Pues sí, antes de que las
calabazas cayeran sobre nuestras cabezas para banalizarlo todo y antes incluso
de que esa fiesta ñoña sepultara otras tradiciones asociadas al Día de
Difuntos, noviembre y los muertos ya existían. Antes, decimos, de que la fiesta
anglosajona pervirtiera todos los significados, cementerios y crisantemos,
buñuelos de viento y huesos de santo, castañas, hongos y hojas secas se
disputaban el protagonismo simbólico de este mes ceniciento. Aunque, a nuestro
modo de ver, el culmen de la borrachera difunta lo encarnaban las
representaciones del Don Juan: durante décadas, llegadas
estas fechas, los teatros suspendían sus programaciones para dar cabida al
texto de Zorrilla y, rara vez, al de Tirso de Molina. Incluso la televisión
pública, la única televisión entonces, hacía lo propio en su parrilla. Poco
queda de todo ello, si bien el culto a los muertos continua entre nosotros tan
vivo como siempre.
A nadie puede extrañar
que la muerte, natural o violenta, sea junto al amor el asunto por excelencia
en la literatura y en muchas otras artes. A tal fin, la mitología griega creó
las Moiras; la romana, las Parcas; y la nórdica, las Normas. Luego, en la Edad
Media, llegaron las Danzas de la Muerte, y después Jorge Manrique y los sonetos
estremecedores de Quevedo, y los muertos de Joyce, y la reflexión sobre el
suicidio según Albert Camus o las voces de los fantasmas en la imaginería de
Juan Rulfo. Inabarcable repertorio.
Pero cabe preguntarse por
la música y la muerte, por cómo ha recogido el cancionero tema tan humano como
mal casado con lo comercial, y en ello indaga este capítulo de Moderato
Cantábile. Dejaremos a un lado toda la copiosa producción clásica y nos
limitaremos a dejarnos acompañar por la las canciones que son nuestra razón de
ser. Y de morir. Y, entre ellas, una hay por encima de todas que nos mata
suavemente a través de las notas y de la voz de Roberta Flack, Killing
me softly with his song [https://www.youtube.com/watch?v=yd__DR377Ks]:
“Removiendo mi dolor con sus dedos, / cantando mi vida con sus palabras, /
matándome suavemente con su canción”.
Esa misma suavidad
envenenada de Roberta la encontramos también en el diálogo que entabla Charly
García con una muerte a la que tutea, interroga y se atreve incluso a invitar
ingenuamente a su cama, como si no fuese más bien al contrario; es Canción
para mi muerte [https://www.youtube.com/watch?v=njgGMPw7XmQ]
una expresión de naturalidad no exenta, claro, de cierto sentido fatal. No nos
descubre nada nuevo, aunque, acostumbrados a la violencia, casi provoca envida
tanta dulzura. Un tono absolutamente opuesto al muy hiriente por el que se
pasea Abd Al Malik en su canción Mourir à 30 ans [https://www.youtube.com/watch?v=GTl39ZD_QwI],
una larga enumeración de lo cotidiano que se cercena en el año 30 de la vida:
“Un día este 14 de marzo tengo 30 años. / Pero lo que sé todos los días es que
en el jardín, / aunque las flores son múltiples, / el agua es una”. ¿Qué hay
más terrible entonces que una muerte a media vida? Quizá la convicción de que
es fácil y cotidiano morir con 30 años en los suburbios de una gran ciudad.
Eso sí, no hay muerte más
violenta que la muerte ejecutada por sentencia. Nos detenemos en un texto
escrito por Chico Sánchez Ferlosio a mediados de los setenta, con motivo de las
ejecuciones del anarquista Salvador Puig Anctich y del apátrida polaco Heinz
Chez. Ejecución pública es el título [https://www.youtube.com/watch?v=TVihGYHGB8s]
y el garrote vil el instrumento, que funcionó por última vez en España el 2 de
marzo de 1974. Un testimonio dramático el de Chicho que contrasta con la visión
irónica de Javier Krahe en La hoguera [https://www.youtube.com/watch?v=D965xqPtcJg]
a propósito de algunas otras herramientas de muerte. Porque, al cabo, no hay
mejor antídoto contra la tragedia que esa fina ironía, el humor sutil o incluso
el sarcasmo más bruto. De esa forma, para Siniestro Total los mejores
artilugios para cargarse a un mentecato no son otros que los zapatos de claqué,
las mallas de ballet, los discos afilados o la colección de casetes, tal y como
entonan en Bailaré sobre tu tumba [https://www.youtube.com/watch?v=UwS-coeTRaE].
Lo mismo que nada hay, desde luego, como Los velorios de antaño [https://www.youtube.com/watch?v=224m_8hyQWE],
con sus anises y sus cafeses, según cuentan Claudina y Alberto Gambino
versionando a Georges Brassens. Y nada como la ingenuidad naif de Vainica Doble
a la hora de describir Un metro cuadrado [https://www.youtube.com/watch?v=rCkcEQ6WgcQ]
donde descansar definitivamente. Siempre y cuando no le toquen a uno al lado
los protagonistas del canto de Los Sirex en Que se mueran los feos [https://www.youtube.com/watch?v=7APX4lKfeZk].
Y el amor. ¡Ah, la muerte
y el amor! Esa pareja en apariencia antitética y, sin embargo, tan
estrechamente ligada en numerosas expresiones del cancionero. Desde Morir
de amor [https://www.youtube.com/watch?v=Ig_bHx9y-xw]
que entona un Miguel Bosé siempre más sentimental que mortal, hasta Moriría
por vos [https://www.youtube.com/watch?v=7vstPwvmqGI]
que declara el dúo Amaral en un éxtasis amatorio sin límites. Si bien la altura
máxima en esa melopea de opuestos nos la ofrece, a nuestro modo de ver y
escuchar, Francis Cabrel en Je l’aime à mourir, pura lírica
asesina [https://www.youtube.com/watch?v=XHVqKqmbhFA].
Así que, llegando al
final, que es tanto como decir a la muerte de este capítulo, volvemos a la
solemnidad para recuperar una canción de Pablo Guerrero, que posiblemente pueda
calificarse como la más hermosa de cuantas han sido escritas para salvarnos de
lo insalvable. Si la unimos con la que nos sirvió de apertura, la de Roberta
Flack, el bucle se cierra sobre sí mismo y condena al silencio definitivo las
muestras de violencia, de dolor, de rebeldía o de sarcasmo que por el medio han
sido: Para huir de la muerte [https://www.youtube.com/watch?v=WK5wisqxo-o].
Buenísima, la selección. La de Vainica Doble, genial. El tema da para muchos LPs. Una de las que me viene a la cabeza es "El gran concierto en el cielo" de Pink Floyd. Es extraña, pero siempre me ha llamado mucho la atención https://www.youtube.com/watch?v=cVBCE3gaNxc
ResponderEliminarMe encanta, como siempre. Te has olvidado de mi Camilín y su voz prodigiosa en "vivir así es morir de amor", como siempre, un inmenso placer leerte.
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