Los artistas |
Ocurrió que en plena bronca por los
despidos de quienes han prestado durante años sus servicios telefónicos a lo
que fue la Caja local o regional, ni se sabe ya qué fue aquello, es decir, en
medio de otro episodio en su progresivo desmantelamiento, llegaron hace días
unos severos analistas de la entidad que ha heredado el negocio y nos dijeron
que “la economía leonesa quedará rezagada en el escenario de recuperación
generalizado”. Y añadieron que “León crecerá este año por debajo de la media
autonómica: 2,4% frente al 2,8%. La evolución del empleo evidencia debilidades
estructurales y lastra el avance”. Y se quedaron tan anchos.
Estos individuos, embajadores ya
digo de la firma heredera, incluso han publicado un estudio, pues al parecer se
dedican a eso, donde recogen este tipo de originales profecías, aunque
seguramente ignoren, dada su alarma repentina, que la provincia de León agoniza
desde hace años y que la dichosa crisis no ha hecho más que acentuar sus males;
que, de hecho, hemos perdido ya la cuenta de trimestres en que esta provincia
figura en la cola del total nacional en lo que hace a la tasa de actividad; que
su sangría poblacional la ha colocado al borde del colapso y ése no es asunto
de ahora mismo; y que, por rematar el cuadro, la pérdida de poder adquisitivo
vía salarios ha sido notable en el último lustro, muy por encima de esas otras
medias que ellos miden para llegar a conclusiones tan novedosas. Y van y se
hacen una foto con el Rector de la Universidad, lo que ya es osadía de los unos
y torpeza del otro.
Naturalmente, nada dicen estos
vasallos de los ilustres herederos acerca del papel que a la Caja y a sus
enterradores les corresponde en este duelo provincial. Nada hay del daño
causado a esta entidad y a otras como ella, aquella banca semi-pública que hoy
se echa de menos, debido a la estrategia general contra todo lo público que
encontró en los tiempos de crisis el terreno abonado para la gran liquidación.
Cierto es que hubo pecados internos que era necesario purgar, pero cierto es
también, aunque apenas se diga, que ha sido al cabo la banca privada la agraciada
por dicha purga al beneficiarse con esa suculenta tajada del negocio. Por eso,
cuando tanto se ha hablado y se hablará tanto de herencias recibidas, bueno es
no ignorar a estos disimulados herederos del ahorro popular y de la naturaleza
social de aquellas cajas definitivamente pasada a mejor vida. No hay ya
obligaciones ni sociales ni populares. Sólo lucro e interés.
Desde esa posición es fácil hacer
previsiones a favor de obra. Eufóricas previsiones incluso, como las de los
ilustres estudiosos antes citados u otros intérpretes de encuestas de población
activa. A nadie extrañe que continúen con su márketing de optimismo y nos
hablen de “recuperación generalizada”. Ellos no necesitan leer los recientes
informes de la OIT sobre la tendencia laboral en 2016, que anuncian un panorama
global aterrador; tampoco los de Intermón relativos a la enorme y creciente
desigualdad; ni siquiera los del Banco de España relativos a la escasa
disposición de metálico por parte de las familias, la cifra menor en el pasado
mes de septiembre desde 2005. Del mismo modo que tampoco tienen que atender a
otro tipo de herencias con las que cargamos los débiles a nuestras espaldas.
¿Para qué esa perspectiva social en sus análisis?
Obvian de esta manera que junto a la
evolución negativa del empleo los débiles sufren también otros dolores que
afectan al reparto secundario de la renta, los que se derivan de destruir lo
público en beneficio del negocio privado; tal y como ha sucedido no sólo en lo
que aquí tratamos, sino y sobre todo en sanidad y educación: casi 10.000
millones se han perdido en gasto sanitario y 7.300 en el educativo entre 2009 y
2013, según los últimos datos confirmados. Los grandes servicios públicos y las
prestaciones sociales —las de desempleo a la cabeza— pagan las consecuencias de
los recortes, en un proceso aún no terminado de involución del estado social,
de jibarización de lo público.
Modificar el sentido de esta
herencia recibida no será fácil. Otras políticas serán necesarias para permitir,
sí, el equilibrio en las cuentas públicas pero de forma más pausada y que,
necesariamente, habrán de pasar por modificar los objetivos y ampliar los
plazos de la consolidación fiscal del Programa de Estabilidad 2015/2018, por incrementar
los ingresos y no reducir más el gasto público en porcentaje del PIB, y por
impulsar una reforma fiscal que aumente la suficiencia y la equidad del
sistema. Todo esto en términos generales, porque lo que también es evidente es
que esta provincia requerirá además otro tipo de impulsos complementarios, sin
los cuales es difícil pensar en otro futuro diferente a la emigración y al definitivo
agotamiento.
Publicado en Diario de León, 3 febrero 2016
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