Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 5 de abril de 2020

Plagas


            Para muchos de nosotros, seres afortunados, lo más cerca que habíamos estado de una plaga fue gracias a una canción del año 1959 grabada originalmente por el grupo mejicano Los Teen Tops: “Ahí viene la plaga, / le gusta bailar. / Y cuando está rockanroleando / es la reina del lugar”.

            Éramos felices ignorando a propósito la amenaza de plagas que, en realidad, nunca han dejado de asolar a la especie humana. Éramos ingenuos más bien o tal vez preferíamos no ver directamente el hambre, las guerras y las epidemias, que considerábamos materias del pasado o cosa de otras latitudes, esas tres plagas que nunca han desaparecido del paisaje a lo largo de la historia de la humanidad y a las que nunca hemos logrado vencer. Nos sentíamos a salvo y, como mucho, lavábamos nuestra conciencia con pequeños gestos altruistas, gritando ¡no a la guerra! y participando en alguna que otra carrera solidaria. Hasta que vino el monstruo y nos despertó de ese sueño tan plácido.

            Ahora nos sentimos débiles, confusos, sencillamente humanos. A pesar del dolor que nos rodea, es bueno que así sea, no sólo por este retorno brusco sobre nuestra condición vulnerable, la que se expresa a través de la enfermedad, sino porque tal vez ésa sea la vía para reconocernos también, como especie, en nuestros otros dos males atávicos: el hambre y la guerra. Si, como dicen exageradamente medios de comunicación y personajes públicos, es en estos momentos terribles cuando sacamos a la luz lo mejor de nosotros, será ése un comportamiento insuficiente si no ampliamos el foco sobre todo cuanto amenaza con destruirnos. Así en lo inmediato como en lo universal.

            Con todo, hay plagas presuntamente amigas que acaban haciéndose en verdad insoportables. Me refiero a ese aluvión de propuestas de todo tipo que nos llueven por doquier para ayudarnos a combatir el confinamiento: libros, películas, juegos, manualidades, balconadas, canciones a tutiplén… No doy abasto, lo confieso, y empiezo a sentirme fatal. ¿Hay vacuna para esto? 

Publicado en La Nueva Crónica, 5 abril 2020

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