En medio de la propaganda colorista
y de otros fastos a propósito, la ciudad de León recibe a la alta velocidad. Es
importante el acontecimiento, por más que nos llegue con retraso y bastante
mermado, y por más que sea expresión de una política ferroviaria discutible:
aquélla que nació como un sueño poco razonable para extender los trazados
veloces en ancho privativo sin mayores miramientos y con dudosa rentabilidad.
Mas aquí está y bien está que se celebre y se comente.
Estación de León |
Porque mucho se puede decir de los
trenes que vienen. Al menos tanto como de los trenes que se van, que de todo
hay en esta historia y conviene ampliar el foco de las imágenes para hacer
justicia al asunto. De momento, la pompa con que se envuelve el acontecimiento
ha apartado de los discursos, y se supone que de los objetivos, buena parte de
las reivindicaciones que la ciudadanía expresó en notables manifestaciones
durante los dos últimos años: la integración de la línea de FEVE, el
mantenimiento del empleo en el sector, el Centro de Regulación de la Alta
Velocidad o la atención al transporte convencional y de mercancías. Algo más se
ha dicho, no obstante, sobre el soterramiento del ferrocarril a su paso sólo
por la ciudad, pero no dejan de ser más que fuegos de artificio mientras los
presupuestos no lo contemplen, y es evidente que nada se dice al respecto en
los que el Gobierno ha elaborado para el próximo año. Advertencia para
ingenuidades, por tanto: ni se sabe ya cuántos proyectos de este tipo hemos
conocido a lo largo de años y años y años sin que nada se supiera de su
ejecución.
De modo que oportuno es también
volver sobre un aspecto que, pareciendo menor o demasiado prosaico para tanta
épica, resulta trascendental: el futuro o no futuro de los viejos talleres de
Material Motor y Material Remolcado. Su porvenir, si se quiere que lo tengan,
pasaba por su traslado al nonato polígono logístico de Torneros, junto con la
estación de clasificación y la terminal de contenedores. Pero ese proyecto, por
más que en él se hayan invertido ya nada menos que ocho millones de euros en
expropiaciones y pago de terrenos, parece no interesar si se escuchan
declaraciones de personajes tan señalados como el Alcalde de León, el Consejero
de Fomento o el senador Aznar. La explicación de que existen otros polígonos
industriales en nuestro entorno es, además de interesada, ignorante de las
consecuencias que acarreará el abandono de Torneros.
Estación de Torneros |
Sin ánimo de exagerar, cabe decir
que si ese enclave no se impulsa, una de dos: o no habrá soterramiento en la
ciudad, y lo saben, o no habrá talleres, y también lo saben. O, de otro modo,
sin Torneros, o bien no existirá soterramiento del ferrocarril con continuidad
hacia Asturias y Galicia o bien desaparecerán los talleres de León al quedar
aislados de la red. Pero, aún más, sin talleres no habrá base de conducción ni
intervención ni otros departamentos, con lo que se ponen en peligro buena parte
de los 800 puestos de trabajo directos que el ferrocarril tiene en esta
provincia. Por el contrario, Torneros no sólo aseguraría su pervivencia, sino
que además, sin poner en cuestión las cualidades de otros ejes logísticos, se
dispondría de un polo intermodal, que ésa sí que es una característica de la
que carecen los demás. En definitiva, la llegada de la Alta Velocidad a León
puede suponer un estímulo para el sector o, en sentido inverso, pasarnos por
encima al acortar los tiempos de viaje con poblaciones que sí tengan mejores
infraestructuras que las nuestras.
Sabemos bien que sólo lo que cambia
permanece. No son éstos los tiempos, desde luego, en los que León llegó a ser
el nudo ferroviario más importante del noroeste de España. Tampoco la masa
obrera ferroviaria puede tener las mismas magnitudes que cuando las estaciones
se poblaban, por ejemplo, de visitadores o guardagujas. Pero, frente a los
imponderables, se debe alzar la política para planificar y equilibrar
territorios, para sostener su aparato productivo o adaptarlo razonablemente a
su evolución, y para tejer redes que aseguren una comunicación no sólo elitista
por más que vistosa. Todo esto no está sucediendo en la provincia de León, sino
que la decadencia ferroviaria es constante y sin visos de remitir, por más que,
como ocurre ahora, el episodio de algún tren que llega oculte la estela de los
que se van.
Publicado en Diario de León,
No hay comentarios:
Publicar un comentario