Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 14 de abril de 2019

Laurel

      ¿Imagina alguien que fuera éste el último año en que los laureles se pasean por las calles para inaugurar la llamada semana santa? Puede parecer inverosímil, pero acercar al terrenos cotidiano las transformaciones que la locura climática está provocando sería una buena forma para estimular un mayor compromiso en esa materia. Lo habitual es pensar que tales cambios no afectan directamente a nuestro ser y a nuestro estar inmediatos, desentenderse como si fuese sólo asunto de gobiernos e instituciones, que lo es sin duda. Pero si modificamos nuestra perspectiva modificaremos también nuestras actitudes.

      El momento es crucial. En él confluyen pactos internacionales, informes científicos incuestionables que avisan de que hay poco tiempo, tecnologías disponibles que permiten el cambio de fuentes energéticas y, finalmente, una sustancial bajada de costes en muchas de esas tecnologías que posibilita hacer los cambios necesarios con esfuerzos financieros razonables. Hay también, por supuesto, fuerzas reaccionarias que se levantan frente a todo progreso y avance social, ya sea contra la igualdad, contra las migraciones o contra la sostenibilidad ambiental. Fuerzas que, paradójicamente, suelen ser fieles de los desfiles laureados de estas mismas fechas. Por eso es oportuna también la pregunta inicial.

      Como oportuno es, ya que procesionamos en fechas de aguas benditas, recordar la reciente reclamación en el Día Mundial del Agua, el pasado 22 de marzo, para que el ciclo urbano del agua adopte un modelo público, democrático y transparente. La lucha por el agua pública está unida a la recuperación y mantenimiento en buen estado de conservación de nuestros ecosistemas acuáticos. Es decir, adaptarnos a la realidad que nos impone el cambio climático, reducir nuestra vulnerabilidad frente a los riesgos de sequías e inundaciones y garantizar un uso sostenible con una demanda adaptada a los recursos realmente disponibles. Incluido en todo ello, faltaría más, el riego de los laureles.

Publicado en La Nueva Crónica, 14 abril 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario