Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 4 de diciembre de 2022

Canciones

            El fallecimiento de Pablo Milanés ha recuperado el valor de las canciones y el de sus compositores. Cuando es suficiente con una máquina, ciertos mecanismos de inteligencia artificial y una imagen para triunfar en el confuso comercio musical, la reivindicación del cancionero resulta más pertinente que nunca. Al fin y al cabo, adocenadas por el mercado, las audiencias consumen en lugar de escuchar, reproducen en lugar de emocionarse y desechan en lugar de conservar en su acervo cultural cuanto la música es capaz de aportarnos. La canción, en cambio, conmueve y se liga a la vida para siempre. En palabras de Luis García Montero: “Las letras de canción salen / de unos labios, se extienden por las salas / de conciertos, por las alas inmensas de / las grabaciones, por la cultura y las inquietudes / de un país, y luego se quedan flotando en la memoria, / hasta que vuelven a unos oídos o unos ojos, / convertidas en asunto personal, en viva voz callada / del recuerdo. La memoria vive en las huellas / que deja el tiempo sobre la arena, o en los estribillos / que dejan las canciones sobre la historia”.

 

            Lo cierto es que, desde la cuna a la tumba, el itinerario vital se escribe también con canciones: nanas, espirituales, cantos de trabajo, de amor, baladas, cantos litúrgicos, himnos, villancicos… Hay canciones de arte y ensayo, hay canciones de redención y de combate y hay, por supuesto, canciones de vida y de muerte. Podríamos parafrasear al mismísimo Aristóteles y concluir que el ser humano, además de ser un animal que habla, es con casi la misma intensidad un animal que canta. Diríamos más, cuántas de nuestras experiencias fundamentales no incorporan la melodía de una canción que las identifica con una marca indeleble. El recuerdo, de hecho, nos funciona con canciones que nos permiten revivir lo que fuimos en otros tiempos. Incluso hasta dolernos, como bien apunta Benjamín Prado: “todas las canciones terminan por ser tristes, por ser la banda sonora de algo que has perdido”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 4 diciembre 2022

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