Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 27 de enero de 2019

Enero

     Enero se desvanece con su fardo de tiempo a cuestas. Posiblemente ningún otro mes como este inaugural del año exprese con mayor crueldad el ritmo presuroso de la vida que pasa. Le precede siempre un fin de año que nunca disimula su carácter terminal y en tal sentido parece asumida su naturaleza postrera. Incluso se adorna con excesos de todo tipo. En cambio, no sucede tal con enero, que es inicio y luz del porvenir, pero cuya fugacidad al cabo resulta demoledora. Entre gripes, fríos y cuestas poca historia aporta y sí, por el contrario, demasiada sensación de brevedad. Fuese enero y no hubo nada, podríamos decir, y el año, ya en caída libre, torna a estar vencido.

     La huella de este mes, para muchos de quienes integramos mi generación y mi clase, esto es importante, reproduce regularmente dos estampas: la de los siete días de enero, como titulara Bardem para hablar de aquel decisivo 1977, y la de generde 1976, que fuera título así mismo de un disco seminal de Lluis Llach. Sorprende sin embargo, a estas alturas, la evolución sentimental de una y otra referencia. La primera conserva todavía su pureza y se sostiene contra todo intento por disfrazar la historia. Es más, se ha convertido en el principal testimonio de la verdadera transición y en ejemplo de lo que Paul Eluard advertía: “si el eco de su voz se debilita, pereceremos”. La segunda, manchada también por el procés, que tanto y a tantos ha perturbado, descansa como en stand bya la espera de tiempos más claros y deja en el aire todavía el eco de otros versos: “que no quiero esperar / que el tiempo enmohezca el alma, / que no quiero que el miedo / disponga de más tiempo para vencerme”.

     Es posible que Jano, que da nombre a este mes, tuviera dos rostros. También el existir. Como nos enseñó la profesora Josefina Martínez, durante una época de la vida nos pasaban cosas y apenas nos pasaba el tiempo. En otra, la actual, pasa el tiempo y apenas nos pasan cosas. Así es enero si se le observa con ojos líricos y turbios.

Publicado en La Nueva Crónica, 27 enero 2019

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