Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 11 de diciembre de 2022

Boca

            Hubo un tiempo dichoso en que todas las imágenes de la boca se resumían en un poema firmado por Miguel Hernández: “Boca que arrastra mi boca, boca que me has arrastrado”. Fue largo ese tiempo y provechoso. A él vino a sumarse después, para prolongarlo, una melodía también jugosa de David Broza: “Yo no quiero más equipaje que el misterio de estar en tu boca”. Y éramos felices ingenuamente.

 

            De súbito, toda esa lírica se ha desvanecido ante el estallido de la salud, cuya efervescencia corre en paralelo curiosamente a la merma de la sanidad que nos atiende. Hasta un joven danés, biólogo molecular él, acaba de publicar un libro que se resume en la siguiente sentencia: “Mantener tu boca limpia es de las pocas cosas fáciles que puedes hacer para alargar la vida”. Y, a su lado, todos los mecanismos abundantísimos de la publicidad llevan de hecho una larga temporada haciéndose eco de ese tipo de mensajes sin permitirnos ninguna escapatoria. ¿Qué puede hacernos sentir más culpables que leer un titular como el que sigue: “Infarto, cáncer, alzhéimer… Así aumenta la mala salud de sus encías el riesgo de sufrir otras enfermedades”? Ese doloroso empeño por convertir todo lo placentero en arriesgado o dañino directamente es viejo y perenne, pero nunca lo habíamos sentido con efectos retroactivos hasta el punto de derrumbar nuestras devociones.

 

            Si uno se para a pensar, casi dan asco los besos que fueron, las salivas que se compartieron y los labios que apenas se rozaron. Como si el amor fuese un intercambio de bacterias y un matrimonio de infecciones. Incluso he descubierto en mi última visita al odontólogo que acaba de fundarse la Casa de las Encías, definida como la casa de todos los implicados y preocupados por la salud bucodental. No hay escape, pues, ni hay mares del sur donde soñar ni poesía donde esconderse. Sólo nos queda encontrarnos en la consulta para hablar de nuestras gingivitis y descubrir la complicidad en el sarro y en las endodoncias hasta que la muerte nos separe.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 11 diciembre 2022

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