Seguramente
no hay mes más propicio para el romanticismo que noviembre. Puede que sea a
causa de su colección de hojas muertas; tal vez porque viene precedido de
santos y difuntos y porque en tiempos más literarios que el presente se
adornaba así mismo con la figura del Tenorio, que aparenta romanticismo, aunque
en realidad es pura traición al espíritu originalmente romántico: no hay nada
peor que un héroe que se arrepiente ante la perspectiva de los infierno, que es
lo que le sucede al personaje de Zorrilla. No así al de Tirso de Molina, que en
esos menesteres era mucho más coherente a pesar de situar su peripecia en el
siglo XVII.
En
realidad, de aquellos barros provienen muchos de nuestros lodos. ¿O, tratándose
del Don Juan, sería mejor decir de aquellos polvos? Lo cierto es que la
consagración del individuo y de su libertad incontestable como tal, que es una
de las máximas de ese romanticismo decimonónico, cimentaron una línea de
pensamiento y una forma de ser que, tras otros episodios históricos intermedios,
cobra esplendor en nuestros días. No tanto por lo romántico, género mustio, ni
por el personaje referenciado, sustituido por la calabaza, como por el
individualismo rampante sin más contemplaciones.
Más
cerca en el tiempo, hemos de reconocer que mucho daño hicieron los hippies y el
mayo del 68, otros dos baluartes del mismo individualismo, que para la cultura
de las izquierdas supusieron casi su definitiva desorientación. El año que
ahora concluye, que ha servido precisamente para la exaltación nostálgica de
aquellos dos movimientos, lo ha vuelto a poner de relieve si atendemos a su
herencia política. Adorados por la izquierda en virtud de sus supuestos valores
contestatarios, nadie mejor que las factorías del pensamiento de derecha supo
aprovecharse de su mensaje para elevar a los altares la individualidad frente
al colectivo y anular así, poco a poco, toda cohesión social y todo discurso
apoyado sobre el común. Por eso gustan los románticos de las ruinas.
Publicado en La Nueva Crónica, 11 noviembre 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario