Como
continuación de la tarea no muy estival de repasar estadísticas que puedan ser
de interés, centramos nuestra mirada en la Encuesta
de inserción laboral de los titulados universitarios, publicada por el INE
el pasado mes de julio con datos correspondientes al año 2014. Las cifras
regionales, pues así están recogidas, nos permiten derribar algún falso mito y
constatar otras realidades.
Sobre lo
primero, bueno es saber que en nuestras universidades se titulan más personas
que las que proporcionalmente corresponden según la demografía. También que no
es cierto que la universidad sea una fábrica de desempleados, puesto que su
tasa en esa condición es muy inferior a la del desempleo juvenil recogida en la
EPA. Además, más de la mitad de los universitarios consiguieron su primer
empleo apenas un años después de rematar los estudios. Así mismo es destacable
que el 69% de personas tituladas trabajen en actividades cuya cualificación
corresponde a estudios universitarios, es decir, que son irreales los
comentarios gratuitos respecto a las sobrecualificación de nuestros
universitarios. Por último, como tendencia general, también en Castilla y León
la proporción de mujeres que estudian y se titulan es superior a la de hombres
y mayor aún que la media nacional.
Por contra, el
resto del cuadro no apunta nada bueno. Y en todo, frente a lo antes indicado,
son las tituladas las peor paradas. En general, somos una región exportadora de
conocimiento, ya que quienes se forman en nuestra comunidad necesitan salir de
ella para encontrar trabajo: por cada persona formada en otras universidades
que consigue empleo en nuestra geografía, hay 4’1 que tienen que abandonarla.
Por otra parte, la proporción de contratos temporales es superior entre
nuestros universitarios al dato nacional. Y el máximo exponente de esa
precariedad sigue siendo la contratación en prácticas o como becarios. Que,
pasados cuatro años desde su titulación, uno de cada ocho titulados lo hagan en
esas condiciones no es para sentirse orgullosos.
Publicado en La Nueva Crónica, 23 agosto 2016
Breve y contundente.
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