus pecados, abrir la emisión con
un cantable de Tonino Carotone, el titulado Sé que bebo, sé que fumo
[https://www.youtube.com/watch?v=8kS2sGyH_qA],
y echar mano para el guión de un libro recomendable del siempre recomendable
Moncho Alpuente, el titulado Sólo para fumadores. Lo abría el hoy
desaparecido Moncho con una dedicatoria inigualable que no ha perdido ningún
sentido: “A mi abuelo, que me enseñó que
los ideales se liaban”.
Pues bien, como homenaje
a su autor, fallecido como decimos en marzo del año pasado; como acta del
décimo y quinto aniversarios de las dichosas leyes; y como advertencia para
aquellos que, al principio de todos los años se hacen el firme propósito de
dejar de fumar, ofrecemos hoy este inventario de canciones fumables y
ahumables.
Nadie sabe a ciencia
cierta cuándo comenzó el consumo del tabaco en Europa, y aunque tal costumbre,
según cuenta Alpuente en su libro, se atribuye a las recomendaciones que el
embajador Nicot hiciera en 1560 a la reina de Francia sobre el uso del tabaco como
medicamento, parece indudable y hasta lógico que los primero fumadores fueran
los marineros que acompañaron a Colón en sus viajes a América. Hay testimonios
de que el personal se embarcó “echando pestes” y volvió “echado humo” por boca
y narices, y mucho antes de que Nicot naciera. Los fumadores, naturalmente,
tenemos una deuda más con aquel continente, que saldaremos aquí al menos con
dos referencias: la dura de Paquita la del Barrio con Ni un cigarro [https://play.spotify.com/album/1RtpahAj03HtfXhsxyhYSj?play=true&utm_source=open.spotify.com&utm_medium=open]
y la popular de Víctor Jara con El cigarrito [https://www.youtube.com/watch?v=hesTpJ4oGvk].
Aunque si alguien quisiera entrar mucho más a fondo en latitud y materia, no
debería dejar de lado la obra Cimarrón y tabaco del gaucho José
Larralde [https://www.youtube.com/watch?v=oOblc1cqiwg].
El caso es que el tabaco
se extendió por el planeta y habitó entre nosotros durante siglos. Hasta que,
como advertía Moncho Alpuente, “la diosa
Salud vino a sustituir a la diosa Razón y los sacerdotes de bata blanca y
escalpelo presto, que siguen practicando día a día asépticos sacrificios
humanos en sus quirófanos inmaculados, se convirtieron en los abanderados del
nuevo culto. Fumadores y no fumadores habían convivido hasta ahora en paz y
armonía, pero la cruzada antitabaco, reafirmada por las estadísticas
consideradas como nuevos textos sagrados, les ha convertido en antagonistas”.
Y es así como por el camino nos quedan canciones que, como los cigarrillos, se
han ido consumiendo con absoluta delectación, aunque hoy quizá sean ya pura y
simple arqueología. ¿Se atreverán sus intérpretes a mantenerlas en el repertorio?
¿Serán multados por la autoridad gubernativa si así lo hicieran al tratarse de
un caso evidente de apología del cigarro? ¿Podrán ser interpretadas en último
término en ausencia de menores y advirtiendo de que el tabaco mata?
Nos referimos, por ejemplo,
a la muy popular en tierras leonesas A la luz del cigarro, que entre
otros grupos tantas veces ha encendido en público el grupo Plaza Mayor [http://www.masmp3s.com/escuchar-mp3/aa_81bb6b3/Plaza-Mayor-A-La-Luz-Del-Cigarro/].
La tan divertida como irreverente Que corra la nicotina de los
galaicos Siniestro Total [https://www.youtube.com/watch?v=5bdsCjUe1kM].
La sinfónica Have a cigar de los muy sinfónicos Pink Floyd [https://www.youtube.com/watch?v=KUDpc04r_QM].
La más que brillante Tabacco Road del trío
franco-americano Fredericks Goldmand Jones [https://www.youtube.com/watch?v=B99V7b8tjnM].
O la reciente entrega de Russian Red Cigarettes [https://www.youtube.com/watch?v=7heIA4te5JY].
Como puede observarse, no hay género que se haya escapado del creativo poder
venenoso de la nicotina.
A pesar de lo cual y
volviendo sobre nuestro texto de cabecera, “el
habitante de la urbe, que acumula en sus pulmones los gases más tóxicos y los
hollines más espesos, se irrita cuando observa el humear de una colilla en un
cenicero próximo y convierte en chivo expiatorio a su vecino. Pero nosotros,
los fumadores, no somos apóstoles; creemos que el tabaco propicia la
comunicación y el diálogo, favorece la reflexión y relaja los nervios en
tensión; y es cierto que muchas veces pensamos que a alguno de esos
no-fumadores histéricos que arremeten contra nuestras humildes brasas no le
vendría mal un cigarrillo para calmarse, pero no se lo ofrecemos por si lo
considera como una provocación más”.
Y con esto llegamos al
final. Diez y cinco años después de la promulgación de aquellas leyes cada cual
habrá sacado ya sus conclusiones, así que sobran más homilías. Si acaso, por
darnos un poco más de gusto humeante, cerremos la colección con un último
cantable de esos que llaman históricos, aunque su letra no tenga mucho que ver
con el tema tratado, el Smoke on the water de Deep Purple:
“humo sobre el agua / fuego en el cielo” [https://www.youtube.com/watch?v=3CNtg5P44TE].
Publicado en Saba 19, enero 2016
Espléndido artículo.
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