Blog de Ignacio Fernández

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martes, 31 de mayo de 2016

Lenguaje electoral

     Escucho a un candidato que asegura que el país necesita “un cambio progresista, un cambio moderado” y tomo de inmediato el diccionario para averiguar lo que me he perdido. Según la Academia, una persona o una colectividad progresista es aquella que se distingue por sus ideas y actitudes avanzadas. Por el contrario, moderada sería aquella que guarda el medio entre los extremos. En suma, no salgo de mi perplejidad.

     Es lo que tiene el lenguaje electoral. O, mejor dicho, los hablantes electorales, que se lían y nos lían sin piedad. Entre las contradicciones de sus palabras, la vacuidad de algunos de sus mensajes y el recurso a los tópicos y a los lugares comunes acaban construyendo un idioma poco inteligible o directamente confuso. Es lo que ocurre también cuando pretenden distraernos con lo que sucede en nuestro entorno para modificar de un modo torcido la realidad. Afirman, por ejemplo, que la catástrofe que vivimos es culpa de todos y consiguen así que la culpa generalizada oculte la culpa real de los individuos con nombre, cargo y responsabilidad. O aseguran que todo se debe a la economía y sus ciclos, años de crisis seguidos de años de bonanza y todo sigue igual. Pero no, todo no sigue igual, ni mucho menos.

     No se trata, pues, de los contenidos que se manejan en el contexto electoral, que eso es harina de otro costal, sino simplemente de cómo y con qué intención se habla. En ese ámbito la exigencia debiera ser sencilla: que se hable bien y que lo que se comunique tenga algún sentido. Puesto que el ser humano es un animal que habla y, además, un animal político, lo mínimo que se puede reclamar es que la herramienta del lenguaje responda a las expectativas de la cualidad humana. O, en caso contrario, sería mejor mantener la boca cerrada.

     En fin, cierto es que no todos los candidatos y candidatas son iguales en esto del uso del lenguaje. Por fortuna también en esto hay diferencias notables como para inclinar el voto de uno u otro lado. Obsérvenlo si aún están indecisos.

Publicado en La Nueva Crónica, 31 mayo 2016

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