Por segunda vez en dos años, el Ateneo Cultural Jesús Pereda de CCOO,
junto a habituales e imprescindibles colaboradores como el Museo de León,
organiza una exposición que desde lo local se cuelga con afán de conquistar
espacios mucho más allá de la provincia. En 2014 fue el artista y compañero
Manuel Jular el protagonista de aquella iniciativa; en 2016 nuestra atención se
fija en otro artista y compañero, Norberto Cabezas, a quien mucho recordamos.
De su obra fotográfica, tanto
profesional como personal, podrían realizarse en verdad numerosas muestras,
todas ellas de alto interés. Por nuestra parte, ante tan notable despliegue
creativo, hemos seleccionado un asunto que resume bien todo el trabajo que
Norberto llevó a cabo. Si retrató las tres marchas
negras de la minería leonesa no lo hizo sólo por una cuestión periodística
a la que se debía, sino también porque con ello daba luz a sus propios
compromisos sociales. Unos compromisos que nunca estuvieron ausentes de su
tarea, por más que la obligación laboral le exigiera atenciones de todo tipo y
color. Sin embargo, la densidad productiva en el seguimiento de estas marchas
nos descubre a un hombre que encarnaba a la vez unos ideales reconocibles posiblemente
en esas manifestaciones de rebeldía y de resistencia.
Por otro lado, el punto de vista de
Norberto, capital en un fotógrafo, cuenta además con un componente narrativo
que nos ayuda a observar y comprender mejor el relato de aquellas tres
caminatas. No se trataba de exaltar valores épicos ni de acentuar melancólicos
episodios de la lucha de clases. No, su ojo veía mejor que los nuestros –y la
evolución de los tres episodios así lo demuestra- que la estirpe agonizaba y
que lo hacía sin doblegarse, de un modo natural y llano. Como sucede en general
con los trabajadores y trabajadoras, esa gente humilde pero importante.
Texto para el catálogo de la exposición Norberto en marcha, marzo 2016
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