A
propósito del presente y futuro del ferrocarril en la provincia de León, dos
acontecimientos fueron muy relevantes en la primera mitad de este año: la
notable manifestación del 6 de abril en la ciudad de León y la posterior cumbre
de organizaciones del Principado de Asturias y de Castilla y León, con las
leonesas como núcleo del encuentro. Dos formatos diferentes que colocaron a la
provincia en el eje de la reivindicación y que confirmaron la cuádruple
vertiente de la misma.
Conviene
recordar, simplificando, ese póquer de reclamaciones planteadas en pie de
igualdad, pues nada o muy poco son aisladas las unas de las otras: llegada del
AVE en condiciones, integración de los trazados asegurando la centralidad de
las estaciones, atención al ferrocarril convencional y mantenimiento del empleo
en el sector. Hay que decir que el eco de aquellas acciones y de ese catálogo
fue inmediato: reuniones en el Ministerio de Fomento, pronunciamientos
institucionales de todo tipo y debates en los tres parlamentos, los dos
regionales y el del Estado. También, urgidos además por los calendarios
electorales, las obras pendientes tuvieron un notable impulso, aunque no del
todo satisfactorio y desde luego con un proceder bastante oscuro.
Hablamos
de insatisfacción y de oscuridad por dos motivos. Lo primero porque las
administraciones se han refugiado en un único estribillo, el AVE llegará a León
en 2015, obviando el resto de demandas. Lo segundo porque tanto los
ayuntamientos implicados como otras instancias superiores han elegido la
fórmula del hermetismo. Llegará sí, probablemente, un AVE menguado en un nuevo
episodio de nueva provisionalidad, como sus precedentes más desdichados, y ése
parece ser el mantra salvador. Nada se ha precisado, por otro lado, sobre la
ejecución final del pasillo de vía estrecha, a pesar de unas obras aparentes.
Nada se dice nunca sobre el transporte convencional, parte del cual es
fundamental en las conexiones provinciales y regionales. Y nada se ha
progresado, ni visos hay de ello, en lo que hace a los talleres y otras
instalaciones ferroviarias, cuya pervivencia o desarrollo debieran asegurar las
potencialidades de un ámbito laboral que siempre fue capital en la provincia.
Por lo tanto, las reclamaciones del 6 de abril siguen más que vivas y requieren
un nuevo reforzamiento. Básicamente, porque no podemos dejarnos engatusar sin
más por el caramelo de la alta velocidad, que es sobre todo un escaparate
vistoso para ocultar vacíos de fondo, y porque la opacidad no genera confianza
ni alimenta expectativas sólidas.
Por
otra parte, el papel que viene jugando en todo este proceso el Ayuntamiento de
León es confuso y desalentador. Hizo bien, a nuestro juicio, su Alcalde al
sumarse a la manifestación que le debió dar abrigo y fortaleza en reclamaciones
que resultaron ser muy compartidas. Pero desde entonces su andadura es
totalmente errática, sometido al eslogan gubernativo de referencia y al parecer
ignorando detalles de todo lo demás. Y, lo que es más grave desde el punto de
vista del liderazgo político, apartándose del movimiento popular que le acogió
y negándose a poner en común cuanto sabe o cuanto desconoce sobre la evolución
del asunto. Posiblemente más cuanto desconoce. Más o menos lo mismo que otros
alcaldes de municipios afectados por el ferrocarril y sus circunstancias,
sometidos en público a la disciplina de partido mientras que en privado
alientan las respuestas que otros han de encabezar. Típico modelo de lo leonés.
Mal
negocio se presenta, pues, de cara a las próximas elecciones municipales de
mayo. Otros, antes, cometieron el error de parcelar los problemas y atender in
extremis a un solo aspecto de
todos ellos, importante sin duda, el del paso a nivel del Crucero; y los votos
no les premiaron precisamente. Átense los machos quienes ahora vengan a lucir
sólo la llegada del dichoso AVE, con sus fastos incorporados, sin entender,
atender ni explicar qué va a ser del conjunto; puede que se encuentren con un
resultado parecido. Se puede entender que, por fortuna, la sociedad está politizada
y toma decisiones en consecuencia; no hace falta que nadie venga a restar valor
ni a insultar esa politización.
Éste
es el contexto en que se inscribe la nueva jornada de movilización propuesta
por la Cumbre Social para el próximo día 20 de septiembre en Cistierna. Ni su
formato ni otros elementos de la misma son comparables con acciones anteriores,
a pesar de mantener el mismo espíritu. Se trata de reavivar el clamor y
recordar los objetivos que la sociedad leonesa lleva largo tiempo reclamando.
Será también una nueva jornada de encuentro entre personas y organizaciones
inquietas, donde habrán de surgir renovadas ideas en las que seguir trabajando
durante los próximos meses. Y volverá a ser un reto para los actores políticos
provinciales en vísperas de su validación electoral, quienes tendrán en esta
cita una ocasión muy oportuna para aclarar la altura de sus vuelos y hacia
dónde les conducen. No es poca cosa.
Publicado en Diario de León, 8 septiembre 2014
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