En memoria de Manuel Jular (León, 1939-2017)
La relación entre nosotros o con los
nuestros carga en ocasiones con facturas pendientes, más en apariencia o
figuradas que en la realidad, de tal manera que parece que siempre hay algo por
saldar para que las conciencias duerman en paz. Las conciencias
judeo-cristianas que nos han instalado en el sistema operativo, claro, que esa
sí que es una verdadera carga.
El caso es que la obra de Manuel
Jular se nos apareció, no se sabe bien caída de qué cielo, en el local de una
asociación de vecinos en la calle Sahagún de la ciudad de León. Ni el local ni
la calle eran precisamente una galería de arte, pero eran tiempos de militancia
y de causas, mediados los setenta, donde todo y todos coincidíamos en los
lugares más pintorescos. Aquellos cuadros extraños permanecieron colgados en
las paredes sin que nadie viniera ni a explicarlos ni a cuidarlos. Y allí
quedaron, que yo recuerde, abandonados a su suerte, cuando fuimos desatendiendo
poco a poco aquella militancia y aquella causa. A menudo me he interrogado por
su destino y a menudo, a lo largo de los años, me he castigado con la culpa,
judeo-cristina, de su más que posible extravío.
También Jular parecía tener una
deuda con Comisiones Obreras. Así, cuando le propusimos por primera vez para el
Premio Diálogo, consideró que no era llegado el momento, pues, según él, no había
existido una colaboración suya suficiente con la causa sindical, o a la
inversa, para hacerle acreedor de ese galardón. Sólo cuando el Ateneo Cultural
del sindicato auspició la exposición “Humor –gráfico– en tiempos revueltos”, donde recogimos su
obra gráfica de los años 60, 70 y 80, que pudo verse en el Museo de León en la
primavera de 2014, juzgó que había llegado el equilibrio entre las partes y
aceptó el premio. Se lo entregamos unos meses antes de esa fecha en el salón de
actos de la calle Santa Nonia. A todas luces, un escenario más adecuado ya a
los méritos que él había contraído y a los espacios que la causa había conquistado.
Y pareció feliz en ese acto. Y pareció así mismo que todos descansábamos por
fin.
Publicado en Tam Tam Press, 28 enero 2017
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