Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 18 de septiembre de 2022

Godard

            Nuestra primera llegada a París se produjo sin prisas, sin urgencia alguna. Éramos jóvenes. Ya volveríamos, si era el caso. Por eso mismo no importaba, por ejemplo, perder una tarde en los túneles del metro, cambiando constantemente de línea con el único objetivo de ver escritos los rótulos de sus estaciones, aquellos nombres que nos acompañaban desde primero de bachillerato cuando descubrimos que existía un mundo más allá de nuestro barrio: Odéon, Charles de Gaulle Étoile, République, St Michel… Luego, en el exterior, no había rutas ni navegadores ni señales marcadas, apenas un dejarse ir y sorprenderse con total ingenuidad. Fue así como al atravesar el Barrio Latino, en una cita menos turística que militante, se nos apareció de súbito un inmenso cartel que anunciaba la última película de Jean Luc Godard: Pasión. A las puertas del cine y bajo aquel reclamo, un malabarista volteaba sus mazas y dibujaba laberintos en el aire pespunteando el título. No lo dudamos, vimos la película con absoluta entrega. Hoy no la recuerdo. Lo que sé es que pasamos la mañana siguiente subiendo y bajando los Campos Elíseos tras las pisadas de Jean Seberg, ese itinerario que ella repetía mientras voceaba la venta del Herald Tribune hasta que se cruzó Belmondo en su trayectoria: por aquí, por allá, no, un poquito más arriba, al otro lado creo yo… en pos de las huellas de aquella mujer que nos enamoró y nos convirtió en gánsteres para siempre. El afiche de À bout de de soufflé no nos ha abandonado desde entonces mudanza tras mudanza. Y siguieron otras películas después, incluso las más irritantes de la filmografía de aquel ser iniciador, no importaba, nos habíamos afiliado a aquel culto que era la fe verdadera. Y ahí seguimos, también ahora que ha muerto el dios. Hubo otros nombres gloriosos a su lado, naturalmente, pero sólo él fue fiel a su irreverencia artística y política, tal y como quisimos ser nosotros mismos desde aquellos días felices del verano de mil novecientos ochenta y dos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 septiembre 2022

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