Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 18 de diciembre de 2022

Cuento

            Tengo un problema: soy un inadaptado social. Y lo soy más en este mes de diciembre, cuando las costumbres sociales, más o menos mediatizadas, agudizan mi incomodidad. Confesaré, para empezar, que durante esa montaña rusa de principios de mes no me moví del barrio. Es decir, no aparecí en ningún telediario porque no me humillé en ningún aeropuerto, porque no me sumé al trajín de las estaciones ni formé parte de esas caravanas de vehículos que van y vienen de forma escalonada, según repite año tras año la misma periodista de siempre situada en el mismo puente de siempre sobre la misma autovía de siempre. Tampoco fui a esquiar, ni me hospedé en una casa rural en crisis ni anticipé ninguna compra que llaman navideña. Por no viajar, no fui ni tan siquiera a Hungría para pasar unos días con mi hijo. No, me quedé en el barrio como un yonqui de los años ochenta deambulando por esas calles hasta perderse en la niebla. Soy un Albert Pla de andar por casa, un excéntrico. A saber cómo reaccionaré cuando lleguen las navidades.

 

            Un año se me ocurrió viajar hasta el Monte Perdido y descubrí que era más bien un monte hallado y hollado por una inmensa multitud de la que también yo formaba parte. Me sentí incómodo, un intruso, ahí empezó uno de mis procesos de inadaptación social. Hay otros. Desde entonces, miro a los destinos que se me dibujan en el mapa con sumo respeto. Tanto que por lo general ni me muevo del barrio. Este último verano, tomando un café con un buen amigo en una terraza, me preguntó si tenía algún plan estival. Le respondí que no, que no hacía planes, que ya había ido a todos los lugares que alguna vez deseé visitar. ¡Ah! -replicó- ¿Entonces habrás estado en los cinco continentes? No dije nada, me di cuenta de que para muchas otras personas como yo lo normal es viajar de continente en continente hasta agotar el catálogo. O ir a Vigo para ver lucecitas, sin ir más lejos. Pero no, di la vuelta para regresar a casa y en el camino me encontré con un yonqui. Era yo mismo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 diciembre 2022

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